VOLUMEN: VIII  NÚMERO: 19

Gilbert, I. (2005). Motivar para aprender en el aula. Las siete claves de la motivación escolar. Barcelona: Paidós.231.

Esperanza Bausela Herreras

La motivación suele ser habitualmente entendida como el motor o causa de comportamientos que empujan a la persona hacia la acción o conducta. Es decisiva en la escritura como en toda actividad humana superior. En este sentido la motivación se refiere fundamentalmente al estilo atribucional, conceptualizado como las preferencias respecto a las explicaciones del propio éxito, o del fracaso, en los diferentes tipos de tareas. Merece especial consideración, la relación entre atribución y reacción emocional. Se dan correlaciones positivas, estadísticamente significativas, entre atribuciones internas de éxito y gratitud /sorpresa, así como entre atribuciones internas de fracaso y culpa /vergüenza, o entre atribuciones externas de fracaso e ira / frustración.

            Una clasificación general en el ámbito de la motivación, diferencia entre motivación extrínseca y motivación intrínseca. Desde la perspectiva del lugar donde se producen los cambios que determinan la conducta, una conducta motivada intrínsecamente es aquella que posibilita cambios en el sujeto, a nivel cognitivo, afectivo o de la personalidad. La conducta es un fin en si misma, desarrollándose por el aprendizaje y por los sentimientos de satisfacción que genera. La curiosidad como motivo intrínseco, determina actividades que proporcionan conocimientos, los cuales pueden, a su vez, eliminar una situación de duda, aportar satisfacciones e incrementar la autoestima y la competencia. La conducta motivada extrínsecamente es aquella que posibilita la consecución de algún objeto o sustancia, que a su vez posibilitara la satisfacción de una necesidad. La conducta es un medio para conseguir un fin. La motivación extrínseca esta sustentada por refuerzos y recompensas externas, actuando el sujeto para conseguirlas de una forma inmediata o bajo la expectativa de su consecución. Actualmente existe un predominio de la motivación extrínseca sobre la motivación intrínseca.

            La motivación guarda una estrecha relación con los factores afectivos, cognitivos y de la personalidad: (i) afectivos: sentimientos y emociones, positivos o negativos, respecto a la escuela y las tareas escolares, (ii) cognitivos; expectativas de éxito o de fracaso, proceso de atribución después del éxito o del fracaso y (iii) personalidad: autoconcepto,  autoestima, autodeterminación y autoeficacia.

            Otra estrecha relación a considerar, es la que existe entre competencia y motivación de logro, ambos conceptos aluden a la tendencia del sujeto a dominar el medio. La persona motivada por el logro desarrolla actividades de las que espera obtener sentimientos de competencia y autodeterminación, sentimientos que proporcionan la consecución del éxito. Por el contrario, el fracaso proporciona sentimientos de incompetencia. La percepción de competencia por el niño viene determinada por factores tanto personales como ambiéntales produciéndose una disminución en las percepciones de competencias, en niños, a medida que aumenta la edad.

            En este contexto teórico ofrece a los padres y maestros una serie de consejos útiles y prácticos que ayuden a cambiar la cultura de as aulas y a mejorar la eficacia de la enseñanza. Entre ellas podemos destacar, la importancia de que el alumno descubra cuál es el objetivo y la importancia de lo que enseñamos; enseñar estrategias para la definición de objetivos y servir de modelo de ellas; ayudar a los alumnos a fijarse nuevas metas; fomentar y adoptar unas expectativas y nos niveles altos y positivos; ser conscientes de los retos que plantea el mundo exterior a la escuela; dejar que aprendan a fracasar de forma positiva; más que premiar las cosas celebrarlas. En el segundo capítulo, El estado del “fluir”, se recomienda entre otros aspectos: plantear retos con plazos y metas, valorar activamente a los alumnos, pensar de forma divergente y no sólo convergente, asegurar un entorno de elevada autoestima para todos, ser explícitos sobre nuestras propias expectativas. En el capítulo tercero, Centro de control, se nos aconseja que aseguremos a nuestros alumnos que sientan el propio control de la situación, para ello es fundamental entre otros aspectos que los alumnos asuman sus responsabilidades. En el siguiente capítulo, Motivar para aprender en el aula, destacamos la idea del autor de dar ejemplo de la actitud del “fracaso como retroalimentación”. En el capítulo titulado Seamos personales se nos recomienda conectar con la motivación que tienen nuestros alumnos, así como dedicar tiempo a establecer relaciones con nuestros alumnos. En el penúltimo capítulo se nos explica como debemos servir de modelo a nuestros alumnos, y la importancia de recurrir a la curiosidad activa del alumno. Los último consejos que aparecen en el último capítulo hacen referencia la importancia de ofrecer la oportunidad de participar a todos los alumnos, así como asegurarnos que hacemos cuanto podemos para desarrollar y mantener unos elevados niveles de esperanza.

En este libro puede ser un excelente manual para padres, maestros y educadores en el proceso de educación de nuestros hijos y alumnos; al ofrecernos de manera amena y rigurosa, una serie de estrategias y de habilidades que pueden ayudar a incrementar y mejorar la motivación de nuestros alumnos en las aulas.

Dra. Esperanza Bausela Herreras


 

 Doctora en Psicología y Ciencias de la Educación por la Universidad de León

 

 



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