VOLUMEN: X  NÚMERO: 26 - 27

 

Identidad, Necesidad y Conciencia

Grandio, A.

 

 

Introducción.

Si el concepto de identidad, en sí mismo, ya es de difícil conceptualización, cabe inferir una dificultad aún mayor cuando abordamos el mecanismo que articula el paso bidireccional de lo individual a lo social o colectivo. También existen abismos conceptuales respecto a si el pensamiento y la conciencia, colectivos o no, tienen cierta objetivación y realidad "material" independientes del sujeto o de la colectividad que los expresa. A este respecto, y hasta no hace mucho, la respuesta era un “no” rotundo. Sin embargo los nuevos paradigmas de la complejidad y holográficos, surgidos inicialmente en las ciencias naturales, parecen indicar justamente lo contrario. Aunque no se pretende desarrollar aquí estos paradigmas, se citan brevemente a continuación, para orientar al lector interesado.

1.- Nuevos paradigmas en la ciencia.

Las aportaciones a una eventual nueva ciencia vienen de muchísimos ámbitos disciplinares. En la segunda mitad del siglo XX, físicos como David Bohm (1971, 1980), Fritjof Capra, David Peat (1987) (este último basándose en las clásicas teorías de Carl Jung, -1950-) y el premio Nobel Ilya Prigogine, biólogos como Rupert Sheldrake (1985), filósofos como R. Weber (1982), el psicólogo y neurofisiólogo Karl Pribram (1971), el psicólogo de la conciencia Ken Wilber (1977, 1982) y muchos más, han dado a luz varios trabajos que podrían sintetizarse en lo que parece ser un nuevo "Paradigma" de la Ciencia, un paradigma radicalmente original que involucra a muchas ciencias en común y que ha venido a llamarse "El Paradigma Holográfico", "Las Ciencias de Espejo" o "La Naciente Ciencia de la Totalidad". Tal paradigma, no obstante, se está extendiendo rápidamente hacia campos más cercanos como la Sociología, Psicología Social, Teoría de la Organización y Economía.

Las aportaciones más significativas que, a mi juicio, podemos considerar se muestran en la tabla 1.

  

Tabla 1: El Nuevo Paradigma de la Complejidad (ampliación sobre Grandío, A. 1996a).

TÓPICO

TEMA CLAVE

AUTOR(ES)

METÁFORA

Sincronicidad

Causalidad/Tiempo Sincronicidad

David Peat desde Carl G. Jung

Dos Cámaras y el Pez

Ordenes Implícitos

Ordenes Explícitos

Estadística/ Causalidad

Variables Ocultas No Locales Holomovimiento

David Bohm, Jacobo Grinberg Zylberbaum

Paradoja E.R.P.

Cerebro Holográfico

No Localidad de la información: el todo en las partes

Karl Pribram desde Dennis Gabor

Experimento de Lashley: Ablación del cerebro

Campos Morfogenéticos

Información activa por Resonancia Mórfica

Rupert Sheldrake

El Científico y el Televisor

Estructuras Disipativas

Termodinámica: caos y orden

Ilya Prigogine

Ejemplo del Cazo de Agua

Estructuras Fractales

Matemática iterativa que lleva a caos y orden

Benoît Mandelbrot

Atractores Extraños

Curva de Peano

Teoría del Caos

Dependencia condiciones iniciales

James Gleick

Efecto Mariposa

Conjuntos Borrosos, Lógica Difusa

Lógica No Aristotélica

Lofti Zadeh

“A” es a la vez “No A”

Autopoiesis

Autorreferencia

Umberto Maturana y Francisco Varela

Sistemas Vivos como Cerrados al Entorno

Semántica General no aristotélica

“Time Binding”, el mapa no es el territorio

Alfred Korzybski

Órdenes de Abstracción

Percepción no es Experimentación

La realidad no es la verdad

Jiddhu Krishnamurti

Conocimiento como Obstáculo

 

 

A continuación describimos brevemente algunas de ellas.

 

1.1.- Sincronicidad, una alternativa a las hipótesis de causalidad.

 

La causalidad preside la práctica totalidad de la investigación científica contemporánea y tiene elegantes imágenes: las de las bolas de billar, la de una locomotora arrastrando vagones etc. pero todas ellas son fruto del reduccionismo implícito en una visión físico-mecanicista heredada de la ilustración. Ahora bien, la causalidad puede ser simplemente una “representación social compartida”, un “paradigma” más. Como afirma Peat:

"La cadena de la causalidad lineal es una mezcla de costumbres, creencias y sentido común. Pero este último se basa en una serie de suposiciones, como son:

- Que dos sucesos están separados sin ambigüedad el uno del otro y tienen su propia existencia independiente como, por ejemplo, dos cuerpos con límites bien definidos.

- Que algún contacto, fuerza o influencia fluye de un cuerpo o suceso hacia el otro.

- Que existe un flujo claro de tiempo ocurriendo la causa en el pasado y el efecto en el presente." (Peat, 1987, 52-53)

Pero nuestra mente no parece funcionar así:

"...una parte de la mente puede estar envuelta en una especie de conciencia intemporal mientras otros aspectos siguen un «hilo de pensamiento» lineal. En general, por lo tanto, nuestro mundo interior no cumple los tres criterios en que se basa la causalidad:

- Los sucesos no son claramente distinguibles ni independientes.

- No hay un flujo claro de influencia de un suceso al siguiente.

- El tiempo no es lineal y sin ambigüedad." (Peat 1987, 54).

Asimismo, el observador, el científico, usa su mente como si perteneciera a un orden absoluta y radicalmente distinto de lo que observa (nótese que esto lo puntualizan los físicos: imagínese cómo debe hacer al caso en ciencias sociales).

 

1.2.- Órdenes implícitos y explícitos: variables ocultas.

 

David Bohm fue un colaborador de Albert Einstein en Princeton. Bohm planteó los conceptos de "Orden Implicado y Orden Explicado" para intentar abrir una vía en el callejón sin salida de la indeterminación espacio-temporal de la Mecánica Cuántica: la dificultad para predecir la ubicación, en espacio y tiempo, de cualquier partícula atómica, dentro del modelo.

En los órdenes implicados existirían las "Variables Ocultas No Locales". Estas variables "ocultas", no lo serían sólo en el sentido de las "variables intervinientes o moduladoras" de la estadística social, sino como aquellas pertenecientes a otro ámbito, nivel u orden que no operan de modo causal ni temporal ni localmente (geográficamente). Estos órdenes estarían plegados unos dentro de otros y existiría una íntima relación entre ellos. Las variables de un orden más plegado respecto a otro representan una relación de tipo "no causal ni local". Y estos órdenes no son abstracciones sino realidades "físicas" en el más amplio sentido del término (Bohm, 1980, 104).

Hay un ejemplo de David Bohm (en Briggs and Peat, 1985, 132) que ilustra la existencia de órdenes de realidad implícitos que suponen, por conexión no causal, la existencia de variables ocultas no locales sincrónicas. Es el ejemplo de dos cámaras de televisión en ángulo recto filmando a un pez en el agua. Las dos imágenes suponen dos perspectivas del pez, el cual, percibiéndolas, no entiende que es él mismo, el mismo fenómeno, en dos perspectivas diferentes bidimensionales. Un científico que desconociera la tecnología de la Televisión encontraría, a lo sumo, una fuerte correlación estadística entre el comportamiento de ambas variables (dos imágenes en movimiento) pero carecería del cuerpo teórico necesario para entender la realidad del fenómeno. Su teoría podría, perfectamente, describir y predecir la relación entre los dos "peces-partículas", pero esta teoría se basaría en una ilusión (Briggs and Peat, 1985, 133).

 

1.3.- El Modelo Holográfico.

 

Karl Pribram fue colaborador de B. F. Skinner, el fundador de la corriente conductista en Psicología y, con su libro junto a Galanter y Miller: "Planes y Estructura de la Conducta", llevó a cabo la denominada "Revolución Cognitiva" (Miller, Galanter, and Pribram, 1960). Como sabemos, el conductismo rechazaba que todo cuanto aconteciera "dentro" de nuestro cerebro fuera objeto de la investigación científica: lo único científico en Psicología era la conducta, el comportamiento constituido por los Estímulos y las Respuestas del organismo. Sin embargo, su orientación cambió radicalmente. En una conferencia posterior a esta etapa, Pribram:

"(...) expuso una teoría polifacética que podría dar cuenta de la realidad sensorial como «un caso especial» construido por las matemáticas del cerebro, pero sacado de un dominio situado más allá del tiempo y del espacio y donde sólo existen frecuencias. La teoría podría dar cuenta de todos los fenómenos que parecen contravenir toda la «ley» científica existente al demostrar que tales restricciones son producto de nuestros constructos perceptuales. La física teórica ha demostrado ya que los acontecimientos no pueden describirse en términos mecánicos a niveles subatómicos. Pribram, ... ha reunido durante una década pruebas de que la «estructura profunda» del cerebro es esencialmente holográfica, de modo análogo al proceso fotográfico sin lente por el que Dennis Gabor recibió el premio Nobel" (Wilber, Bohm y otros 1986, 16-17).

Un holograma es una proyección tridimensional producida por un haz de luz, normalmente un rayo láser, al interferir sobre una "fotografía" hecha previamente con este tipo de rayo sin lente. La observación directa del "negativo" impresionado no revela imagen alguna, necesitamos obtener la imagen añadiendo el rayo láser citado. Pero, y esto es lo importante, si rompiéramos este en numerosos trozos, cada uno de ellos contendría siempre la totalidad de la imagen inicial, no una parte de ella, aunque con creciente pérdida de detalles.

"Holograma" viene del griego "holos": global, todo y de "gram": mensaje. Así, para Pribram, el cerebro es un Holograma que interpreta un universo holográfico. Nuestra visión estereoscópica (con lentes) no nos deja percibir la realidad holográfica. En momentos tales como la experiencia cumbre de Maslow, la experiencia estética o mística (sincronicidad para Jung, Pauli y Peat) sí que existiría esta percepción, para la cual:

"Los fenómenos físicos no son más que subproductos de una matriz simultánea en todas partes. Los cerebros individuales no son mas que trocitos de un holograma mayor. En ciertas circunstancias tienen acceso a toda la información existente en el sistema cibernético total. En contra de lo que todo el mundo sabe que es así, quizá no sea el cerebro el que produce la conciencia, sino más bien la conciencia la que crea la apariencia del cerebro, la materia, el espacio, el tiempo y todo lo que nos gusta interpretar como universo físico" (Wilber, Bohm y otros 1986, 16-17).

 

1.4.- Los campos morfogenéticos y la resonancia.

 

El biólogo Rupert Sheldrake se preguntaba cómo distingue el ADN, según donde esté ubicado, para duplicarse como piel, uña o cartílago etc. Para explicarlo propuso la existencia de "Campos Morfogenéticos". Estos se asemejarían a campos magnéticos que dirigen la duplicación del código genético biológico, siendo los responsables de la especialización del ADN en órganos diferentes. El mecanismo para llevarlo a cabo sería la "Resonancia Mórfica" de forma que el ADN respondería de forma diferencial al duplicarse de acuerdo a las directrices del Campo Morfogenético, "Resonando" con respecto a éste, dando lugar a la teoría que el bautizó como la "Formación Causativa" (Sheldrake, 1985, 90 y 127).

Además, estos campos supondrían la existencia de una "memoria colectiva" donde quedan permanentemente almacenados las experiencias de todas las especies vivientes, influyendo sobre las conductas y desarrollos de la evolución de aquellas y, a su vez, siendo influidas por estos.

Este campo recuerda mucho a los órdenes plegados o implícitos de Bohm (de hecho estos dos científicos han discutido reiteradamente sus teorías). Y, rozando lo fantástico, postula asimismo la existencia de una "memoria colectiva" biunívocamente ligada a la conciencia de todo lo existente, incluido el hombre y su sociedad. Existen ya varios experimentos que parecen dar la razón a Sheldrake. No obstante, las investigaciones siguen para dar o no el espaldarazo definitivo a su teoría.

1.5.- Otras aportaciones: J. Krishnamurti.

Por limitaciones de espacio no vamos a describir más aportaciones a la “nueva ciencia”, pero sí que quisiéramos señalar una importante influencia para todas ellas: J. Krishnamurti. Sin ningún tipo de estudio académico, este profundo pensador ha inspirado gran parte de las teorías de varios de los autores citados. Íntimo amigo de David Bohm (junto a él fundó la escuela de Brockwood Park, cerca de Londres) y David Peat, con los que ha publicado varios libros, ha tenido influencia en las teorías de la autopoiesis de Maturana y Varela, en la de los campos morfogenéticos de Sheldrake y en el modelo holográfico de Karl Pribram entre otras. Krishnamurti suele ser un lugar común en los nuevos paradigmas. Básicamente, Krishnamurti nos previene de considerar el conocimiento como base de la percepción. El conocimiento y la experiencia son el condicionamiento que nos impide percibir la realidad tal cual es, de modo que “la descripción no es lo descrito” y que “el observador es lo observado”. Existe una percepción no condicionada, más allá del tiempo y de la memoria (que es el “yo”), que revela una realidad distinta.

 

2.- La jerarquía de necesidades de Maslow: algunas diferenciaciones.

 

Como sabemos, en esta Jerarquía, Abraham Maslow (1954;1970) propugnaba que la motivación es función de las Necesidades humanas y que estas pueden clasificarse según una jerarquía evolutiva por la cual pasamos todos los individuos, grupos o sociedades. Hasta que un nivel de necesidad inferior en jerarquía no esté cubierto, el nivel superior queda vedado (y, por tanto, no motiva). A su vez, cuando una necesidad está cubierta deja de ser motivadora de comportamientos para dejar a la siguiente en jerarquía que sea la que motive. En principio, Maslow identificó 5 niveles de necesidad que, a su vez, agrupó en dos grupos: las Primarias (más ligadas al nivel biológico y a la supervivencia) y las Secundarias (más relacionadas con los aspectos sociales). Sin embargo, estas últimas fueron subdivididas en otras dos cada una de ellas. Siguiendo a Maslow (1954, 1970) éstas serían:

a) Necesidades Primarias:

1.- Necesidades Fisiológicas: Hambre, Sed, Sexo, Abrigo, etc.

2.- Necesidades de Seguridad: Seguridad Física (preservación del organismo), seguridad psicológica de conservación de la personalidad, identidad propia, sentirse dueño de su destino etc.

b) Necesidades Secundarias:

3.- Necesidades Sociales: Integrarse en un grupo, de amar y ser amado (Familia, Pareja, Amistad), asociarse con sus semejantes. La ayuda, la pertenencia, el sentido comunitario... etc. Siguiendo a Maslow, pueden subdividirse en las de Amor y las de Pertenencia. Las de amor suponen dar y recibir afecto.

 "Cuando están insatisfechas una persona sentirá intensamente la ausencia de amigos, de compañero o de hijos. Tal persona tendrá hambre de relaciones con las personas en general -de un lugar en el grupo o la familia- y se esforzará con denuedo por conseguir esa meta." (Maslow, 1970, 29).

En cuanto a las de pertenencia tienen que ver con:

" ... quedarse sin raíces o de menospreciar las propias raíces, los propios orígenes o el propio grupo; de ser separado de la propia familia y hogar, amigos y vecinos; de ser transeúnte o recién llegado en vez de nativo. Todavía relegamos la profunda importancia de la vecindad, del territorio propio, del clan propio, del propio «estilo», de la propia clase, de la pandilla propia, de los compañeros cotidianos de trabajo. Y hemos olvidado enormemente nuestras profundas tendencias animales de rebaño, manada, de agruparse, de pertenecer." (Maslow, 1970, 29)

4.-Necesidades de Estima: Estima de sí mismo, status y rango social, dignidad personal, ser considerado, admirado y respetado, sentir que sus objetivos personales son válidos. La estima que los otros tienen por nosotros, etc. Maslow distingue también dos conjuntos subsidiarios en este nivel:

 a.- El Deseo de Logro, fuerza, adecuación, maestría y competencia, confianza ante el mundo, independencia y libertad.

b.- El Deseo de Reputación o prestigio (definiéndolo como un respeto o estima de otras personas), el status, la fama y la gloria, la dominación, el reconocimiento, la atención, la importancia, la dignidad o el aprecio. (Maslow, 1970, 30-1).

5.- Necesidades de Autorrealización: de evolución personal, de superarse y ampliar los límites de sí mismo y utilizar todas sus capacidades, dar sentido a las cosas, su razón de ser etc. Como vamos a ampliar, estas también podrían subdividirse en dos: la autorrealización propiamente dicha y lo que él denominó, la trascendencia. Volveremos en breve sobre esta distinción por ser muy relevante para nuestros propósitos.

 

2.1.- La Autorrealización. Revisión conceptual.

 

Tradicionalmente, la autorrealización ha sido interpretada como inextricablemente ligada a la personalidad o identidad del individuo, de modo que conceptos como la motivación han sido contemplados como emanados de un yo individualista. Desde luego, este "Ego" se ve motivado por necesidades cada vez más elevadas, pero siempre centradas en sí mismo. Maslow ha sido también asociado a este concepto de modo inequívoco, pero, a mi juicio, esta asociación no es justa.

Y no es justa porque suele pasarse por alto las objeciones que el mismo Maslow tuvo desde un principio sobre el término "necesidad" cuando intentaba redefinirla, en los estadios superiores como "metanecesidad" y al distinguir entre motivación por deficiencia (D) y motivación por desarrollo o del ser (S) (Maslow, 1968, 51-79). El concepto de "autorrealización" fue asimismo muy criticado por su mismo autor:

"(...) aparte de su torpe acuñación literaria, dicho término ha demostrado deficiencias imprevistas, como la de al parecer

a) implicar egoísmo más bien que altruismo,

b) menospreciar los aspectos del deber y dedicación a las funciones vitales,

c) pasar por alto los vínculos que nos unen a los demás y a la sociedad, así como la dependencia de la realización individual respecto a una «buena sociedad»,

d) pasar por alto el carácter solicitatorio de la realidad no-humana y su fascinación e interés intrínsecos,

e) pasar por alto la superación del yo y la autotrascendencia,

f) subrayar, por implicación, la actividad frente a la pasividad o receptividad"  (Maslow, 1968, 15-16).

Además, y abundando en lo dicho, cuando Maslow intentaba describir, según las teorías psicológicas al uso, a las personas que se autorrealizan, tropezó con que los conceptos de motivación existentes adolecían de toda idoneidad para una explicación satisfactoria:

"... uno de los problemas que se me presentaron..., fue la vaga percepción de que su vida motivacional era, en algunos aspectos importantes, distinta de cuanto yo había aprendido. Al principio la describí como expresiva más bien que combativa, pero ello no era del todo exacto como regla absoluta. Después señalé que era inmotivada o metamotivada (más allá del esfuerzo) más bien que motivada, pero esta afirmación estaba tan esencialmente fundada en la teoría de la motivación comúnmente aceptada, que las dificultades igualaban o superaban la ayuda que pudiera aportar." (Maslow, 1968, 110-1).

Y sigue:

"Todo esto es consecuencia de la aceptación universal como axioma a priori, aunque errónea, de que todo comportamiento está motivado." (Maslow, 1968, 112).

Señalemos que no pocas referencias académicas, directas o indirectas, a Maslow lo citan como uno de los defensores de que "todo comportamiento es motivado" cuando, en realidad, fue uno de los precursores de una "nueva" concepción del ser humano en la cual lo más característico de éste era lo "meta-motivacional".

Es más, en los últimos 10 años de su vida, Maslow sólo estuvo interesado en descubrir cómo eran los seres humanos que habían llegado a este grado y qué rasgos les distinguían de los otros niveles. Y una de las peculiaridades fundamentales halladas en estas personas era lo que él bautizó como "Peak Experience": "Experiencia Cumbre". Este fenómeno fue hallado en muchas de las personas que él calificó de "autorrealizadas": la descripción de una "experiencia" singularmente importante y sorprendentemente parecida en personas pertenecientes a quehaceres e incluso culturas distintas en extremo. Este evento, que se daba de forma discreta e imprevisible, normalmente modificaba drásticamente la conciencia y los esquemas básicos de entender la vida de sus experimentadores. Creemos que este estado es el que define lo que vamos denominar más abajo (siguiendo términos propuestos por Maslow, 1970) la Identidad del Ser (IS), como algo distinto a la Identidad por Déficit (ID). Pero para comprenderla hace falta contemplarla desde los nuevos paradigmas que hemos expuesto. A continuación se hace una introducción a ciertas consecuencias concretas que podrían derivarse de éstos.

 

3.- La identidad y los nuevos paradigmas

 

A continuación se exponen algunas ampliaciones conceptuales necesarias para clarificar nuestro objetivo. La primera hace referencia a la existencia de una mente independiente del sujeto. La segunda a la existencia de un orden superior al pensamiento (o procesamiento de información) que nosotros denominamos atención. La tercera implica abordar el concepto de identidad, ego o rol.

 

3.1- ¿Mente independiente del sujeto?

 

¿Existe una especie de “mente universal” independiente del sujeto, independiente, incluso, del cerebro físico? El tópico no es realmente nuevo. Ya Platón habló del conocido mundo de las Ideas, eterno y ubicuo, del cual el mundo que percibimos "participaba" parcialmente. Más recientemente, Carl Jung postulaba, como distinción del inconsciente personal, la existencia de los polémicos Arquetipos Colectivos (inconsciente colectivo): viajando por todo el mundo encontró un conjunto básico de patrones simbólicos, signos etc. en comunidades culturales distintas y que nunca tuvieron contacto en el curso histórico del planeta.

Y entre estos dos ejemplos distante hay más exponentes. Como apuntaban Garzón y Rodríguez (1989), la Filosofía tuvo un buen exponente en Hegel (1807), cuando hablaba de la existencia de una mente o espíritu colectivo que determinaba la evolución de una sociedad. En el campo de la Psicología Social, Wundt (1916), intentando sintetizar la actividad psicológica consciente e individual y los procesos que la trascienden, postuló la existencia del "Wolkgeist" o Alma del pueblo que el sujeto interiorizaría vía aprendizaje pero que, supuestamente, sólo cobraría existencia en el interior del "sujeto pensante", sea lo que fuere tal concepto. En la Sociología, Emile Durkheim (1898) atribuyó a tal "alma" una existencia externa (representaciones colectivas) al sujeto (representaciones individuales) pero en el sentido de que este se encontraba con ella al nacer (Garzón and Rodríguez en Mayor and Pinillos, 1989, vol. VII, 4).

No obstante, el desarrollo de la Psicología Social "científica" "evolucionó" por otros derroteros. Como expresan estos autores, la actual definición de la Psicología Social:

"... sólo fue posible olvidando una temática clásica dentro de la Psicología y la Psicología Social: la existencia de una mente grupal o colectiva" (Garzón y Rodríguez en Mayor and Pinillos, 1989, vol. 7, 3).

Este hecho, triste en mi opinión, no es un acontecimiento aislado en la Psicología Social. Podemos, incluso, ser benevolentes y pensar que tal postura sirvió para afianzar el status científico de la naciente ciencia de la Psicología en general. Pero, desde luego, que el "nuevo paradigma" haya resucitado a esta mente colectiva con un vigor y "elegancia científica" inusitados no se debe, desgraciadamente, a los Psicólogos ni Sociólogos, sino a las Ciencias Naturales citadas previamente.

 

3.2.- Atención: conciencia más allá del pensamiento y la emoción.

 

Igual que con la idea de una mente global independiente del cerebro que la “manifiesta”, existe otro término polémico: el de la Atención. Parece difícil postular en Psicología la existencia de un orden distinto al pensamiento, entendido éste como “procesamiento de la información”. Sin embargo, y por citar algunos, hay constructos próximos a la atención que han constituido los pilares básicos de paradigmas como la Gestalt de Köhler y su “insight” o “ajá” (fenómeno irónicamente observado en chimpancés). Por otro lado tenemos la citada “experiencia cumbre” o “mesetaria” de Maslow (1962). Y, más recientemente, tenemos el concepto de “flujo” (flow) de Csikszentmihalyi (1975, 1988). Asimismo, en el ámbito de la Organización de Empresas, e inspirándose en ideas previas del psicólogo organizacional Chris Argyris (1985), Peter Senge (1990) habla de “alineamiento”. También, un físico, como David Bohm (1982) con su “reo-modo” alude a constructos similares. Podemos incluso retrotraernos al pasado y encontrar el concepto de “epoche” en la filosofía fenomenológica de Husserl (1949, 1962). También quien firma este artículo ha desarrollado el término de “sintonía” (Grandío, 1996a). Pero es quizás el filósofo Jiddhu Krishnamurti quien más ha desarrollado las implicaciones vitales emergentes de estos estados a los largo de toda su literatura.

En el mundo de la experiencia diaria ¿qué queremos significar realmente cuando decimos que en tal restaurante “nos atendieron muy bien” o que tal persona es una persona “muy atenta” con los demás?

Para ilustrar mejor la respuesta sugeriríamos que el fenómeno opuesto a la atención es la intención. “A-tención” (del latín “a”: no, “tendere”: tendencia; ausencia de tendencia) puede ser presentada como opuesta a la “In-tención”, “intendencia”. Toda intención implica un objetivo, una estrategia y una división cognitiva intencional entre lo que se evalúa como esencial (la meta u objetivo) y lo que se juzga instrumental (lo que deviene en recurso). Asimismo, atención es presentada aquí como algo opuesto a la concentración, igual como que la conciencia es opuesta a la necesidad. En la concentración hay esfuerzo por nuestra parte y suele haber dos cosas distintas: lo que hacemos y el por qué lo hacemos (la intención).

Imaginemos un estudiante que tiene que estudiar un examen. Lo más probable es que no quiera hacerlo, pero se obligaría a sí mismo a centrar su “atención” en el libro (se esforzaría). Probablemente, en la mayoría de las veces, lo que está haciendo (estudiar) es un instrumento para aprobar la asignatura (meta u objetivo). Pero ese tipo de atención forzada no es atención genuina. Sin embargo, cuando hacemos algo que realmente nos gusta, solemos estar absortos por lo que hacemos (estado flujo), no estamos forzándonos a nosotros mismos, y no existe una diferencia entre nuestra acción y nuestra meta u objetivo (intención). Esto último es algo que podría acontecerle también a este estudiante aunque, con el sistema educativo imperante, la probabilidad es bastante baja.

Sigamos imaginando a este estudiante intentando comprender un problema de matemáticas que se resiste a su comprensión. Es también probable que la comprensión viniera de forma súbita al estilo del “aja” gestáltico. Y probablemente, aunque pueda no recordarlo con claridad, para que hubiese esta especie de "revelación", el estudiante tuvo que "prestar atención" completa en algún momento a lo que estudiaba. Y para prestar ésa atención démonos cuenta de que también es necesario "suspender" todos nuestros juicios y prejuicios (los cuales son representaciones y emociones activas en nosotros) y "ver" la situación con "ojos nuevos", sin la memoria acumulada del pasado (esto es la “epoché” de Husserl -1949; 1962-). Dicho de otro modo, para estar atentos hay que dejar de movernos dentro de la "corriente" incesante de pensamientos y emociones habituales en la que estamos inmersos diariamente. Nótese, además, que estos pensamientos y emociones son, casi en su totalidad, autorreferentes, de Ego y que es Maslow quien define las necesidades del Ego (de logro y de status) como algo propio de nuestra civilización.

Obviamente, este estado que llamamos intencional o “concentrado” constituye el estado más habitual de nuestra conciencia, un estado “egocentrado”. De hecho, es harto infrecuente que las personas normales estemos atentas. Lo usual es que la mayoría del tiempo, no importa si estamos solos o acompañados, estemos "concentrados" y que, sólo en algún momento, nos paremos a "reflexionar" (paso intermedio o puente hacia la atención) para comprender, para "darnos cuenta" de algo que no logramos captar. Mucho más difícil es que aprendamos a estar atentos, porque la atención va incluso más allá de la reflexión. Y va más allá porque, cuando se está atento, no existe pensamiento en el sentido estricto del término. Ya hemos comentado algunos autores relevantes del ámbito académico. Sin embargo, podemos incluso detectarlo en el lenguaje coloquial cuando oímos expresiones como “estar en la onda”, “enrollarse” o “estar en el rollo”. Es significativo también señalar que, para referirse a estados contrarios a éstos, suelen usarse expresiones peyorativas en las que la identidad, ego o rol cobra importancia central: “éste ¿de qué va?”, “va de salvador y de bueno” etc.

Existen muchas razones que podrían explicar el por qué no reflexionamos ni estamos atentos en general y funcionamos mayoritariamente encerrados tras los muros de la "identidad", en la ficticia seguridad de la autorreferencia. Quizá la más importante sea que tememos lo desconocido y que el reflexionar y atender nos “hacen aprender” cosas nuevas. Y, junto al miedo, esas cosas nuevas requieren varios esfuerzos. El primero comienza por el abandono de nuestro modo habitual y cómodo de representarnos el mundo, y el segundo porque esas nuevas cosas requerirán más esfuerzo aún para ser integradas en nuestra conciencia de modo coherente. No obstante, baste decir que la atención es concebida aquí como el factor central que nos lleva a la conciencia plena de las cosas y, puesto que tanto el aprendizaje como el desarrollo humano puede concebirse como un proceso de toma de conciencia de nuestras necesidades, la atención se configura como la herramienta por excelencia para llegar a esa conciencia.

Además, podemos contemplar el proceso de estar o no centrado en el Ego, de modo que la intención (que tiene que ver con la estrategia y la solución de problemas), supone un modo de aprendizaje egocentrado y motivado, mientras que la atención supone justo lo contrario. Por otro lado, la motivación en ausencia de ego podría denominarse militancia. Finalmente, la no motivación egocentrada podríamos contemplarla como Abstención o indiferencia.

 

 

 

 

 

Tabla 2: Aprendizaje, Motivación y Ego (elaboración propia). 

 

Motivación

No Motivación

Egocentrado

Intención

Abstención

No Egocentrado

Militancia

Atención

 

 

Figura 1.- Atención e Intención (elaboración propia).

 

Intentando sintetizar todas las aportaciones conocidas, podríamos definir la atención como la conciencia pura, como un estado de percepción directa independiente del tiempo y de la memoria, no dual (sujeto-objeto; perceptor-objeto percibido) y ajeno a todo esfuerzo. La atención pura es la conciencia sin estado. La atención pura no es un proceso psicológico ni tiene una vinculación directa con ningún tipo de “procesamiento de información”. La atención, en suma, no es un proceso cognitivo ni tampoco afectivo, más bien trasciende ambos niveles en un orden superior al que, eventualmente, aquellos procesos psicológicos pueden quedar subordinados. Además, este orden superior podría ser clarificado postulando la existencia de una “mente universal” independiente de los sujetos. Enseguida volvemos sobre esta afirmación.

Obviamente, nuestro estado habitual es, valga la redundancia, un “estado de conciencia”: la atención, como la luz, puede “caer” o volverse “coloreada” o “borrosa” como consecuencia de fenómenos psicológicos cognitivo-afectivos autorreferenciales. En tal caso, como hemos expuesto, deviene en “intención”. En la intención estaría el ámbito epistemológico propio de las disciplinas psico-sociales. En éste ámbito existe el tiempo, el esfuerzo, la memoria y sus representaciones y, cómo no, la causalidad y sus procesos atribucionales.

 

3.3- El Self, ego o rol.

 

En aras de simplificar y clarificar la exposición, y aún a riesgo de pecar de poco rigor, voy a partir de ciertos presupuestos:

a.- Concebir la identidad como un concepto similar e intercambiable con el de ego, yo, rol o self.

b.- Utilizar, en principio, una metáfora o paradigma cibernéticos próximos al paradigma cognitivo de procesamiento de la información, aunque teniendo en cuenta que el fenómeno trasciende esta perspectiva.

c.- Definir la identidad, el ego o rol como resultado una dialéctica entre dos conceptos polares: la necesidad y la conciencia. Utilizamos la conocida jerarquía de necesidades de Maslow (1954;1970) para definir las primeras.

d.- Definir el “mecanismo” de identidad como un proceso de “sintonía” o resonancia dual entre necesidad y conciencia.

e.- La necesidad y la conciencia son los aspectos no sólo motivadores, sino también definitorios de la identidad. En este contexto, solemos ser conscientes normalmente de los aspectos instrumentales que nos llevan a los finales, pero estos últimos permanecen en el ámbito de la necesidad (la cual suele ser inconsciente). La emoción y la motivación, pues, son determinantes de la identidad:

“Quien manda y dirige el proceso de búsqueda en la memoria de creencias que apoyen la conclusión deseada, y esa combinación creativa de conocimientos accesibles con vistas a nuevas creencias, es la motivación. La ilusión de objetividad de este proceso de justificación es tal que motivaciones diferentes dan lugar a creencias diferentes, y estas justifican conclusiones opuestas.” (Rodríguez y Betancor, 2007, 147)

Ampliando lo anterior, para el modelo que vamos a proponer, el Yo, el Self (tal como lo conceptúan las teorías Dinámicas y Fenomenológicas) y el Rol (como las teorías Sociológicas y de la Psicología Social y de las Organizaciones lo definen) son lo mismo: una "representación". El Rol interiorizado y cargado en memoria más a menudo es el Yo. Pero para que haya Rol o Yo, debe haber cierta desintonización o "desatención", al menos consciente, con la naturaleza o contexto, en el sentido ecológico y sistémico del término. Es así como este yo es separativo y se percibe como independiente del entorno.

Utilizando el modelo del procesamiento de Información y su analogía informática, el Rol podría asimilarse al Programa que, desde el Disco Duro, léase la Memoria a Largo Plazo (Almacenamiento Externo, en el caso de existir un programa adecuado en nuestro interior) o desde los Indicios Contextuales (caso de incertidumbre ambiental), se carga en la R.A.M. o Memoria de Trabajo (a corto plazo) para interactuar con el exterior (Grandío, 1996ª).

El ser humano “normal” sería casi asimilable al Rol o Ego porque su conciencia está prácticamente definida por él. En este caso, más allá del Rol no hay mas que ambigüedad o inconsciencia absoluta. El Rol, además, deviene diacrónicamente Cíclico (Sueño-Vigilia) así como de existencia Intermitente (según sea cargado en consciencia o no).

Además, a diferencia del estado de atención, el rol tiene una naturaleza esencialmente teleológica (lo que hemos denominado “intención”) en el sentido de optimizar, continua y puntualmente su Necesidad Activa, por ejemplo su "Imagen Social" (actualizando de forma histórica la deseabilidad social -caso del nivel 3 en la jerarquía de Maslow- o el Status -nivel 4- etc.). Nótese que, independientemente del nivel general de motivación de un individuo o grupo, esta optimización es puntual y totalmente endógena al contexto (al menos en las primeras etapas de la jerarquía), quizá como una analogía superior del instinto de supervivencia darwiniano, en el nicho ecológico o hábitat social. Ello implicaría considerar distintos niveles particulares de la necesidad activa.

Y tal proceder no se lleva a cabo en la interacción social “real” únicamente, sino que continúa cuando el sujeto se encuentra sólo. En este último caso, el Rol se disocia comúnmente en dos o más entidades (Roles o Egos) internas “virtuales” que representan, en el campo mental interior, una similar relación comunicativa y locutoria (cabe contemplar la alternativa de que se carguen dos roles simultáneos en RAM). Esta es otra de las razones que apoyarían el intrínseco carácter relacional y social del Yo: en solitario, el Yo tiene que desdoblarse para ser un Yo dentro de sí mismo. Si no lo hace, no hay Yo posible. Y ello le dota de continuidad aunque paradójicamente usted, lector, como yo, seamos el Rol “virtual” cargado en consciencia (diferente siempre) en un momento dado. Esto significaría que no existe un yo real, en el sentido sustancial, sino un paquete (Programa) de información que proyecta una continuidad y un centro (Ego) ilusorios (Grandío, 1996a).

En cuanto a la necesidad y la conciencia, podríamos concebirlos como dos polos opuestos ligados dialécticamente. Hemos dicho que la atención pura es un aspecto fundamental de la conciencia pura, pero que ésta puede ser “condicionada” por la necesidad. Nuestra conducta habitual y la de la mayoría de la humanidad se desenvuelve normalmente en este estado, y podemos encontrar infinidad de ejemplos de ella. Básicamente, la atención no es libre aquí, sino que está condicionada por nuestras necesidades. Muchos autores se han referido a esta atención con el conocido término de “atención o percepción selectiva”: sólo prestamos atención (seleccionamos) a aquello para lo cual tenemos una representación disponible y para la cual existe una emoción. Esto, además, quiere decir que en la atención selectiva pueden distinguirse dos tipos: la emocional y la representativa.

En la primera, la emocional, la selectividad viene dada por nuestras emociones, sean estas positivas o negativas. Aquí, necesidad viene del latín “ne cesse”. “Ne”: no y “cesse”: ceder, es decir: “no cede” (Bohm, 1980). Necesidad es así, emocionalmente, aquello en lo que “no cedemos”. De ahí se deriva lo que creemos “necesario” (derivado de necesidad) e imprescindible en nuestra vida. La necesidad constituye pues una especie de “fatalidad”, lo que es “inevitable” para nosotros y, por tanto, aquello en lo que “no cedemos” y hacia lo cual encaminamos todos nuestros esfuerzos y actividades en un momento determinado. Una emoción positiva nos hace ver lo que nos gusta. Por ejemplo, todos tendemos a “ver” más coches como el nuestro en la calle. Cuando paseamos nos fijamos en ellos. Pero si alguien nos pregunta si, en nuestro paseo, hemos visto otros coches como el suyo, seguramente no seamos capaces de responderle; diríamos: “no me he fijado”. Por otro lado, una emoción negativa puede impedirnos “ver” cosas. Por ejemplo la madre que piensa que su hijo es muy guapo y listo o esta misma madre negándose a admitir que su hijo toma drogas.

Pero también podemos tener atención selectiva porque carecemos de representación cognitiva adecuada a la experiencia. Por ejemplo, consideremos el siguiente dibujo.

 

 

Para una persona que no haya pasado de la enseñanza primaria, el dibujo anterior le sugerirá una especie de “gusanito” al lado de dos cruces y un “seis” del revés. Para alguien con estudios elementales, el dibujo representa “algo raro de matemáticas”. Para quien tuviese el bachillerato superior, estaría claro que el dibujo era una ecuación, pero que, probablemente no recordase o supiese cómo resolverla. Finalmente, un licenciado en matemáticas podría no sólo resolverla (si es lo que hubiésemos escrito tuviera algún sentido), sino incluso detectar inconsistencias en ella (por ejemplo señalar que no tiene sentido integrar una función racional junto a una trigonométrica combinadas de ese modo o que, simplemente, la sintaxis es errónea o incompleta).

En este caso la atención selectiva viene dada por el aspecto mental de la necesidad: el de “necedad”, de “no saber”, del latín “ne-scire”, no ciencia, necio. Necesidad vendría en este caso del latín “ne scire”. “Ne”: no y “scire”: saber, ciencia, conocimiento; es decir, “no saber”. Luego una necesidad es aquello de lo que no sabemos. La palabra “necio” viene de esta raíz: “ne-scire”. Un necio es aquél que “no sabe”, que carece de ciencia. Asimismo, una necedad es aquella conducta que está hecha sin conocimiento, sin ciencia. Luego actuar de acuerdo a la necesidad sería, en este contexto, una especie de acción ciega, una acción “necia” del que desconoce el por qué fundamental y la estructura de esa misma acción. Es obvio que este tipo de acción ciega no es libre: es, al igual que en el caso de la vertiente emocional de la necesidad, una acción condicionada.

Asimismo, sería interesante buscar la palabra opuesta a necesidad. Nosotros consideraremos utilizar la palabra conciencia, del latín “cüm scire”: con conocimiento, así como “conscire”: tener conocimiento de algo, consciencia. Conciencia es así “tener conocimiento o ciencia” de algo, como opuesto a los términos “necio” y “necedad” que implican lo contrario: no saber, sin ciencia. Esto se aplica al aspecto cognitivo. En el aspecto emocional podríamos concebir que conciencia viene de “cüm cesse”: “conceder”, ceder. La persona consciente pues, “concede”, es flexible emocionalmente y exhibe cierto sentido del humor y de la proporción al experimentar emociones trascendidas.

Figura 2.- Etimologías Emocional y Mental del término Necesidad (Grandío, 1999).

 

4.- La identidad “D” como una dialéctica evolutiva de las necesidades.

 

Lo que hemos denominado Necesidad Activa está cimentada en la jerarquía de necesidades de Maslow y en la transacción de bienes-atributos-símbolos que las satisfacen. Una sugerencia en este sentido puede verse en la tabla siguiente. En ella se supone que la evolución lleva a los sujetos a enfrentarse a la dicotomía existente entre la necesidad que está trascendiéndose y la inmediata superior. Aunque se esté crecientemente motivado por la superior, la inferior jugaría el papel compensador, motivando por igual al principio y quizás convirtiéndose en una especie de rémora o restricción al final. El relativo equilibrio entre éstas vendría seguido de la nueva necesidad superior donde se repetiría el proceso.

 

Tabla 3.- Evolución de Variables Dicotómicas a Optimizar por el "Yo". (Grandío, 1996a).

 

En cuanto a

Variable Dicotómica

"Deseconomías"

Trascendencia

Señal

Verdad (Todo)

Comprensión

Realidad (Yo)

Ignorancia

Autorrealización

Significado

Comprensión 

Prestigio

Ignorancia

Desprestigio

Ego

Diferenciación

Status

Prestigio 

Éxito

Desprestigio

Fracaso

Logro

Éxito 

Aceptación

Fracaso

Marginación

Sociales

Asimilación

Aceptación 

Orden

Marginación

Desorden

Seguridad

Existencia

Orden 

Adaptación

Desorden

Inadaptación

Fisiológicas

Supervivencia

Adaptación 

 

Inadaptación

 

 

 

El cambio (movimiento evolutivo ascendente) vendría definido por el fenómeno del “insight” resultante a estados puntuales de atención/conciencia pura. Así, existiría un gradual “insight”, “realizing” o “darse cuenta” (intuición) que haría trascender una necesidad concreta y haría, en la misma medida, que la necesidad superior cobrara fuerza.

Es difícil encontrar palabras para definir tal insight. Existe el término inglés de "realizing", “darse cuenta” que parece ser la que más se acerca a su naturaleza. El cambio vendría al "darse cuenta" de que la lucha inicial dicotómica no es sino un juego de ajuste de optimización de ambas respecto a una tercera que es la superior en jerarquía. Se esperaría así que combinaciones cada vez más inclinadas a favor del factor superior, sean las que optimicen la consecución de aquel superior a este último. Y ello sería así hasta que estos dos superiores devenguen finalmente en una nueva dicotomía respecto a la optimización del siguiente en jerarquía. Por ejemplo, combinaciones con una "ratio" creciente entre éxito y aceptación serían las óptimas para conseguir valores máximos de prestigio. Llegado un momento, la aceptación sería irrelevante, mientras que la dicotomía se habría establecido entre el prestigio y el éxito respecto a la comprensión.

A lo largo del continuo podríamos definir las distintas identidades en función de la necesidad activa. Esto queda expuesto en la tabla siguiente.

 

Tabla 4.- Identidad según la necesidad activa (elaboración propia).

Necesidad

Identidad

Psicología

Motivación

Management

Nivel S

(del Ser)

Ciencia Holográfica, Sincronicidad

Trascendencia

Trascendente

Unitiva

Transpersonal

Experiencia Cumbre

 

Autorrealización

Vocacional

Interdependiente

Humanista

Flow

Learning Company

Nivel D

(déficit)

Ciencia Newtoniana, Causalidad

Status (Ego)

Profesional

Competente

de las

Organizaciones

Reconocimiento

Gestión por Competencias, del Conocimiento

Logro (Ego)

Emprendedora

Independiente

Incentivos

Gestión por Objetivos, de Recursos Humanos,

Social (Sociales)

Social

Semejante

Dependiente

Social

Pertenencia

Gestión por Equipos

Sindicatos

Amor (Sociales)

Personal

Diferente

de la

Personalidad

Valoración

Gestión de Personal, Relaciones Humanas

Seguridad

Convencional

Industrial y del Trabajo

Cumplimiento, Obediencia

Burocracia, Taylorismo, Fayolismo

Fisiológicas

 

Básica

 

 

Notemos algo interesante. A partir de las necesidades del Ego (logro y status), la conducta viene modulada por factores que pocos investigadores sociales parecen valorar en su justa medida. Así, lo que en Psicología se conoce como el efecto del experimentador y similares (Orne, Rosenthal, Greenspoon etc.) que son tomados como varianzas residuales en la mayoría de experimentos son, demasiadas veces, lo más significativamente importante del Rol o de la Identidad emprendedora o profesional, su esencia teleológicamente dirigida a objetivos personales. Tal es, en disciplinas como el Management, uno de los pilares del modelo de Dirección Estratégica y de la Teoría de Juegos aplicados a ámbitos económicos y de empresa. Por el mismo motivo, es probable que esto tenga peso al justificar la desilusión provocada por el concepto de Actitud en ciertos científicos sociales contemporáneos cuando no se ha tenido en cuenta el nivel de conciencia de los sujetos puesto que, para las identidades citadas, la Actitud sólo cobra significación en un marco puntual y dinámicamente determinado por el contexto de la interacción. Si no en su totalidad, para estas identidades la actitud llega a ser, en gran parte, maleable y flexible hasta extremos en que la situación experimental y/o instrumentos de medida son, frecuentemente, incapaces de captar.

Así, en los casos de la identidad emprendedora o profesional, la Psicología Social se revelaría insuficiente en favor de la Psicología de las Organizaciones, puesto que supondría conceptuarla dentro de un complejo sistema de decisiones estratégicas que el sujeto pondera en aras de la optimización citada. Cierto es que casi todas las definiciones de Actitud exigen que esté dotada de "cierta permanencia", p.ej. el racismo etc., pero están ignorando el "porqué" de esta permanencia. Esta es aquí una variable dependiente del contexto.

De la tabla anterior cabría inferirse que la identidad social (dependiente) precede a la identidad individual (independiente o competente), y que esta última supone un “escalón evolutivo” superior. Sólo en esta última se desarrolla el verdadero Ego (independiente y capaz de gestionar su entorno en función de sus objetivos) tal como es conocido y la actitud egocéntrica coordinada produce una personalidad dotada de cierta coherencia. El egoísmo humano (necesidades del Ego de Maslow) es visto aquí, pues, como un gran logro evolutivo por el cual la humanidad en pleno debería pasar sin excepción. Sin embargo, la identidad individual (el yo, el self o el ego), una vez maduro y llegado a su máxima expresión debería ceder hacia otro tipo de identidad más abarcante y menos autocentrada. Es probable, además, que el estado de la humanidad actual sea el consecuente a la crisis del “ego máximo” con la correspondiente emergencia de otro tipo de necesidades no basadas en el déficit. Maslow mismo fue muy crítico a la hora de referirse a los niveles “S” con los constructos de necesidad, motivación e incluso autorrealización, por su inadecuación a la naturaleza de tales estados.

 

4.1- La identidad del ser.

 

Y esto es lo que va a exponerse a continuación: la hipótesis de si se puede trascender, ir más allá de la identidad D (asimilables a las necesidades X de Maslow/McGregor). Se propone que ambas están generadas por las necesidades de déficit (D) de Maslow (seguridad, sociales –pertenencia y amor- y de ego –logro y status-) y que la Atención sostenida genera una progresiva independencia de ellas. Esta atención viene promovida por las necesidades del ser (B de being) y genera una trascendencia del campo de las Representaciones Sociales. Desarrollamos ahora lo que Maslow encontró en cuanto a las personas autorrealizadas y la experiencia cumbre.

 

Figura 3.- Necesidades, Identidades por Déficit e Identidad del Ser (elaboración propia).

 

 

4.2 La Identidad de Ser, Experiencia Cumbre y el Conocimiento S.

 

Como exponíamos al final del apartado 2, Maslow encontró que todos los sujetos autorrealizados que investigó relataban haber tenido una experiencia especial: la experiencia cumbre. En ella se daba un conocimiento peculiar que Maslow rotuló como "Conocimiento S", conocimiento del "ser". Y este tipo de conocimiento tiene características especiales. Como podrá verse, reviste características "paradójicas" o difícilmente explicables desde una ciencia tradicional basada en "partes o variables separadas" y en relaciones causales (ciencia "newtoniana"). Sin embargo, cuadran fácilmente en los nuevos paradigmas expuestos en el apartado 1. En la tabla siguiente se intentan resumir algunas de sus características más relevantes (Maslow, 1968, 112-138):

Tabla 5.- Algunos aspectos de la Experiencia Cumbre (extraído de Maslow, 1968, 112-138).

1. La experiencia del objeto es vista como un todo global, como una unidad completa, abstraída de cualquier relación, utilidad, conveniencia o finalidad.

2. Lo percibido es captado completa y exclusivamente. A este fenómeno podríamos denominarlo "Atención Total".

3.- Se contempla el mundo como algo independiente, de uno mismo y de los demás. No hay proyección sobre la realidad de finalidades típicamente humanas. Ello capacita para percibir con mayor fidelidad la naturaleza del objeto en sí mismo.

4. Se trasciende el ego, se ignora sus propios intereses y puede ser altruista, inmotivada, impersonal, carente de deseos, no basada en la necesidad, independiente.

5. Es sentida como un momento autovalidante y autojustificado que contienen en sí mismo su propio valor intrínseco. Es decir, se trata de un fin en sí mismo, una experiencia-fin más bien que una experiencia medio.

6. Se da una desorientación muy característica con respecto al tiempo y al espacio, se podría decir que la persona está fuera de éstos. En el furor creativo, el poeta, el artista o científico se olvida de sus alrededores y del paso del tiempo.

7. Se muestra sólo como buena y deseable y jamás como mala o indeseable. Es placentera "gozosa" en un sentido ontológico. Hacen que se confundan el "es" y el "debería ser".

8. Son más absolutas y menos relativas, mientras que las normales están inmersas dentro de la historia y la cultura así como las cambiantes necesidades humanas. Ya, Aldous Huxley le llamó "La Filosofía Perenne".

9. El conocimiento es más pasivo y receptivo que el ordinario. Este último supone una elección del contenido a percibir (atención selectiva) y exige un estado de alerta, vigilancia y tensión siendo pues, fatigoso. En el primero, sin embargo, se da, como Krishnamurti lo describe, una "conciencia sin elección".

10. La reacción emocional en la experiencia cumbre posee un sabor especial de admiración, pasmo, reverencia, humildad y rendimiento ante la experiencia como ante algo grande. Los examinados por Maslow lo describen como que "es demasiado grande para mí", "es más de lo que puedo soportar", "es demasiado maravilloso” o “podría morir en este mismo momento".

11. Se fusionan, trascienden o resuelven muchas dicotomías, polaridades y conflictos. Las personas que se autorrealizan son a la vez egoístas y desinteresadas, dionisíacas y apolíneas, individuales y sociales, racionales e irracionales, en comunidad con los demás y desligados de ellos, etc.

12. Pérdida completa, aunque momentánea, de todo temor, ansiedad, inhibición, defensa y control, un cese de toda renuncia, demora y coerción.

13. Existe una especie de paralelismo o isomorfismo dinámico entre lo interior y lo exterior. Así como el Ser esencial del mundo es percibido por la persona, de manera concurrente ésta se aproxima a su propio ser.

En cuanto a este tipo de experiencia, Maslow nos previene de caer en el patrón atávico de encasillarla dentro de fenómenos místicos o paranormales:

"Es muy importante separar esta experiencia de cualquier referente teológico o sobrenatural, aunque durante miles de años se haya asociado con tales cosas. Por ser ésta una experiencia natural, si bien dentro del terreno de la ciencia, yo la llamo experiencia límite." (Maslow, 1970, 212)

 

4.3.- La Necesidad de Trascendencia como fin de la identidad: la teoría Y y la Z.

 

Como hemos avanzado, la exhaustiva investigación entre los autorrealizados reveló más tarde la existencia de dos grupos bien diferenciados dentro de ellos. Si bien todos tenían las experiencias cumbre anteriores, había un buen número que no sólo las tenía más frecuentemente, sino que les daba más importancia que el otro grupo y ello parecía producir características distintivas. A este ultimo grupo le denominó autorrealizadores "meramente sanos", propios del nivel 5º (y último de su primera jerarquía: la autorrealización), mientras que a los del nuevo nivel superior (el 6º) los llamó "trascendentes" (Maslow, 1971, 335-352).

En la literatura académica habitual suele ignorarse su última revisión de la pirámide con la añadidura de una "necesidad" más elevada. Pero, en efecto, la jerarquía citada fue modificada por Maslow en el último año de su vida. Como he señalado, éste descubrió que cabía distinguir entre los autorrealizados dos tipos bien definidos: el meramente sano y aquél que iba aún más allá de la autorrealización citada y "trascendía el Ego". Siguiendo la conocida clasificación que McGregor (1960) hizo de los estilos de liderazgo X e Y, asimiló los X a aquellos que aún no habían alcanzado el nivel de las necesidades de autorrealización (los 4 primeros niveles), el nivel Y a lo que ahora rebautizó como autorrealizadores "meramente sanos" y, como una extensión del mismo continuo, asignó la letra Z a aquellos que alcanzaban el nivel más allá de Y.

Así vista, la tradicional pirámide de 5 niveles jerárquicos quedó transformada en una de 6:

Tabla 6.- Jerarquía Definitiva de Necesidades de Maslow. (Fuente: elaboración propia desde Maslow, 1971.)

 

6.- Trascendencia 

Secundarias

Z

5.- Autorrealización

Y

4.- Estima

X

3.- Sociales 

2.- Seguridad 

Primarias

1.- Fisiológicas 

Maslow llegó a encontrar hasta 23 rasgos distintivos del Z respecto al Y. Algunas veces es una diferencia de grado, otras más radical. En la siguiente tabla se citan algunos de ellos (Maslow, 1971, 335-349):

Tabla 7.- Algunos rasgos distintivos del nivel Z de Maslow (Maslow, 1971, 335-349).

 

1. Para los Z, las experiencias cumbres y mesetarias se convierten en lo más importante de su vida.

2. Hablan más fácil, natural, normal e inconscientemente el Lenguaje del Ser (lenguaje-B), el lenguaje de los poetas, místicos, visionarios, personas profundamente religiosas ... etc.

3. Perciben la realidad de forma unitiva o sagrada al mismo tiempo que la ven al nivel práctico o cotidiano.

4. Están metamotivados mucho más consciente y deliberadamente, es decir, ven los valores del ser y les motivan más la belleza, la verdad, bondad, etc.

5. Son más holistas respecto al mundo. La humanidad es una y conceptos como el "interés nacional", la "religión de mis padres" o "diferentes grados de personas o de cociente intelectual" dejan de existir.

6. Tendencia natural a la sinergia (intrapsíquica, interpersonal, intracultural, e internacional), en el sentido de trascender la dicotomía entre el egoísmo y la generosidad incluyendo a ambos bajo un concepto de orden superior.

7. La trascendencia del ego se hace con mayor facilidad, mientras que los Y suelen ser “identidades fuertes”.

8. Exhiben una correlación positiva, y no a la inversa como es habitual, entre el incremento del conocimiento y el incremento del misterio y del asombro. La mayoría de la gente considera que el conocimiento científico disminuye el misterio y, por consiguiente, el miedo, puesto que para la mayoría, el misterio engendra temor.

9. Más experiencia de "talidad" que los demás: se quedan hipnotizados por los colores de un charco o el movimiento de una oruga.

10. La capacidad de vivir simultánea en los niveles S y D de la realidad.

11. Tienen menos miedo de los "chiflados" y "majaretas" que los demás, por lo que es muy probable que sean buenos selectores de gente creadora, lo cual también los haría los mejores directores de personal, selectores o consejeros.

12.- Mayor impulso a contemplar y examinar frente al común impulso de "hacer algo" al objeto.

13. Son "postambivalentes" en el sentido de amor, aceptación y expresividad totales, incondicionales y sin conflictos, en lugar de la habitual mezcla de amor y odio que pasa por “amor”, amistad, sexualidad, autoridad, poder, etc.

La importancia de este nuevo nivel se revela tanto mejor cuanto que este autor descubrió que no sólo era característico de artistas, filósofos o místicos sino:

"Puesto que muchos tendrán dificultades en creerlo, debo decir explícitamente que he encontrado aproximadamente tantos autorrealizadores trascendentes entre los hombres de negocios, industriales, directores, educadores y políticos como entre los «religiosos» de profesión, los poetas, intelectuales y otros que se supone son autorrealizadores trascendentes y así se les etiqueta oficialmente". (Maslow, 1971, 348).

La razón de que este fenómeno no parezca ser más patente es esclarecida por Maslow:

"Cualquier sacerdote hablará de trascendencia incluso si no tiene la menor idea o experiencia personal de ella. Y muchos industriales ocultarán cuidadosamente su idealismo, sus metamotivaciones y sus experiencias trascendentes bajo una máscara de «dureza», «realismo», «egoísmo», y toda clase de términos que habría que poner entre comillas para indicar que sólo son superficiales y defensivos." (Maslow, 1971, 349).

Pero ¿qué se trasciende realmente? ¿con qué se “opera” cuando el ego está ausente y se dan este tipo de experiencias cumbre? Probablemente existe un nivel no aislado o distinto del "entorno", un campo cuántico sin divisiones, "seamless". Al trascender nuestra mente concreta (léase cognición, procesamiento de información etc.) produce en ella una especie de "cortocircuito", al estilo del error (desbordamiento en división) de un ordenador al intentar dividir un número por 0. Esto da lugar a un lenguaje paradójico, contradictorio ... tan propio de los poetas y de los místicos. Como afirma Ken Wilber:

"... según ... Habermas ... cuando la mente se limita al conocimiento sensorial el modo se denomina empírico-analítico, y su interés es técnico. Cuando la mente trabaja con otras mentes, el método es hermenéutico, fenomenológico, racional o histórico y su interés es practico o moral. Añadámosle ahora la visión mística, que Habermas no cubre directamente, y digamos que cuando la mente intenta conocer el dominio espiritual, su modo es paradójico o radicalmente dialéctico, y su interés es soteriológico. Aquí lo pondré en este diagrama:

Mente

Espíritu - paradójico-mandálico/soteriológico.

Mente - hermenéutico-fenomenológico/moral.

Materia - empírico - analítico/técnico" (Wilber en Wilber y otros 1986, 313).

Cabe recordar innumerables ejemplos de este tipo de lenguaje paradójico en místicos: el célebre "vivo sin vivir en mi" de Teresa de Ávila o "a la caza yo di alcance" de Juan de la Cruz, en personas enamoradas: "eres mi aliento y mi agonía" en la canción de Luz Casal etc. 

Subrayemos de nuevo el profundo paralelismo existente entre los paradigmas emergentes citados en el primer apartado y estos niveles de autorrealización. Bien podría desprenderse que la emergencia de aquellos paradigmas fueran la consecuencia paralela de la emergencia de "científicos autorrealizados". O dicho de otro modo: la experiencia cumbre es la vivencia experimental y subjetiva del nuevo paradigma en la ciencia. Siendo esto así, la Psicología tiene aquí un vasto campo a investigar consecuente a la inevitable crisis que ampliará sus rígidas fronteras allende esa identidad que parece haberla atrapado en sus fronteras.

Como conclusión podríamos decir que hay dos paradigmas en pugna en la actualidad que provocan la tremenda crisis planetaria. El antiguo (operando desde las necesidades D) está basado en la mecánica de Newton que percibe "cosas" separadas, causas y efectos, egos separados e identidades deficitarias movidas por la autorreferencia individual, social, corporativista, religiosa y nacional. Este movimiento, forzosamente, es competitivo. El emergente, por otro lado, percibe un "campo común" en todo lo existente, un orden implícito que  "dota de sentido" a todo. Porque cuando la mente "...no se encuentra ocupada, es extraordinariamente libre, percibe una gran belleza. Pero la mente vulgar y mezquina, la insignificante mente de segunda mano, está siempre ocupada con el conocimiento, ocupada en llegar a ser una cosa u otra, en formular preguntas, en discutir, argüir; jamás está quieta, jamás es una mente desocupada y libre. Cuando existe una mente así, desocupada, desde esa libertad adviene la suprema inteligencia ‑jamás lo hace desde el pensamiento" (Krishnamurti, 1985, 7).

 

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