VOLUMEN: VI NÚMERO:
14-15
PATRONES DE ATENCIÓN VISUAL A ESTÍMULOS EMOCIONALES PICTÓRICOS
Manuel Gutiérrez Calvo, Aida Gutiérrez García y Pedro Avero Delgado
Universidad de La Laguna, Tenerife
Dirección:
Manuel Gutiérrez Calvo
Departamento de Psicología Cognitiva
Universidad de La Laguna
38205 Tenerife, España
E-mail: MGCALVO@ULL.ES
El objetivo de este estudio es examinar los patrones de movimientos oculares en la dirección de la mirada a estímulos pictóricos de contenido emocional, cuando éstos son presentados a la vez que estímulos neutros emocionalmente. En términos generales, los estímulos emocionales producen reacciones afectivas y motivan la conducta apetitiva o la defensiva, debido a que dichos estímulos tienen importancia adaptativa. Si esto es así, entonces los estímulos emocionales deberán ser objeto preferente de atención por parte del sistema cognitivo. En este contexto tiene interés investigar cómo varía el curso temporal de la atención en función del contenido emocional de los estímulos, si los patrones de atención preferente a los estímulos emocionales son diferentes según que los estímulos sean agradables (valencia emocional positiva) o desagradables (valencia emocional negativa), y si es el contenido o significado emocional propiamente dicho, o son más bien las características de saliencia perceptiva, el factor responsable de la atención preferente recibida por tales estímulos. Para responder a estas cuestiones, en el presente estudio, (a) se registraron medidas de la mirada como indicador de atención a lo largo de 3 segundos de presentación de los estímulos; (b) éstos consistieron en fotografías representativas de escenas agradables o desagradables, presentadas a la vez que fotografías no emocionales; y (c) dichos estímulos se presentaron en color (saliencia perceptiva mayor) o en blanco y negro (saliencia perceptiva menor).
En los últimos años ha habido un notable auge en el interés por los mecanismos de procesamiento de estímulos emocionales pictóricos. Para ello se han utilizado dibujos esquemáticos o fotografías de caras con expresiones de enfado, alegría o tristeza (Bradley, Mogg, Falla, y Hamilton, 1998; Fox et al., 2000; Fox, Russo, Bowles, y Dutton, 2001; Mogg y Bradley, 1999; Mogg, Millar, y Bradley, 2000; Öhman, Lundqvist, y Esteves, 2001), fotografías de estímulos fóbicos, tales como arañas, sangre, etc. (Hamm, Cuthbert, Globisch, y Vaitl, 1997; Hermans, Vansteenwegen, y Eelen, 1999; Öhman, Flykt, y Esteves, 2001), y de estímulos aversivos variados, tales como imágenes de personas heridas, agresiones, accidentes, etc., y estímulos apetitivos, tales como imágenes eróticas, personas sonriendo, expresiones de afecto, etc. (e.g., Bradley, Cuthbert, y Lang, 1996; Buodo, Sarlo, y Palomba, 2002; Cuthbert, Schupp, Bradley, Birbaumer, y Lang, 2001; Freeman, Garety, y Phillips, 2000; Lang, Greenwald, Bradley, y Hamm, 1993; Yiend y Mathews, 2001).
Utilizando caras esquemáticas como estímulos en una tarea de búsqueda visual, Fox et al. (2000), Öhman, Lundqvist, y Esteves (2001), y Tipples, Atkinson, y Young (2002) encontraron que las caras discrepantes eran detectadas más rápidamente, entre un conjunto de caras neutras iguales, que las caras alegres y que las tristes. Por su parte, Mogg y Bradley (1999), empleando fotos de caras reales y una tarea de detección de puntos (dot probe), observaron que las caras de enfado atraían la atención más que las alegres cuando eran presentadas a la vez que caras neutras. Con fotografías de estímulos fóbicos (arenas y serpientes) y una tarea de búsqueda visual, Öhman, Flykt, y Esteves (2001) informaron de que los estímulos fóbicos fueron detectados más rápidamente entre un conjunto de estímulos no fóbicos (flores y setas) que a la inversa. Tipples, Young, Quinlan, Brooks, y Ellis (2002) hallaron una ventaja en la detección de fotos de animales desagradables, y también de los agradables, en comparación con plantas. Con fotografias que representaban escenas emocionales variadas, y con un paradigma de tiempo libre de mirada a los estímulos, Christianson, Loftus, Hoffman, y Loftus (1991) encontraron que los sujetos se fijaban más a menudo en los estímulos negativos emocionalmente que en los positivos, mientras que en el estudio de Lang et al. (1993) los sujetos se fijaban durante más tiempo en los negativos que en los positivos. Con un paradigma de tarea secundaria durante la presentación de los estímulos pictóricos, Bradley et al. (1996) y Buodo et al. (2002) observaron tiempos de reacción más largos al estímulo de la tarea secundaria (una palabra o un sonido) cuando era presentado mientras los sujetos veían fotografías desagradables o agradables que mientras veían fotos neutras, lo cual sugiere que los estímulos emocionales estaban demandando mayores recursos atencionales. Finalmente, a una conclusión semejante se ha llegado en los estudios que han medido actividad cortical del cerebro (potenciales evocados y resonancia magnética funcional), evidenciando una onda lenta positiva y amplia (Cuthbert et al., 2001) y activación incrementada en el cortex occipital (Bradley et al., 2003) durante la presentación de estímulos pictóricos agradables y desagradables, en comparación con los neutros.
Por consiguiente, los estímulos pictóricos emocionales, particularmente los de contenido negativo, desagradable o aversivo, reciben especial atención. Ahora bien, este concepto general de atención puede ser examinado y desglosado en componentes más específicos, tales como el de selectividad (o procesamiento preferencial) y el de estadios (o curso temporal). La selectividad atencional se refiere a la probabilidad de que un estímulo emocional sea atendido (y a la cantidad de atención recibida) en comparación con un estímulo neutro, cuando ambos son presentados simultáneamente. Este aspecto atencional no ha podido ser investigado en los estudios en los que sólo se presentaba un estímulo cada vez (Bradley et al., 1996, 2000; Buodo et al., 2002; Christianson et al., 1991; Cuthbert et al., 2001; Lang et al., 1993; Schupp, Cuthbert, Bradley, Birbaumer, y Lang, 1997). Tales estudios pudieron determinar la cantidad total de atención recibida por los estímulos emocionales, pero no la asignación relativa de recursos de procesamiento en comparación con los estímulos no emocionales. Esta cuestión es especialmente relevante para una premisa fundamental de la mayoría de los modelos de procesamiento preferencial de procesamiento de información emocional (Mathews y Mackintosh, 1998): Para que haya atención selectiva o preferente a los estímulos emocionales tiene que haber competencia entre estímulos que demanden recursos comunes al mismo tiempo. Esto implica que al menos otro estímulo (no emocional) tiene que ser presentado simultáneamente con el emocional.
La selectividad o preferencia atencional sí ha podido ser determinada, no obstante, en los estudios que han utilizado las tareas de búsqueda visual (Öhman, Flykt, y Esteves, 2001) y la de detección de puntos (Mogg y Bradley, 1999), ya que en ellos se presentan dos o más estímulos a la vez, siendo alguno de ellos de carácter emocional. No obstante, estos dos paradigmas presentan limitaciones en relación con el segundo aspecto a investigar, esto es, el curso temporal de la atención. La razón es que proporcionan una medida global de los recursos atencionales empleados, sin identificar componentes ni estadios. Para determinar el curso temporal, así como la separación entre un componente de orientación atencional inicial al estímulo emocional y otro componente de mantenimiento o focalización atencional subsiguiente, se puede emplear la técnica de registro de movimientos oculares. Para este propósito hemos registrado la dirección y duración de la mirada de modo continuo a lo largo de 3 segundos de presentación de parejas de estímulos pictóricos. La probabilidad de dirigir la primera fijación visual a una de las fotografías sirvió para medir el componente de orientación inicial; el número de fijaciones posteriores en cada estímulo, así como la duración de éstas sirvió para medir el curso temporal del componente de mantenimiento atencional. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que la dirección y duración de la mirada son medidas externas de la atención: que es posible atender internamente a un estímulo sin mirarlo directamente, y que la atención suele preceder a la mirada (Hoffman, 1998). No obstante, normalmente, el centro foveal de la visión se reorienta para que coincida con el objeto de la atención, con una asincronía temporal de sólo unas pocas milésimas de segundo. Por ello asumimos que la mirada es una medida directa de la atención externa e, indirectamente, de la atención interna.
La separación de los dos componentes atencionales nos permitirá someter a prueba la hipótesis de la orientación automática de la atención a estímulos emocionales, así como la hipótesis de la focalización o enganche de la atención por parte de tales estímulos después de que han sido detectados. Si, cuando aparecen el par de estímulos simultáneamente, la primera fijación visual se dirije al emocional más que al neutro, entonces recibirá apoyo la hipótesis de la orientación. Si, con independencia de la primera fijación, el número posterior de fijaciones y/o la duración de ellas tienen lugar especialmente en el estímulo emocional, esto supondrá un apoyo para la hipótesis de la focalización. Obviamente, las dos hipótesis no son incompatibles, sino que cada una se centra en aspectos atencionales diferentes.
Aparte de este objetivo principal de determinar el curso temporal de la atención a estímulos pictóricos emocionales, el presente estudio permite abordar dos objetivos más. Uno de tales objetivos es comparar la hipótesis de la emocionalidad con la hipótesis de la negatividad. Según la primera de estas hipótesis, todos los estímulos emocionales, tanto los de valencia positiva (o agradables) como los de valencia negativa (o desagradables), atraerán especialmente la atención, en comparación con los neutros. En cambio, de acuerdo con la hipótesis de la negatividad, serán los de valencia negativa los que reciban atención preferente.
El otro objetivo trata de determinar si el patrón de atención preferente a los estímulos emocionales frente a los neutros obedece a las características de contenido emocional propiamente dicho de los estímulos, o si está causado por características físicas perceptuales más que semánticas de los estímulos. En el primer caso, tendríamos la hipótesis de la valencia emocional; en el segundo, la hipótesis de la saliencia perceptiva. Para someterlas a prueba, presentamos los estímulos pictóricos bien con saliencia perceptiva alta, es decir, en toda la gama natural de colores para los objetos incluidos en las fotografías; o bien con saliencia perceptiva baja, con los mismos objetos presentados solo en blanco y negro. Si la atención preferente a los estímulos emocionales se debe a su contenido emocional, entonces dicha preferencia atencional se producirá no sólo con saliencia perceptiva alta, sino también con saliencia baja. En cambio, si los estímulos emocionales atraen la atención más que los neutros sólo cuando son presentados en color, entonces deberemos atribuir el poder de atención no tanto a un procesamiento de su contenido emocional como a un procesamiento superficial de características físicas.
Participants. Veinticuatro estudiantes de psicología de la Universidad de La Laguna participaron como sujetos (18 mujeres; 6 hombres), como parte de las prácticas en una asignatura.
Estímulos. Como estímulos pictóricos se utilizaron 72 fotografías digitalizadas en color seleccionadas del IAPS (International Affective Picture System; Center for the Study of Emotion and Attention, 1999). De cada una de las fotos originales en color del IAPS se construyeron otras 72 versiones en blanco y negro (escala de grises; mediante el programa Adobe Photoshop). Dentro de los estímulos había dos grupos. Por un lado los estímulos de control y por otro los experimentales. Los de control (30 fotos) tenían un carácter neutro emocionalmente y representaban objetos inanimados (objetos de la casa). Los experimentales (30) representaban a personas en todos los casos. No obstante, dentro de ellos, los neutros (10 fotos) reflejaban situaciones de la vida cotidiana sin un carácter emocional; los positivos (10 fotos) hacían referencia a situaciones placenteras (manifestaciones de afecto o diversión); los negativos (10 fotos) eran relativos a situaciones aversivas (amenazas o daños). En cada ensayo se presentaban dos fotos: una de control y otra experimental, combinadas de modo aleatorio. Había, además, 12 fotografías para los ensayos de práctica, de contenido no emocional.
Los números de identificación en el IAPS de las fotos utilizadas fueron los siguientes. Para las fotos de control: 6150, 7000, 7002, 7004, 7009, 7010, 7020, 7030, 7034, 7035, 7050, 7060, 7080, 7150, 7170, 7175, 7179, 7190, 7205, 7207, 7211, 7217, 7233, 7234, 7490, 7491, 7500, 7510, 7705, 7950. Para las experimentales neutras: 2190, 2235, 2393, 2595, 2745, 2840, 2850, 7493, 7496, 7550; para las experimentales negativas: 2800, 3051, 3181, 3530, 6313, 6560, 6838, 8485, 9040, 9410; y para las experimentales positivas: 2040, 2070, 2165, 2352, 2360, 2550, 4641, 4653, 4700, 7325.
De acuerdo con los estudios normativos realizados en muestras de universitarios españoles por Moltó et al. (1999) y Vila et al. (2001), las cuales han deparado resultados equiparables a los realizados en las muestras originales estadounidenses (Center for the Study of Emotion and Attention, 1999), las puntuaciones medias en valencia emocional fueron de 5.39 para de los estímulos experimentales neutros utilizados en este estudio, de 1.95 para los negativos y de 7.97 para los positivos, en una escala de 1 a 9 puntos. La valencia media de los estímulos de control fue 5.00. Un ANOVA de una vía para comparar los tres grupos de estímulos experimentales reveló diferencias significativas entre todos ellos, F(2, 27) = 495.39, p < .0001 (todas las comparaciones múltiples post-hoc Bonferroni fueron significativas: p < .001). Un contraste entre los estímulos de control y los neutros experimentales mostró una ausencia de diferencias significativas (t < 0.5).
Instrumental. Las fotografías se proyectaron en una pantalla blanca de 210 x 190 cm, mediante un proyector Hitachi LCD conectado a un ordenador que controlaba la presentación de los estímulos. Una camara digital Panasonic NV-MX7EG grababa las posiciones del ojo del sujeto, con una velocidad de muestreo de 50 Hz (es decir, cada 20 milisegundos, lo que equivale a 50 muestras por segundo) y una resolución especial de 2.5 grados de ángulo visual. El sujeto tenía su barbilla y su frente apoyadas e inmóviles en una mentonera a una distancia de 260 cm de la pantalla. Al inicio de cada ensayo el sujeto tenía que mirar a un punto de fijación central en la pantalla, lo que permitía calibrar la ubicación de la mirada y determinar los cambios subsiguientes en la dirección de la mirada a alguno de las fotos de cada par. La cámara estaba colocada entre el sujeto (a 230 cm) y la pantalla.
Diseño. El diseño experimental estuvo constituido por la combinación ortogonal de dos factores intra-grupo, la valencia emocional de las fotografías experimentales (neutra vs. positiva vs. negativa), y la saliencia perceptiva (fotografías en color vs. en blanco y negro). Cada sujeto recibió la mitad de los ensayos con fotografías en color y la otra mitad en blanco y negro. La asignación de formato en color o blanco y negro para cada foto y para cada sujeto fue contrabalanceada, y el orden de presentación fue establecido aleatoriamente.
Procedimiento. Las sesiones experimentales se llevaron a cabo individualmente. A los participantes se les informaba de que la tarea a realizar consistía en mirar dos fotos en cada ensayo y determinar si pertenecían o no a la misma categoría de valencia emocional. Para ello se les informaba de que había tres categorías: neutra, positiva o agradable y negativa o desagradable. A continuación se les presentaban varios ensayos de práctica. En cada ensayo de la sesión, primero aparecía un asterisco durante 2 segundos en el centro de la pantalla, en el que los sujetos debían fijar su mirada. Segundo, el asterisco era reemplazado por un número de dos dígitos, que aparecía durante un segundo en el mismo lugar dejado por el asterisco, y que el sujeto tenía que pronunciar en voz alta. Esto servía para asegurar que la mirada del sujeto estaba centrada en el punto de fijación central inmediatamente antes de la presentación de los estímulos pictóricos. Tercero, se presentaban dos fotografías en la pantalla durante 3 segundos, separadas horizontalmente por 30 centímetros. Finalmente, cuando los estímulos pictóricos desaparecían, se presentaba la pregunta ¿DIFERENTE? en la pantalla durante 2 segundos, y el sujeto respondía en voz alta “SI” (si las dos fotos tenían una valencia emocional diferente) o “NO” (si tenían valencia similar). Después de un intervalo entre ensayos de 3 segundos, con la pantalla en blanco, comenzaba el siguiente ensayo.
Las dos fotografías estaban situadas a la misma distancia del punto central de fijación (92 cm desde el centro de la foto; 42 cm desde el borde interior). El tamaño de cada foto era de 78 cm (alto) por 88 cm (ancho). La distancia entre los centros de las fotos era de 118 cm (30 cm desde los extremos interiores). La fotografía experimental (y la de control) en cada par aparecían tantas veces a la derecha como a la izquierda (en la mitad de los ensayos a un lado y en la mitad a otro). La tarea de comparación de las fotos para determinar su valencia emocional requería mirar a ambas fotos en cada ensayo (Pury y Mineka, 2001), aunque los sujetos podían decidir libremente cómo distribuir su atención entre ellas.
Medidas. Se recogieron dos grupos de medidas: ubicación y duración de la mirada en cada fotografía. Había tres medidas de ubicación: la primera fijación tras la aparición de las fotos en cada ensayo, el número total de fijaciones en una foto en cada ensayo, y la última fijación. La duración de la mirada, a su vez, fue medida para cada uno de 6 intervalos consecutivos de 500 mseg a lo largo de los 3 segundos de presentación de las fotos en cada ensayo. La probabilidad de la primera fijación se consideró una medida de la orientación inicial de la atención. La duración de la mirada en una foto en los primeros 500 mseg del período de 3 segundos sirvió para medir la focalización temprana de la atención; la duración de la mirada a lo largo de los cinco períodos de 500 mseg siguientes, así como el número de fijaciones, y la probabilidad de la última fijación, se consideraron un indicador de la focalización atencional tardía.
Para cuantificar estas medidas, reprodujimos las cintras de grabación digital a una velocidad reducida, que podía variar de un quinto de la velocidad normal de reproducción (es decir, a 200 mseg por cada segundo de tiempo real) hasta 50 Hz por cada instantánea (es decir, una imagen cada 20 mseg). El reloj digital interno de la cámara era visible y estaba sincronizado con la velocidad de reproducción de la mirada del sujeto.
Los efectos intra-sujetos fueron corregidos mediante la prueba de Greenhouse-Geisser (con los grados de libertad ajustados) para controlar posibles violaciones del supuesto de esfericidad, si la prueba de Mauchly era < 0.5. Las comparaciones entre los tres niveles del factor valencia fueron corregidas mediante la prueba de Bonferroni.
Probabilidad de fijaciones. La probabilidad relativa de fijación en cada fotografía experimental se determinó como la probabilidad de fijación absoluta en dicha foto en cada ensayo en comparación con las fijaciones en la fotografía de control. De este modo, una probabilidad de .50 indica que ambas fotos recibieron igual número de fijaciones. Una probabilidad superior a .50 indica que las fijaciones fueron más frecuentes en la foto experimental que en la de control. Un ANOVA de 3 (valencia: neutra vs. positiva vs. negativa) x 2 (saliencia perceptiva: color vs. blanco y negro) con medidas repetidas fue aplicado a cada tipo de fijaciones (primera, última, y totales; véanse puntuaciones medias en Tabla 1). Para la probabilidad de la primera fijación en la fotografía experimental de cada par, el análisis mostró efectos principales de la valencia, F(2, 22) = 8.43, p < .01, y de la saliencia perceptiva, F(1, 23) = 6.35, p < .025, no resultando significativa la interacción, F(2, 22) = 2.36, p = .12. Tales efectos revelaron que la probabilidad de la primera fijación fue mayor tanto en las fotos positivas (p < .01) como en las negativas (p < .01), en comparación con las neutras (M = .70 vs. .67 vs. .58, respectively), y que la probabilidad de mirar la foto experimental de cada par en primer lugar, en comparación con la foto de control, fue mayor en la presentación en color que en la de blanco y negro (M = .67 vs. .64, respectively). Para la probabilidad de la última fijación no aparecieron efectos estadísticamente significativos, si bien hubo una tendencia a mirar más probablemente a las fotos positivas que a las neutras (M = .67 vs. .61, respectively), con las negativas en una posición intermedia (M = .64). Tampoco emergieron efectos significativos sobre la probabilidad total de fijaciones a lo largo de los 3 segundos de presentación de cada par de fotos en cada ensayo.
Tabla 1
Puntuaciones medias y desviaciones típicas en la probabilidad de la primera fijación, de la última fijación y del total de fijaciones en las fotografías experimentales, en función de su valencia emocional y el formato de presentación.
PRESENTACIÓN EN COLOR
Primera Fijación Última Fijación Fijaciones Totales
VALENCIA M SD M SD M SD
Neutra .58a .11 .62 .17 .53 .03
Positiva .66b .17 .69 .16 .55 .04
Negativa .66b .11 .63 .11 .54 .02
PRESENTACIÓN EN BLANCO Y NEGRO
Primera Fijación Última Fijación Fijaciones Totales
VALENCIA M SD M SD M SD
Neutra .59a .14 .61 .18 .53 .04
Positiva .74b .13 .65 .18 .56 .04
Negativa .69b .11 .65 .12 .54 .02
Nota. Una letra diferente como superíndice indica que las puntuaciones correspondientes son significativamente diferentes entre dos o más niveles de valencia emocional.
Duración de las fijaciones. A fin de obtener un cuadro detallado del curso temporal en el despliegue de la atención, los 3 segundos de presentación de las fotos en cada ensayo fueron divididos en segmentos consecutivos de 500 mseg. Para cada uno de estos segmentos temporales se computó la proporción de tiempo de mirada a la foto experimental de cada par en comparación con la de control: tiempo de mirada a la foto experimental dividido entre el tiempo de mirada a la foto experimental más el tiempo dedicado a la foto de control. De este modo, cuanto más tiempo de mirada a la foto experimental, mayor será la proporción resultante.
Se llevó a cabo un ANOVA de 3 (valencia) x 2 (saliencia perceptiva) x 6 (segmentos consecutivos de 500 mseg). Las puntuaciones medias se presentan en las Figuras 1a y 1b. Un efecto significativo del segmento temporal, F(3.07, 70.53, grados de libertad ajustados) = 7.90, p < .001, fue cualificado por la interacción de valencia x segmento, F(5.68, 130.70) = 2.54, p < .05, y por una triple interacción, F(5.88, 135.22) = 2.06, p = .06. Para descomponer la doble interacción, se promediaron la puntuaciones de las dos condiciones de saliencia perceptiva (color y blanco/negro). Aparecieron efectos significativos únicamente en el primer segmento, F(2, 22) = 6.21, p < .01, con una mayor proporción de tiempo mirando tanto a las fotos positivas (M = .89; p < .001) como a las negativas (M = .78; p < .05) en comparación con las neutras (M = .63). Para descomponer la triple interacción, se realizaron ANOVAs de valencia x segmento temporal por separado en cada nivel del factor saliencia perceptiva. En la condición de color, hubo una interacción de valencia x segmento temporal, F(5.71, 131.4) = 2.56, p < .05: Las diferencias fueron significativas entre las fotos negativas, por un lado, y las negativas, por otro, en comparación con las neutras (en ambos casos, ps < .05) sólo en el primer segmento temporal, F(2, 22) = 8.30, p < .01. Por su parte, en la condición de blanco y negro, también apareció una interacción de valencia x segmento, F(5.99, 137.85) = 2.39, p < .05. Ahora bien, en este caso, las diferencias significativas surgieron en el segundo segmento temporal, F(2, 22) = 4.91, p < .025 (entre las fotos positivas y las neutras, p < .025); en el primer segmento hubo la misma tendencia, pero ésta no alcanzó el nivel estadístico adecuado en los análisis multivariados, F(2, 22) = 2.41, p = .11 (sólo en los análisis intra-sujetos, F(2, 46) = 3.50, p = .05). En consecuencia, la triple interacción reveló que la atención temprana preferente a las fotografías de contenido emocional cuando éstas fueron presentadas en color también se produjo cuando fueron presentas en blanco y negro, aunque en este caso con una ligera demora.
Figura 1. Proporción de tiempo de mirada a la fotografía experimental (en relación con la de control) a lo largo de seis intervalos consecutivos de 500 mseg cada uno (con la correspondiente tendencia curvilínea para cada valencia emocional, expresada como R2), en función de la valencia emocional de la fotografía experimental, en la condición de presentación en color. Los asteriscos reflejan diferencias significativas.
Figura 2. Proporción de tiempo de mirada a la fotografía experimental (en relación con la de control) a lo largo de seis intervalos consecutivos de 500 mseg cada uno (con la correspondiente tendencia curvilínea para cada valencia emocional, expresada como R2), en función de la valencia emocional de la fotografía experimental, en la condición de presentación en blanco y negro. Los asteriscos reflejan diferencias significativas.
Discusión
Estos resultados permiten extraer tres conclusiones principales, directamente relacionadas con las tres cuestiones de investigación planteadas en la introducción. Primero, cuando estímulos pictóricos emocionales y neutros fueron presentados simultáneamente, los sujetos se fijaron antes y durante más tiempo en los primeros que en los segundos, ocurriendo este efecto de preferencia atencional en los 500 mseg iniciales de presentación, pero no en los 2.5 segundos posteriores de presentación. Este resultado apoya la hipótesis de la orientación automática inicial a los estímulos emocionales, y de la focalización temprana, pero no tardía, en tales estímulos. Segundo, el patrón de preferencia atencional descrito se produjo de modo similar para los estímulos emocionales de valencia negativa y los de valencia positiva. Este dato apoya la hipótesis de la emocionalidad y es contrario a la hipótesis de la negatividad. Y, tercero, dicho patrón de preferencia atencional a estímulos emocionales ocurrió tanto cuando los estímulos fueron presentados en sus colores originales como cuando fueron presentados en blanco y negro, aunque con una ligera demora en este último caso. Este dato apoya la hipótesis de la valencia emocional, que sólo se ve ligeramente modulada por la hipótesis de la saliencia perceptiva en términos del curso temporal. Estas cuestiones van a ser tratadas con más extensión en la siguiente discusión.
El fenómeno de atención preferente a estímulos emocionales fue demostrado en este estudio por el hecho de que las fotografías de contenido emocional fueron objeto de la mirada antes y con mayor duración que las fotografías neutras, cuando fueron presentadas simultáneamente con otros estímulos. La investigación previa ya ha demostrado con antelación que las personas prestan especial atención a los estímulos emocionales cuando éstos se presentan aislados (Bradley et al., 1996; Buodo et al., 2002; Cuthbert et al., 2001; Lang et al., 1993; Schupp et al., 1997). Es más, la investigación previa ha demostrado ese efecto de preferencia atencional ocurre especialmente cuando los estímulos emocionales se presentan a la vez que estímulos no emocionales (Fox et al., 2000; Mogg y Bradley, 1999; Öhman, Flykt y Esteves, 2001; Öhman, Lundqvist y Esteves, 2001). Una contribución del presente estudio reside en determinar el curso temporal de dicha atención. Esta cuestión ha podido ser abordada mediante el uso de una medida continua de la atención, tal cual ésta es reflejada por la dirección y duración de la mirada. Así, en el presente estudio, tanto la probabilidad de la primera fijación de la mirada como la duración de ésta en los primeros 500 mseg de presentación de los estímulos fueron mayores para los estímulos emocionales que para los neutros. Este hallazgo indica que el contenido emocional de los estímulos atrae la orientación inicial de la atención (probabilidad de la primera fijación) y luego mantiene captada o focalizada la atención brevemente (duración de la mirada en los primeros 500 mseg). En contraste, a lo largo de los 2.5 segundos siguientes, hasta la finalización de los estímulos, el contenido emocional no afectó especialmente a la dirección y duración de la mirada.
Esto sugiere que el sesgo atencional a los estímulos emocionales pictóricos ocurre muy temprano en el curso del procesamiento. En la medida en que la orientación inicial de la atención es automática, el dato de la probabilidad de la primera fijación converge con los resultados de la investigación previa que muestran la existencia de efectos automáticos del contenido emocional sobre la atención (Mogg y Bradley, 1999; Öhman, Flykt, y Esteves, 2001). Existe, sin embargo, la posibilidad de que se produzcan también efectos estratégicos en alguna medida, si tenemos en cuenta que la atracción de la atención se prolonga 500 mseg (incluso hasta 1000 mseg, en el caso de la presentación de las fotografías en blanco y negro). Esto es, nuestros resultados sugieren que la atención de las personas es captada inicialmente por el contenido emocional de los estímulos, y que entonces la persona decide mantener su atención focalizada sobre tales estímulos durante un breve tiempo, a fin de examinar la naturaleza de éstos. Pero, una vez que este procesamiento adicional breve tiene lugar, los estímulos emocionales no reciben mayor atención que los neutros. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que esto sucede cuando los estímulos emocionales se presentan en el contexto de otros estímulos que también deben ser procesados. Un caso diferente se plantea cuando un estímulo emocional se presenta aislado, al cual puede dedicarse libremente toda la atención. Por tanto, los estímulos emocionales atraen inicialmente, más que mantienen focalizada, la atención. Hay una razón adaptativa para esta temprana, más que tardía, atención preferente a los estímulos emocionales: Dado que tales estímulos están relacionados con eventos aversivos y apetitivos, es importante que los detectemos e identifiquemos como “malos” o “buenos” lo antes posible, para el caso de que sea necesaria alguna respuesta defensiva o de aprovechamiento. Ahora bien, una vez que hemos comprobado que tales estímulos no representan un daño o beneficio real para nosotros, no tiene ya utilidad adaptativa mantener nuestra atención en ellos, y en consecuencia asignamos nuestros recursos de procesamiento a nuevos estímulos del contexto.
Por otra parte, estos resultados representan un apoyo para la hipótesis de la emocionalidad y son contrarios a la hipótesis de la negatividad. La razón de ello es que tanto con los estímulos pictóricos de contenido emocional negativo como con los de contenido positivo se produjo el mismo patrón de preferencia atencional. Estos resultados son consistentes con los de Lang et al. (1993), Bradley et al. (1996) y Cuthbert et al. (2000), quienes, con un paradigma metodológico distinto al nuestro, también encontraron evidencias de una especial atención a fotografías de escenas tanto apetitivas como aversivas. En contraste, nuestros resultados no coinciden con los de Fox et al. (2000), Mogg y Bradley (1999), Öhman, Lundqvist, y Esteves (2001) y Tipples, Atkinson et al. (2002), quienes encontraron atención preferente a caras con expresiones emocionales de enfado en mayor medida que a caras con expresiones alegres, lo cual estaría de acuerdo con la hipótesis de la negatividad. La razón de estas diferencias empíricas entre los dos grupos de estudios probablemente tiene que ver con las importantes diferencias metodológicas entre ellos. Una de éstas es sin duda la naturaleza de los estímulos: mientras que en el primer grupo de estudios, incluyendo el presente, los estímulos representaban escenas reales con personas, en el segundo grupo los estímulos eran caras, en la mayoría de los casos esquemáticas, o en dibujo de líneas. Posiblemente la intensidad emocional de las caras sea mucho menor que el de las escenas reales. En cualquier caso, se necesita más investigación para dilucidar cuáles son las características estimulares que hacen variar la validez de la hipótesis de la emocionalidad y de la negatividad.
Finalmente, nuestros resultados apoyan la hipótesis de la valencia emocional más que la de la saliencia perceptiva. La razón es que la atención temprana preferente a los estímulos emocionales, en comparación con los neutros, ocurrió tanto en condiciones de saliencia alta (color) como baja (blanco y negro) de los estímulos pictóricos. Esto es consistente con los hallazgos de Junghöfer et al. (2001) y Bradley et al. (2001, 2003), mostrando que los efectos atencionales del contenido emocional son independientes de características formales de los estímulos, tales como el brillo, la complejidad o el color. No obstante, en nuestros datos apareció una diferencia interesante entre la condición de presentación en color y la de blanco y negro: En esta última se produjo una demora en el efecto sobre la duración de la mirada (la atención preferente a los estímulos emocionales ocurrió en el segundo segmento de 500 mseg tras la presentación de los estímulos, en lugar de en el primer segmento), si bien el efecto sobre la dirección de la primera fijación se produjo por igual en las dos condiciones de saliencia perceptiva.
Hay, no obstante, una explicación para esta discrepancia: La dirección de la primera fijación estaría determinada por la mera detección de la presencia de algún estímulo importante, mientras que la duración de la mirada está implicada en la identificación de qué estímulo es. La detección del contenido afectivo se llevaría a cabo automáticamente, de modo muy rápido, independientemente del grado de saliencia perceptiva. Un análisis mínimo sería necesario para decidir, simplemente, si un estímulo es bueno/malo o no. Esto es por lo que no habría diferencias en la probabilidad de la primera fijación entre la presentación en color y en blanco y negro. En contraste, la identificación del estímulo requeriría un análisis de sus componentes, lo que demandaría un tiempo adicional. Este proceso podría ser llevado a cabo en menos tiempo (los primeros 500 mseg) en la condición de color debido a que la elevada saliencia perceptiva de los componentes facilitaría su identificación y discriminación. En cambio, en la condición de blanco y negro, la baja saliencia perceptiva tendría que ser compensada con un tiempo adicional. Esto es por lo que se produciría una demora en el efecto de preferencia atencional sobre la duración de la mirada (los segundos 500 mseg.).
Referencias
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Agradecimientos
Esta investigación ha sido subvencionada por el proyecto BSO2001-3753 del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
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