VOLUMEN: VI NÚMERO: 14-15

 

DEPRESIÓN Y PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN EMOCIONALMENTE CONGRUENTE: ¿QUÉ HAY DE NUEVO BAJO EL SOL DE LA MEMORIA IMPLÍCITA?

 

 

José Antonio Ruiz Caballero

Dpto. Psicología de la Personalidad

UNED

 

jruiz@psi.uned.es

 

 

1. Introducción.

 

Tras publicar algunos trabajos empíricos (p.ej., Ruiz-Caballero y González, 1994, 1997,)  y teóricos (p.ej., Ruiz-Caballero y González, 1996,1998)  acerca de la existencia de un  “sesgo” selectivo en el procesamiento de la información emocional asociado a la depresión, en el sentido de que los sujetos depresivos tienden a recuperar mejor, tanto a nivel de la memoria explícita como implícita, la información congruente emocionalmente con su estado de ánimo, de nuevo amablemente se me ofrece la posibilidad de analizar este interesante tema a la luz de los datos generados en los últimos años.

 

            Con este fin intentaré hacer, tras una breve presentación del tema, un análisis amplio, aunque no exhaustivo, de las principales investigaciones realizadas y publicadas recientemente para, posteriormente, hacer una reflexión sobre lo que estos datos suponen  respecto a las predicciones que los distintos planteamientos teóricos postulan en relación a la explicación de cómo y por qué se produce un procesamiento “sesgado” de la información emocional negativa en los individuos depresivos, no sólo a nivel del recuerdo de dicha información (memoria explícita), sino también a nivel de la denominada memoria implícita o sin conciencia.

 

            Dentro del marco general de estudio de la relación existente entre la depresión y/o el estado de ánimo depresivo y el procesamiento de información emocional, la hipótesis de congruencia (i.e., la información congruente emocionalmente con el estado de ánimo de los individuos es recordada y reconocida mejor que la información incongruente) es una de las áreas que más interés ha suscitado en las dos últimas décadas como lo demuestra el importante número de trabajos teóricos y empíricos publicados en este tiempo.

 

            Inicialmente, la mayoría de las investigaciones (p.ej., Ruiz-Caballero y Bermúdez, 1993) se centraron en el estudio de un efecto de congruencia a nivel de la memoria explícita mediante la utilización de tareas de recuerdo libre, recuerdo señalado y/o reconocimiento que suponen “la recuperación intencional o consciente de la información aprendida previamente” (Schacter, 1987, p.501) y requieren conciencia del aprendizaje para el éxito en la tarea (Roediger y Blaxton, 1987, p.351). En general, los datos experimentales claramente señalan la existencia de un efecto de congruencia en la depresión, en cuanto que diferentes estudios demuestran que los individuos depresivos tienden a recordar significativamente mejor la información de contenido emocional negativo (palabras y acontecimientos autobiográficos) que la información de contenido emocional positivo (ver Blaney, 1986, Ruiz-Caballero, 1991, para revisiones teóricas y Matt, Vázquez y Campbell, 1992, para un metaanálisis).

 

            Ciertamente, este efecto de congruencia a nivel de los procesos de memoria explícita puede ser, como sugieren algunos autores (p.ej., Teasdale, 1983), un mecanismo de mantenimiento de la depresión importante debido, por un lado, a que hace la información negativa más accesible dando lugar a un círculo vicioso (depresión - mayor accesibilidad de la información negativa - mayor nivel de depresión, etc) que facilitaría la perpetuación del estado depresivo del individuo y, por otro lado, la mayor accesibilidad de la información negativa también impide que el individuo depresivo se involucre en actividades eficaces para recuperar el estado de ánimo positivo(mood-repair bahaviours).

No obstante, aunque parece clara la importancia de los procesos de memoria directamente relacionados con recuerdo consciente o intencionado (memoria explícita), en gran medida nuestra actividad cotidiana viene determinada por procesos de memoria no conscientes que subyacen a la denominada memoria implícita o memoria  para “la información que es adquirida durante un episodio específico y se manifiesta en las pruebas en las que no se requiere que la persona haga un recuperación intencionada o consciente de la información estudiada previamente, o del episodio mismo” (Schacter, 1987, p.501). El “priming” directo o por repetición sería el responsable de este mejor rendimiento ante la información presentada por segunda vez, incluso aunque esta sea presentada de forma degradada (Richardson-Klavehn y Bjork, 1988). Así, algunos autores (p.ej., Masson y Graf, 1993) han postulado que los procesos de memoria implícita tienen más importancia que los procesos de memoria explícita a la hora de explicar y predecir la conducta.

           

A partir de este reconocimiento de la memoria implícita se produce un especial interés por estudiar cómo y cuándo se producen los sesgos de memoria, en el procesamiento de información emocional en sujetos depresivos, utilizando pruebas de memoria implícitas o indirectas, asumiendo que si el procesamiento emocional congruente es un mecanismo que favorece los sesgos de pensamiento negativo que suelen caracterizar a los individuos depresivos, éste deberá actuar también a través de la memoria implícita, incluso con una mayor tendencia a manifestarse en este tipo de memoria que en los procesos explícitos.

 

2. Algunas Consideraciones Teóricas.

 

            Un primer aspecto es el relacionado con la introducción, tanto a nivel experimental como en las discusiones teóricas, de la sugerencia realizada por Roediger y McDermott (1992) respecto a la distinción entre procesos perceptuales y conceptuales, tal y como se señala en el modelo de Procesamiento de Transferencia Apropiada (Blaxton, 1989, Roediger, 1990), que postula que el aprendizaje se manifiesta de manera más eficaz  cuando los procesos de la recuperación coinciden con los procesos del aprendizaje.

 

            Roediger (1990) señala que la distinción entre memoria implícita y memoria explícita se puede explicar en base a dos procesos de memoria diferentes basados en dos tipos distintos de información: perceptual y conceptual, de modo que mientras la mayoría de las tareas de aprendizaje explícito suelen basarse en el almacenamiento de información a nivel conceptual, las tareas que implican aprendizaje implícito suelen estar guiadas por los datos que actúan a nivel perceptivo. Así pues, en las tareas explícitas, dirigidas conceptualmente, el individuo atiende, fundamentalmente, al significado o contenido conceptual de la información, mientras que en las tareas implícitas, dirigidas por los datos, el individuo realiza un procesamiento de los aspectos superficiales o perceptivos de la información.

 

            De acuerdo con este planteamiento teórico, las pruebas dirigidas perceptualmente (pruebas implícitas) no serían adecuadas para la detección de un efecto de recuerdo congruente con el estado de ánimo, dado que dicho efecto implica un procesamiento diferencial de la información basado en el significado diferente de la información (negativa vs. positiva). En este sentido, el fuerte carácter perceptivo de las tareas de priming tendería a oscurecer cualquier posible efecto de congruencia en cuanto que este efecto requiere de la activación del significado de las palabras. El recuerdo congruente con el estado de ánimo sólo ocurriría cuando el individuo puede acceder al significado de la información (elaboración conceptual) tanto en la fase de codificación o aprendizaje como de recuperación.[1] Es posible, por tanto, que la dificultad para encontrar un efecto significativo de congruencia observada en muchos estudio sobre memoria implícita pudiera deberse a que se confunde memoria explícita e implícita con procesos conceptuales y perceptuales.

 

            Un segundo aspecto es el relacionado con la posible naturaleza automática del sesgo de memoria implícita. Aceptar la existencia de un sesgos negativos de memoria en los sujetos depresivos, a nivel implícito o no consciente, supone asumir que tales sesgos se producen de forma automática. En este sentido, las teorías cognitivas de la depresión basadas en los conceptos de esquemas (e.g., Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979) o red  asociativa (e.g., Bower, 1981) postulan (aunque de forma no explícita) que la depresión o el estado de ánimo depresivo tiende a favorecer el procesamiento de la información emocionalmente congruente, dado que en las personas depresivas se produce una activación de la información negativa que la hace más accesible independiente de la tarea de recuperación que se utilice. Igualmente, sugieren que dicho “sesgo” se produce de forma automática, contribuyendo al mantenimiento del estado de ánimo negativo que caracteriza a tales personas.

 

           

            Frente a este planteamiento, Williams, Watts, MacLeod y Mathews (1988) defienden, basándose en las predicciones del modelo dual de Mandler (Graf y Mandler, 1984; Mandler, 1991) según el cual la disociación entre la memoria explícita e implícita se produce debido a la acción de dos procesos mentales diferentes (activación/integración vs. elaboración) dentro de un sistema de memoria unitario, que la ejecución en las tareas de memoria implícita depende del proceso de integración/activación que actúa a nivel pre-atencional y de forma automática, haciendo la información más accesible. Sin embargo, la activación no sería suficiente para una recuperación eficaz de la información en las pruebas de memoria explícitas que dependerían, en gran medida, del proceso de elaboración de dicha información, responsable del establecimiento de rutas más completas de acceso a la representación de esa información.

 

 

En este sentido, Williams et al., (1988) postulan la existencia de sesgos cognitivos distintos en los desórdenes de ansiedad y depresión. Concretamente, señalan que mientras la ansiedad facilita los procesos de integración de la información congruente haciéndola más accesible, la depresión actúa a nivel de los procesos de elaboración haciendo la información congruente más recuperable. Esto es, mientras que en la ansiedad el “sesgo” cognitivo (de congruencia) se manifestaría a nivel de las pruebas de memoria implícita y tendría una naturaleza automática, la depresión se caracterizaría por un “sesgo” de congruencia que se manifestaría en las pruebas de memoria explícitas y no sería de naturaleza automática, sino que dependería de procesos controlados.

 

 

 

 

Así pues, las cuestiones que se plantean son: ¿el efecto de recuerdo congruente con el estado de ánimo (depresión) ocurre tanto a nivel de las pruebas de memoria explícita como de las pruebas implícitas? ¿es necesario la activación de procesos conceptuales en las tareas de prueba para encontrar “sesgos” de memoria en individuos depresivos? ¿este efecto es automático o está bajo control del individuo? 

 

 

3. Evidencia Empírica

 

La respuesta a la primera parte de la cuestión: ¿el efecto de recuerdo congruente con el estado de ánimo (depresión) ocurre tanto a nivel de las pruebas de memoria explícita como de las pruebas implícitas? parece clara, en el sentido de que numerosos estudios experimentales han encontrado evidencia a favor de la existencia de un sesgo cognitivo de procesamiento congruente con el estado de ánimo en individuos depresivos y disfóricos cuando se utilizan pruebas de memoria explícita (recuerdo y/o reconocimiento)(ver Blaney, 1986, Ruiz-Caballero, 1991 para revisiones teóricas, y Matt, Váquez y Campbell, 1992 para un meta-análisis).

 

            Desgraciadamente, en el caso de la memoria implícita, el número de estudios es mucho menor y los resultados carecen de consistencia apareciendo, incluso, datos contradictorios entre unas investigaciones y otras, al menos, hasta finales de la década de los noventa. Así por ejemplo, mientras que algunos estudios (Danion, Kauffman-Muller, Grange, Zimmeman y Greth, 1995; Denny y Hunt, 1992; Mathews y Southall, 1991; Watkins, Mathews, Williamson y Fuller, 1992) no obtuvieron evidencia de la existencia de un efecto de congruencia en memoria implícita, otros estudios (Bradley, Mogg y Miller, 1996, Bradley, Mogg y Williams, 1994, 1995; Ruiz-Caballero y González, 1994,1997; Watkins, Vache, Verney y Mathews, 1996) si encontraron que la depresión estaba asociada a un sesgo en el procesamiento de la información emocional en pruebas de memoria implícita.

 

            En cuanto a los estudios experimentales realizados recientemente, los datos tampoco parecen confirmar de manera clara la existencia, a nivel de los process de memoria implícita, de un sesgo de procesamiento congruente en individuos depresivos. Así por ejemplo, mientras que algunos investigadores (Baños, Medina y Pascual, 2001; Fernández-Rey y Merino, 2002, exp. 1) no encontraron un sesgo de memoria implícita congruente con la depresión, otros investigadores si encontraban dicho sesgo en individuos depresivos usando pruebas de memoria implícita (Fernández-Rey y Merino, 2002, exp. 2; Scott, Mogg y Bradley, 2001; Watkins, Martín y Stern, 2000; Watkins, Grimm, May, Krueger y Whitney, 2000), aunque en el caso de los tres últimos estudios, este efecto se producía en determinadas condiciones experimentales, pero no en todas, como veremos posteriormente.

 

            Así pues, aunque los datos experimentales sugieren la existencia de un sesgo de memoria implícita congruente con el estado de ánimo, estos resultados siguen sin ser concluyentes y parecen estar sujetos a determinadas características o condiciones experimentales relacionadas con la tarea de codificación y/o recuperación de la información. Aspectos que están estrechamente relacionado con la segunda cuestión que nos planteábamos: ¿es necesario la activación de procesos conceptuales en las tareas de prueba para encontrar “sesgos” de memoria implícita en individuos depresivos?

 

            Es posible que la ausencia de un efecto selectivo en la memoria implícita para información emocional en sujetos depresivos pudiese ser debido, como sugiere Roediger y McDermott (1992), a que es necesaria la activación de procesos conceptuales. Esto es, la aparición de un efecto de congruencia sólo ocurre cuando la prueba de memoria implícita utilizada requiere un procesamiento conceptual y no perceptual de la información. Asimismo, este efecto de congruencia emocional será más potente cuando, de acuerdo con la Teoría de la Transferencia del Aprendizaje (Blaxton, 1989), se produce una coincidencia  entre los procesos cognitivos activados durante el estudio y la prueba (en ambos casos, procesos conceptuales).

 

            A nivel experimental varios estudios recientes han examinado la existencia de este sesgo selectivo manipulando distintas condiciones tanto en la fase de estudio como en la fase de prueba.

 

            Watkins, Martín y Stern (2000) utilizaron, en un estudio realizado con pacientes depresivos clínicos, dos tareas de codificación o estudio: a) Contar el número de letras ascendentes y descendentes de palabras positivas y negativas que se les presentaba (codificación perceptual); b) evaluación autoreferente de dichas palabras (codificación conceptual), y cuatro pruebas de memoria implícita, dos de naturaleza conceptual: 1) completar inicios de palabras, 2) identificación de palabras (identificación perceptual), y dos de naturaleza conceptual: 1) asociación libre y 2) recuperación de palabras.

 

            Los resultados obtenidos en este experimento indicaban, por un lado, la ausencia de un efecto de congruencia cuando las tareas de estudio eran de naturaleza perceptiva y, por otro lado, que sólo aparecía un efecto selectivo a nivel de la memoria implícita en una de las pruebas conceptuales (recuperación de palabras) y cuando las palabras eran estudiadas conceptualmente (procesamiento autoreferente), pero no cuando la memoria implícita era evaluada mediante la prueba de asociación libre  también de naturaleza conceptual. Resultados que, en general,  apoyan parcialmente la hipótesis inicial del trabajo, en cuanto a la necesidad de un procesamiento conceptual para que aparezca un sesgo de memoria implícita en el procesamiento de la información emocional.

 

No obstante, el hecho de que sólo se encontrara un efecto de congruencia en la prueba de procesamiento autoreferente  introduce, como indica el propio Watkins (2002), cierta confusión a la hora de interpretar estos resultados, dado que coinciden con los encontrados en la investigación con pruebas de memoria explícita, que ponen de manifiesto que el sesgo selectivo congruente con el estado de ánimo tiende a manifestarse más claramente cuando el procesamiento de la información emocional se realiza a nivel autoreferente.

 

            Para clarificar este aspecto, Watkins, Grimm, May, Krueger y Whitney (2000) realizaron un estudio utilizando un paradigma de facilitación consciente en el que empleaba dos condiciones de estudio: a) autoreferente y, b) referente a otros, ambas de naturaleza conceptual, y dos condiciones de pruebas de memoria implícita: 1) recuperación de palabras con formato autoreferente y, 2) recuperación de palabras con un formato referente a otros. De acuerdo con las predicciones de la Teoría  de la Transferencia del Aprendizaje, el sesgo de memoria implícita congruente debería aparecer, fundamentalmente, en la prueba de memoria implícita autoreferente para las palabras codificadas en la condición autoreferente. Sin embargo, los resultados mostraron el patrón contrario, de modo que el efecto de memoria implícita congruente apareció en la prueba de memoria implícita autoreferente y referente a otros pero sólo para aquellas palabras que fueron estudiadas bajo la condición de codificación referente a otros.

 

            Baños, Medina y Pascual (2001) llevaron a cabo un experimento utilizando también el paradigma de facilitación consciente en el que los sujetos experimentales (individuos con desorden de pánico, depresivos clínicos y controles normales) estudiaron información emocional (palabras relacionadas con pánico, con depresión, positivas y neutras)   bajo condiciones de: a) codificación perceptual (contar letras) y b)codificación conceptual: 1) generar palabras, 2) autoimaginación. Aunque este estudio es muy interesante en cuanto que permite analizar la influencia de la codificación perceptiva, conceptual-semántica y conceptual-autoreferente sobre la aparición o no de un efecto de memoria implícita congruente, desgraciadamente sólo utilizaron como prueba para medir la memoria implícita una tarea de naturaleza perceptiva (completar inicios de palabras) y ninguna de naturaleza conceptual. En todo caso, los datos indicaban la no existencia de un efecto de memoria implícita congruente con el estado de ánimo.

 

            Utilizando un procedimiento de facilitación no consciente, Scott, Mogg y Bradley (2001) examinaron la existencia de un efecto de congruencia en memoria implícita en sujetos disfóricos a través de dos experimentos en los que utilizaron como prueba de memoria implícita una tarea de decisión léxica, supuestamente de naturaleza conceptual, dado que la identificación de la palabra frente a la pseudopalabra (serie de letras pronunciables y ortográficamente legítima) supone el acceso al significado de la misma. En el primer experimento, los autores utilizaron no sólo una tarea de facilitación por repetición de naturaleza supuestamente perceptiva, sino también una tarea de facilitación semántica de naturaleza conceptual. Los datos obtenidos en este experimento indicaron que no se producía un efecto de procesamiento congruente con el estado de ánimo en la condición de facilitación por repetición, aunque dicho efecto si apareció en la condición de facilitación semántica. Resultados que fueron confirmados en el segundo experimento en el que de nuevo volvieron a encontrar un efecto de memoria congruente implícita utilizando una tarea de facilitación semántica enmascarada y una tarea de decisión léxica como prueba de memoria implícita.

 

            Finalmente, señalar que Fernández-Rey y Merino (2002) tampoco encontraron, en un primer experimento, un sesgo selectivo en el procesamiento de la información emocional a nivel de la memoria implícita en sujetos disfóricos, utilizando en la fase de estudio una tarea de naturaleza perceptiva (contar el número de espacios cerrados que había en cada palabra que se le presentaba) y una prueba de completar inicios de palabras, también de naturaleza perceptiva, para mediar la memoria implícita. No obstante, en un segundo experimento en el que estos autores utilizaron un procedimiento de facilitación subliminal enmascarada, en la fase de codificación, y como prueba de memoria implícita, una tarea de decisión léxica, si encontraron un sesgo de memoria implícita congruente con la depresión, en el sentido de que los sujetos disfóricos mostraban significativamente mayor facilitación subliminal de las palabras de contenido emocional negativo que de las palabras de contenido emocional neutro (2).

 

            La ausencia de un efecto significativo cuando se utilizaba una prueba de memoria implícita de naturaleza perceptiva (completar palabras) (exp.1) y la presencia de un efecto significativo en el segundo experimento en el que se utilizaba una tarea guiada conceptualmente (decisión léxica), conjuntamente con los datos encontrados en los otros estudios experimentales analizados sugiere, como indican Fernández-Rey y Merino (2002), que el sesgo selectivo de memoria implícita congruente con el estado de ánimo de los sujetos está “mediatizado por el significado emocional de las palabras y no se debe a la transferencia perceptiva”(pág. 799), a la vez que ponen de relieve la importancia de la naturaleza conceptual de las pruebas para detectar sesgos de memoria implícita en el procesamiento de información emocional.

 

Al hilo de los datos de los estudios analizados se nos hace patente la última cuestión que nos planteábamos al principio: el sesgo de recuerdo congruente con el estado de ánimo que aparece en la depresión ocurre sólo a nivel de los procesos controlados, cuando la información emocional es elaborada (pruebas de memoria explícita), o también aparece en los procesos de memoria automáticos (pruebas de memoria implícita).

 

            Como hemos visto previamente, los resultados más recientes señalan la existencia de un efecto de congruencia en pruebas de memoria implícita, especialmente cuando se utilizan pruebas guiadas conceptualmente, lo que sugiere que el procesamiento selectivo de la información emocional no sólo ocurre cuando se activan procesos controlados (recuerdo y/o reconocimiento) tal y como se pone de manifiesto en las pruebas de memoria explícita, sino que también opera a nivel automático.

 

Un aspecto común a la mayoría de los experimentos revisados previamente consiste en que todos se enmarcan dentro del paradigma de facilitación consciente, esto es, los sujetos eran conscientes del contenido léxico de los estímulos de facilitación. No obstante, parece razonable asumir que el procedimiento experimental idóneo para examinar si el procesamiento selectivo  de  la  información  emocional  actúa  a  nivel  automático es el de la facilitación no consciente; procedimiento en el que los estímulos (palabras) son presentados durante un tiempo muy breve y visualmente enmascarados, de modo que se impide su procesamiento consciente (garantizando, en gran medida, que los sesgos de procesamiento automático que se obtengan no estén influenciados por procesos controlados), y una tarea de decisión léxica visual para evaluar la memoria implícita  que,  a  diferencia  de  otras  pruebas  utilizadas  (p. ej.,  completar  inicios de

palabras,  identificación  de  palabras  perceptivamente  degradadas,  etc),  es  menos susceptible a sesgos de respuestas asociados con el estado de ánimo dado que no requieren respuestas de contenido emocional.

 

Dos estudios (Fernández-Rey y Merino, 2002, exp.2; Scott, Mogg y Bradley, 2001) han examinado recientemente la existencia de un sesgo selectivo (congruencia) utilizando un procedimiento de facilitación subliminal enmascarado de repetición y una tarea de decisión léxica para medir la memoria implícita.

 

 

(2). El hecho de que estos resultados coinciden con los encontrados por Bradley, Mogg y Millar (1996) y no con los obtenidos por Scott, Mogg y Bradley(2001) es posible que sea debido a que, como estos últimos autores indican, en el estudio de Bradley et al. (1996) y Fernández-Rey y Merino(2002) se utilizó serie de letras al azar como línea base, mientras que en el estudio de Scott et al. (2001) se utilizaron palabras neutras no relacionadas.

 

            Mediante este procedimiento experimental, Scott, Mogg y Bradley (2001) examinaron la existencia de un efecto de congruencia en memoria implícita en sujetos disfóricos a través de dos experimentos. Como vimos anteriormente, los resultados obtenidos en el primer experimento mostraba la existencia de un efecto de congruencia en memoria implícita en la condición de facilitación semántica. Resultados que fueron confirmados en el segundo experimento en el que de nuevo volvieron a encontrar un efecto de memoria congruente implícita utilizando una tarea de facilitación semántica enmascarada y una tarea de decisión léxica como prueba de memoria implícita. Estos hallazgos ponen de manifiesto, como señalan estos mismos autores, que los sesgos de memoria implícita congruente también operan a nivel automático.

 

Fernández-Rey y Merino (2002, exp.2) también encontraron, utilizando una tarea de facilitación por repetición y una tarea de decisión léxica, un sesgo selectivo en memoria implícita en sujetos disfóricos cuando procesaban información emocional Resultados que, conjuntamente con la ausencia de un efecto significativo en el exp. 1, en el que emplearon un procedimiento de facilitación consciente (contar el número de espacios cerrados que había en las palabras que se les presentaban) y una prueba de memoria implícita de completar inicios de palabras, les llevó a sugerir que efectivamente este procedimiento (presentación no consciente y decisión léxica) es el más sensible para detectar sesgos emocionales a nivel de los procesos de memoria implícita de naturaleza automática.

 

Así pues, la evidencia empírica reciente en torno a la investigación de la memoria implícita en la depresión sugiere las siguientes consideraciones:

 

 

1. Los sesgos de memoria congruente con el estado de ánimo aparecen no sólo a nivel de la memoria explícita, sino también en las pruebas de memoria implícita,  aunque, en este caso, la consistencia de los resultados es menor que la encontrada en las pruebas de memoria explícita debido, en gran medida, a su mayor sensibilidad a los diferentes aspectos metodológicos (sujetos, clínicos vs, no clínicos; procedimiento, facilitación consciente vs, no consciente; tipo de tarea de codificación, estructural, semántica vs. autoreferente, prueba de memoria implícita, completar inicios de palabras, decisión léxica, etc, material emocional, etc) existentes entre los distintos estudios experimentales. Es posible, como indica Watkins (2002), que las diferencias observadas a nivel de la consistencia de los sesgos de memoria explícita e implícita  sean “debidas a diferencias metodológicas, más que a diferencias  entre la memoria explícita e implícita  per se”.(pág. 339).

 

 

            2. Los resultados de los experimentos revisados previamente tienden a apoyar la hipótesis de que es difícil detectar un efecto de memoria implícita congruente en el procesamiento de la información emocional cuando se utilizan pruebas dirigidas por los datos o pruebas que activan procesos perceptivos. En este sentido, parece que para “capturar” dicho sesgo cognitivo es necesario la utilización de pruebas de memoria implícita que activen procesos conceptuales tanto en la fase de estudio como en la de prueba.

 

El hecho de que la existencia de un fuerte componente perceptivo pueda oscurecer la aparición de un sesgo de memoria implícita congruente basado en la activación conceptual, explicaría la dificultad que muchos estudios realizados con sujetos depresivos no clínicos (disfóricos) han encontrado para obtener un sesgo en el procesamiento de la información emocional (ver Jenkins y McDowall, 2001) dado que, como señalan Scott et al. (2001), en este tipo de individuos el sesgo en la facilitación conceptual es más débil que en los sujetos depresivos clínicos.

 

Todo ello, en definitiva, pone de relieve la importancia del procesamiento elaborado de la información congruente con el estado de ánimo; elaboración que tendería a facilitar tanto la recuperación explícita como implícita de la información emocionalmente congruente. No obstante, los datos también sugieren, como señala Watkins (2002), que el “procesamiento conceptual es necesario pero no suficiente para que aparezca un sesgo de  memoria implícita en depresión” (pág.397). En este sentido, parece obligado, como indican Roediger y McDermott (1993), una mayor sofisticación en la distinción existente entre procesos perceptivos  y procesos conceptuales

 

 

3. Los datos obtenidos en los estudios en los que se utiliza tanto un paradigma de facilitación consciente como no consciente, indican la existencia de un sesgo selectivo hacía el procesamiento de información congruente con el estado de ánimo de los sujetos depresivos.Aunque es posible que dada su naturaleza, la interpretación de los resultados de las pruebas de memoria implícita utilizadas en el paradigma de procesamiento consciente (p.ej., completar fragmento, Denny y Hunt, 1992; deletreo de homófonos, Watkins y col., 1992; decisión léxica, Bradley y col., 1995, completar inicios de palabras, Ruiz-Caballero y González, 1997), no pueda hacerse de forma concluyente en términos de sesgos de memoria inconscientes debido a que ambos tipos de estrategias influyen de manera similar en la ejecución las tareas (Toth, Reingold y Jacoby, 1994),  los datos obtenidos con el procedimiento de facilitación no consciente, en el que la breve presentación de las palabras y su enmascaramiento hacen difícil la acción de los procesos elaborados controlados (Hartlage, Alloy, Vázquez y Dykman, 1993), sugieren que el sesgo de memoria implícita congruente pueden actuar a nivel automático.

 

Sugerencia que es consistente con la “hipótesis de la automaticidad” del procesamiento de la información, asumida por la mayoría de los investigadores cognitivos de la depresión, y apoyaría las predicciones propuestas por aquellas teorías cognitivas de la depresión (p.eje., Bower, 1981; Beck et al., 1979) que defienden la existencia de sesgos de memoria congruente con la depresión tanto en los procesos controlados como en los procesos automáticos, debido a que en los sujetos depresivos todas las representaciones congruentes con el estado de ánimo son más accesible como consecuencia de su mayor activación.

 

 

4. Ciertamente, y como hemos comentado previamente, cuanto mayor es la elaboración en el procesamiento de la información emocional, mayor es la probabilidad de que aparezca el efecto de congruencia. No obstante, aunque la activación de los procesos elaborados no tiene porque estar limitada a la recuperación intencional (Watkins et al., 2000), la mayor consistencia del sesgo de congruencia en las pruebas de memoria explícita sugieren que la elaboración consciente de la información emocionalmente congruente puede tener un mayor papel en el mantenimiento de la depresión.

 

4. Implicaciones Clínicas.

 

Una de las premisas básicas de la aproximación cognitiva en el estudio de la depresión consiste en asumir que el pensamiento negativo que caracteriza a los individuos depresivos no sólo es un síntoma de depresión, sino también un antecedente causal, en el sentido de que determinados sesgos cognitivos preceden y originan los síntomas depresivos.

 

            Aunque  la línea de investigación abierta en torno a la identificación de un posible esquema depresivo “latente” en individuos recuperados de un episodio depresivo no ha tenido éxito en descubrir la existencia de sesgos cognitivos entre estos individuos en comparación con los no depresivos (p.ej., Gotlib y Cane, 1987),  existen un amplio conjunto de estudios (p.ej., Alloy, Abramson y Francis, 1999; Segal, Gemar y Williams, 1999) que han encontrado que determinadas creencias y/o sesgos cognitivos podrían predecir la ocurrencia de futuros síntomas depresivos. Desgraciadamente, la mayoría de estos estudios se caracterizan por la utilización de cuestionarios para evaluar los sesgos cognitivos, método que está sujeto a los problemas asociados a la utilización de dichos instrumentos de evaluación (p.ej., características de las demandas) por lo que parece necesario que tales resultados pudiesen ser confirmados con medidas más objetivas.

 

            Un ejemplo de este tipo de investigación es la iniciada recientemente por Wenzlaff y colaboradores (p.ej., Wenzlaff, Rude, Taylo, Stulz y Sweatt ,2001; Rude, Wenzlaff, Gibbs, Vane y Whitney, 2002) que demuestran como la existencia de sesgos negativos en el procesamiento, identificados mediante la prueba de Sentencias Ocultas, podía predecir síntomas de depresión medidos entre 4-6 semanas más tarde. Resultados que apoyan la afirmación de que determinados sesgos cognitivos preceden y posiblemente, determinan la aparición de los síntomas depresivos, de modo que tales sesgos cognitivos podrían actuar como elementos de vulnerabilidad a la depresión.

 

            En el contexto de las investigaciones revisadas en este artículo, es posible que los sesgos cognitivos asociados a la depresión, como es el caso del procesamiento congruente con el estado de ánimo, facilite la aparición de síntomas depresivos en cuanto que tales sesgos tendrían un papel desadaptativo en respuesta al estrés, en el sentido de que estos individuos tenderían a responder con síntomas depresivos ante las situaciones de estrés.

 

Varios estudios (MacLeod y Hagan, 1992; Van den Hout, Tenney, Huygens, Merckelbach y Kindt, 1995; Pury, 2002) han examinado hasta qué punto determinados sesgos en el procesamiento de la información (atención a estímulos amenazante presentados de modo enmascarado, interpretación de información ambigua) podían ser utilizados para predecir la aparición de síntomas depresivos ante situaciones de estrés. Los resultados obtenidos en estos estudios (p.ej., Pury, 2002), sugieren que el índice de interpretación de estímulos ambiguo como amenazantes o negativos tiene un importante papel en la predisposición que estos individuos muestran para experimentar afecto negativo ante situaciones negativas o amenazantes. 

 

 

Aunque la investigación en torno a la existencia de un sesgo de memoria implícita en sujetos depresivos y la posibilidad de que este sesgo pueda ser utilizado como un marcador cognitivo de futura depresión están sujeta, desgraciadamente, a un importante número de cuestiones pendiente de ser contestadas por la investigación experimental, en orden a avanzar en la prevención y tratamiento de la depresión., parece claro que la utilización de medidas de procesamiento cognitivo pueden ser un elemento crucial para la identificación de marcadores  de vulnerabilidad a la depresión y, en este sentido, la identificación de sesgos cognitivos asociados al procesamiento (codificación y recuperación) de la información de contenido emocional en sujetos con distintos desórdenes emocionales puede ser importante.

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

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Baños, R.M., Medina, P.M. y Pascual, J. (2001). Explicit and implicit biases in depressión and panic disorder. Behaviour Research and Therapy, 39, 61-74.

Beck, A.T., Rush, A.J., Shaw, B.F. y Emery, G. (1979). Cognitive therapy of depression: A treatment manual. New York: Guilford Press

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[1] Se postula que es necesario el acceso al significad de la palabra en ambas fases (estudio y prueba), no que sea necesario una adecuada transferencia de la elaboración conceptual.

 



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