VOLUMEN: VI NÚMERO:
14-15
Departamento de Psicología Experimental
Universidad de Granada
Cabecera: Stroop Emocional y Priming
Correspondencia:
Alberto Acosta / Juan Lupiáñez
Universidad de Granada
Facultad de Psicología
Departamento de Psicología Experimental
y Fisiología del Comportamiento
Campus de Cartuja, S/N
18071 – Granada
A partir de los años ochenta, numerosos investigadores se han interesado por el estudio de las relaciones entre el afecto y la cognición. Haciéndose eco de planteamientos teóricos como el de Gordon H. Bower o el de Aaron T. Beck han adaptado numerosas tareas experimentales, que se venían utilizando en los laboratorios de Psicología Cognitiva, con el fin de avanzar el conocimiento de las interdependencias entre los procesos afectivos y los cognitivos. Estas modificaciones han supuesto en muchos casos la incorporación de estímulos afectivos en las tareas. En otros, han llevado a que se manipule el estado de ánimo de los participantes o a que éstos se selecionen en función de algún rasgo de personalidad distintivo o por estar padeciendo algún desórden emocional. La lista de tareas modificadas ha sido abundante y entre todas ellas, probablemente, una de las más utilizadas ha sido la denominada “tarea Stroop emocional” (puede consultarse la revisión de Williams, Mathews y MacLeod, 1996).
La administración de esta tarea habitualmente exige de los participantes que nombren lo más rápido posible el color de diferentes palabras que aparecen en la pantalla del ordenador o en una cartulina (véase la Figura 1). Los estímulos poseen diferente valencia, de manera que los adjetivos o sustantivos pueden tener connotaciones positivas, negativas o ser neutros. Las palabras habitualmente aparecen en color rojo, verde, azul o amarillo. Más recientemente, en algunas investigaciones se ha incorporado material pictórico, generalmente expresiones faciales, y la pantalla del ordenador ha simulado un filtro de color detrás del cual aparacen los rostros, los cuales pueden expresar alegría, miedo, ira o ser neutrales. También en este caso la demanda de la tarea es nombrar lo antes posible el color del filtro.
Figura 1. Ejemplo de estímulos utilizados en la tarea Stroop emocional (parte superior), y patrón de resultados obtenido habitualmente. Obsérvese que el grupo experimental, compuesto por participantes que puntúan alto en los tests diseñados para medir ciertos rasgos o estados emocionales, tarda más en nombrar el color en el que se presentan las palabras de valencia negativa, en comparación a las palabras de valencia neutra, cosa que no ocurre en el grupo control. A esta diferencia entre el TR a palabras de valencia Negativa vs. Neutra, es a lo que llamamos efecto Stroop Emocional. |
Los resultados acumulativos de numerosos estudios en que se ha administrado la tarea a participantes con puntuaciones elevadas de ansiedad-rasgo o que sufren algún desorden de ansiedad muestran que el tiempo que tardan en nombrar el color de la información amenazante es mayor que el empleado para nombrar el color de la información no-amenazante o neutra. Estas diferencias no suelen observarse en los controles con valores medios o bajos en las medidas de rasgo o que no sufren desórdenes (véase la parte inferior de la Figura 1). Además, a veces el enlentecimiento se ha producido específicamente en palabras relacionadas con el núcleo ansiógeno de los participantes (por ejemplo, sustantivos relevantes en el ámbito de la fobia social o del miedo a las arañas o a las serpientes). En otros estudios, el aumento de latencia se ha asociado, incluso, a palabras especialmente significativas para los participantes (por ejemplo, relacionadas con aves en el caso de ornitólogos, con alimentos en anoréxicas, con el tabaco en fumadores/as adictos/as, etc).
La mayoría de los investigadores interpretan que este patrón de resultados, conocido como efecto Stroop emocional, refleja una interferencia entre el procesamiento afectivo de los estímulos y la demanda de nombrar color. Suponen que algunos participantes, de modo involuntario, dedican parte de los recursos necesarios para realizar la tarea de nombrar color con eficacia a operaciones innecesarias de captación del significado de los propios estímulos.
Tanto en la versión original de la tarea Stroop como en la emocional, los estímulos de la misma categoría o los de igual valencia pueden presentarse todos juntos, a la vez en una cartulina o seguidos uno tras otro en modo de bloque de ensayos en la pantalla de un ordenador, o haciendo que aparezcan al azar, permitiendo que varíen de categoría o de valencia en cada ensayo. La literatura indica que el efecto de interferencia es superior cuando se sigue el primer procedimiento y algunos investigadores creen que esto se debe a que la presentación de las categorías o valencias en formato de bloque favorece algún tipo de priming semántico o emocional que no estaría presente cuando se deja que esta variable aparezca de modo azaroso (Williams, Mathews y MacLeod, 1996; Kindt, Bierman, y Brosschot, 1996). Sin embargo, hay razones para pensar que también está presente algún tipo de priming en condiciones de presentación aleatoria. Cuando menos, algunos trabajos lo sugieren.
Warren (1972) utilizó en uno de sus trabajos la tarea Stroop original y presentó al azar un conjunto de palabras que pertenecían a diferentes categorías. Pero, antes de que apareciese la palabra-target coloreada, los participantes podían oír una palabra-prime perteneciente a la misma categoría que aquella, a otra diferente, o no escuchaban ninguna. Las palabras-primes eran diferentes en cada ensayo y los participantes debían recordarlas al finalizar. Los resultados indicaron que el tiempo requerido para nombrar el color de la palabra-target se incrementaba cuando su categoría coincidía con la de la palabra-prime, en comparación a cuando pertenecía a una categoría diferente. Warren explicó estos resultados asumiendo que las palabras-primes favorecían la activación de su categoría, junto con la tendencia a pronunciarla, lo cual era incompatible con la demanda de nombrar el color de la palabra-target. Burt (1994, 1999) y Rueda, Tudela y Lupiáñez (2000) han obtenido resultados semejantes presentando visualmente las palabras-primes.
En la adaptación emocional de la tarea, algunos investigadores han publicado datos parecidos. Segal, Hood, Shaw y Higgins (1988) presentaron a un grupo de pacientes depresivos, y a otro de ansiosos una palabra-prime que era seguida de la palabra-target coloreada, para que nombrasen el color de ésta última. La palabra-prime podía ser un adjetivo auto-descriptivo o una palabra control. La palabra-target siempre era un adjetivo autodescriptivo. Encontraron que los participantes tardaban más en nombrar el color de las palabras-target cuando éstas eran precedidas por adjetivos-primes autodescriptivos que cuando eran precedidas por una palabra de control. Estudios posteriores han confirmado estos resultados (Segal y Vella, 1990; Segal, Gemar, Truchon, Guirguis y Horowitz, 1995).
Parece por tanto que el efecto de priming no sólo mediaría la interferencia observada en la tarea Stroop cuando ésta se administra presentado las palabras en bloques, según su categoría o valencia, sino también cuando se permite que la valencia de las palabras varíe al azar de un ensayo al siguiente. Además, estaría presente tanto en el procedimiento original de la tarea como en su adaptación emocional.
La tarea Stroop emocional de nombrar color ha sido muy utilizada para examinar los sesgos de atención selectiva presentes en personas con ansiedad y en individuos depresivos (Williams, Mathews y MacLeod, 1996). Sin embargo, en pocos estudios se ha administrado a individuos que tienen puntuaciones elevadas en ira-rasgo o algún tipo de desorden en que el sentimiento de ira, la reacción hostil y la conducta agresiva sean signos distintivos.
Como hemos comentado anteriormente, existe abundante evidencia de que los pacientes ansiosos tardan más en nombrar el color de las palabras amenazantes que el de las palabras neutras, mientras que en los participantes controles-normales no se observan estas diferencias. Algo semejante se ha encontrado al comparar la ejecución de personas con ansiedad-rasgo elevada en comparación con individuos con ansiedad-rasgo baja, particularmente si la tarea se realiza bajo un estado de ansiedad o de estrés elevado. Los investigadores interpretan este patrón de datos afirmando que los individuos ansiosos procesan preferentemente la información amenazante de su entorno, cuando ésta se presenta junto a otra no amenazante, en comparación con quien no es ansioso.
Las investigaciones que se han realizado con participantes deprimidos han proporcionado resultados menos consistentes. En algunos estudios se ha observado el sesgo, mientras que en otros no se ha encontrado. Quizás esta falta de solidez pueda explicarse por los diferentes mecanismos cognitivos que están implicados en la ansiedad y en la depresión, y por la dificultad de seleccionar participantes depresivos que no padezcan también ansiedad. Williams, Watts, MacLeod y Mathews (1988, 1997) sugieren que la ansiedad se caracteriza primariamente por un sesgo selectivo hacia la información amenazante, mientras que la depresión se asocia con otros procesos post-atencionales que favorecen el recuerdo de material emocional negativo. Moog y Bradley (1999) afirman que los individuos deprimidos no orientan automáticamente su atención hacia la información negativa del ambiente pero, una vez que ese material entra en su foco de atención, pueden tener grandes dificultades para desengancharse de él. En otras palabras, para estos autores/as, la depresión puede estar asociada primariamente con el mantenimiento de la atención en la información negativa más que con un sesgo para su captación automática. Por otro lado, no sería extraño que en los estudios en que se ha obtenido el sesgo con participantes depresivos éstos participantes también se caracterizasen por niveles elevados de ansiedad, pues es relativamente frecuente que las medidas de depresión y ansiedad covaríen (consúltense, por ejemplo, las características de las muestras incluidas en las investigaciones de Mogg, Mathews y Weinman, 1989; o de Mogg, Bradley, Williams, and Mathews, 1993). Por tanto, cabría pensar que es esa relación lo que ha hecho posible la obtención del sesgo atencional en personas deprimidas.
Respecto a los estudios con individuos propensos a sentir ira, lo destacable es que se han realizado tan pocas investigaciones que aún no disponemos de un patrón de resultados acumulativo que permita dilucidar si estos individuos muestran sesgos atencionales semejantes a los observados en personas ansiosas. La evidencia proporcionada en algunos estudios (Eckhardt y Cohen, 1997; Cohen, Eckhardt y Schagat,1998; Van Honk, Tuiten, Van den Hout, Putman, de Haan y Stam, 2001; Van Honk, Tuiten, de Haan, van den Hout y Stam, 2001) sugiere la existencia de tales sesgos, pero en estas investigaciones se han utilizado procedimientos experimentales diferentes a los usados en las versiones originales de la tarea Stroop emocional. Dado que algunos modelos teóricos sobre el lanzamiento de las reacciones afectivas y emocionales como el de Berkowitz (1993, 1999) sugieren que las etapas iniciales de procesamiento son semejantes en ambos núcleos emocionales, creemos que es teóricamente relevante recoger datos empíricos que contrasten esta suposición.
En la serie de investigaciones que describimos a continuación quisimos obtener información adicional sobre la relevancia de los efectos de priming en la tarea Stroop emocional cuando la valencia de las palabras se deja variar de modo aleatorio. De modo específico intentamos observar su presencia y pretendimos maximizar y precisar las condiciones en que se produce.
En segundo lugar, quisimos comprobar si existen patrones diferenciales de interferencia Stroop en participantes con puntuaciones elevadas en medidas de ansiedad-rasgo, de depresión y de ira-rasgo. En concreto, estábamos interesados en replicar la existencia de sesgos de atención en individuos con ansiedad elevada y en derterminar si estaban presentes procesos de selección semejantes en personas deprimidas y en participantes propensos a sentir ira. Al seleccionar la muestra de personas deprimidas cuidamos especialmente que sus niveles de ansiedad fuesen normales.
Los participantes fueron estudiantes universitarios, la mayoría de primer curso de Psicología, y se seleccionaron por sus elevadas (o bajas) puntuaciones en el State-Trait Anxiety Inventary (STAI) de Spielberger (1983), el Beck Depresión Inventary (BDI) (Beck y Steer, 1993) y el State-Trait Anger Expression Inventory (STAXI) de Spielberger (1988), en un función del grupo concreto a seleccionar. En todos los experimentos se presentaron cuatro tipos de estímulos: series de Xs, palabras neutras, palabras de valencia positiva y palabras de valencia negativa, que podían aparecer escritos en color rojo, verde, azul o amarillo. Los participantes siempre debían responder lo antes posible nombrando el color de la palabra o de la serie de Xs presentada.
En todos los estudios hemos cuidado la selección de nuestros participantes y de las palabras que presentamos en la tarea. Los estudiantes de cada serie experimental con altas o bajas puntuaciones en ansiedad-rasgo, ira-rasgo, o depresión fueron elegidos de grupos amplios de 400-500 personas. Las palabras fueron escogidas de una base de datos de 240 sustantivos que previamente habían sido evaluados por muestras independientes de 70-120 estudiantes en las dimensiones de valencia, activación, relevancia para la ansiedad, relevancia para la ira, relevancia para la depresión y frecuencia de uso subjetivo. Las palabras negativas se seleccionaron por ser de especial interés para cada uno de nuestros grupos. Fueron escogidas por su relevancia para la ansiedad en el caso de los participantes ansiosos o de baja ansiedad, por su relevancia para la ira en los grupos de ira elevada o baja, y por su relevancia para depresión en los individuos con elevados o bajos niveles de depresión. De esta manera intentamos maximizar y garantizar la importancia de las palabras para todos los participantes.
En nuestros primeros estudios intentamos comprobar si se producía un efecto de priming emocional, parecido al que Robert T. Warren observó, cuando en ensayos consecutivos se repetía la misma valencia en comparación con la condición en que ésta cambiaba. Además, puesto que nuestros grupos variaban por sus elevadas o bajas puntuaciones en las medidas de ansiedad, depresión e ira, anticipábamos de acuerdo con la literatura que, en caso de producirse la modulación del priming sobre el Stroop emocional, ésta se observaría especialmente en los grupos de alta ansiedad y los de alta ira. En las condiciones de alta depresión no era previsible que se obtuviesen estos efectos.
Cada participantes recibió un bloque de 24 ensayos de práctica, que era seguido de cinco más con 48 ensayos experimentales cada uno. Cada ensayo se iniciaba con un punto de fijación negro (un signo “+”) presentado en el centro de la pantalla del ordenador, que mantenía un fondo gris. A los 1000 ms aparecía la palabra (o la cadena de Xs) que aparecía en el centro de la pantalla, reemplazando el punto de fijación. El participante debía decir en voz alta el color del estímulo, que podía ser rojo, verde, azul, o amarillo. El estímulo permanecía en la pantalla hasta que se emitía una respuesta.
Utilizamos cuarenta y ocho estímulos: 12 no-palabras (series de Xs que igualaban en longitud las palabras), 12 palabras afectivamente neutras, 12 de valencia positiva, y 12 de valencia negativa (recuerde que éstas eran relevantes de ansiedad para los grupos de altas y bajas puntuaciones en el STAI, relevantes de depresión para los de altas y bajas puntuaciones en el BDI, y relevantes de ira para los de altas y bajas puntuaciones en el STAXI). Los estímulos aparecían al azar, con la restricción de que cada 16 ensayos estuviese equilibrada la valencia (cuatro palabras de cada categoría), y el color (cuatro colores). Es decir, cada 16 ensayos aparecía una palabra de cada categoría, en cada uno de los cuatro colores. Al finalizar un bloque de ensayos el participantes podía descansar durante 10 segundos.
A continuación describimos brevemente los resultados encontrados en seis de nuestros grupos: dos caracterizados por sus puntuaciones elevadas o bajas en ansiedad-rasgo, dos con niveles elevados o bajos en depresión, y otros dos con valores altos o bajos en ira-rasgo . Recuérdese que el grupo de elevadas puntaciones en depresión mantenía unos nivel de ansiedad normales. Igualmente, los participantes del grupo de ansiedad alta mantenían valores normales en depresión.
Para facilitar la exposición, en las diferentes figuras de este trabajo utilizaremos puntuaciones diferenciales. Es decir, representaremos el efecto Stroop emocional como la diferencia entre en TR para las palabras negativas menos el TR para las palabras neutras, en lugar de exponer las puntuaciones directas de la medida de TR. Ilustramos, por tanto, el tamaño del efecto y no los valores absolutos del tiempo de respuesta.
Figura 2. Representación gráfica del efecto Stroop emocional en los grupos con puntuaciones Altas vs. Bajas en Ansiedad, Depresión e Ira. Obsérvese que sólo los grupos de Alta Ansiedad y Alta Ira muestran el efecto. En el de Alta Depresión no se observa. |
En la Figura 2 puede observarse que los participantes del grupo de ansiedad elevada y del grupo de ira alta muestran el efecto de interferencia Stroop emocional. Sin embargo, en los dos grupos de depresión y en los de niveles bajos de ansiedad o ira no aparece.
En la Figura 3 puede advertirse que el efecto Stroop emocional de los grupos con diferentes sesgos atencionales depende en gran medida de la repetición de la valencia en ensayos consecutivos. En la parte superior de la figura aparece el efecto cuando se repetía la valencia en dos ensayos consecutivos. En la parte inferior se presentan datos equivalentes cuando la valencia era diferente. Puede observarse que tanto el grupo de alta ansiedad-rasgo como el de elevada ira-rasgo muestran un gran efecto Stroop emocional, pero sólo cuando se repite en dos ensayos consecutivos la misma valencia. En los grupos de baja ansiedad-rasgo o baja ira-rasgo no se observa el efecto, así como tampoco en niguno de los grupos de depresión.
Siguiendo las explicaciones habituales del efecto Stroop emocional, podríamos interpretar que la interferencia sólo se produce en condiciones de ansiedad e ira elevadas y cuando ésta es favorecida por cierto tipo de priming de valencia. Avanzando en esta idea un poco más, podríamos suponer que cuando se observa en un experimento el efecto Stroop emocional, parte de dicho efecto está mediado por este priming, incluso aunque se haya presentado al azar la valencia de los estímulos.
Figura 3. Representación gráfica del efecto Stroop emocional mostrado por los diferentes grupos, en función de la repetición de la valencia emocional. En la parte superior se muestra el efecto cuando se repite la valencia en ensayos consecutivos. Obsérvese que es en esta condición en la que tanto el grupo de Alta Ansiedad como el de Alta Ira muestran un gran efecto Stroop emocional. En la parte inferior de la gráfica se muestran los efectos en la condición de Valencia No Repetida, en que la valencia en el ensayo actual es diferente a la del ensayo anterior. |
En investigaciones adicionales hemos intentado maximizar el efecto de priming observado anteriormente. En un segundo grupo de experimentos comprobamos si el aumento del número de ensayos consecutivos en los que se repite la valencia se corresponde también con un incremento del priming, y por tanto con un mayor efecto Stroop emocional. En los trabajos previos, presentamos al azar cuatro tipos de estímulos con la restricción de que cada 16 ensayos quedase igualada la proporción de cada valencia. En principio, por tanto, podían aparecer palabras con igual valencia en dos, tres o cuatro ensayos consecutivos. Sin embargo, es poco probable que se mantenga la valencia en más de dos ensayos. De hecho, sólo recogimos suficientes observaciones cuando se repetía dos veces. Para evitar este problema, y dada la importancia teórica de la modulación del priming sobre los efectos de interferencia, decidimos manipular directamente la repetición de la valencia en los siguientes estudios y analizar en detalle la forma en que ésta se produce.
En dos series distintas de experimentos presentamos los ensayos de tal forma que la categoría de las palabras (XXXX, Neutras, Positivas, o Negativas) se mantenía constante siempre durante cuatro ensayos consecutivos. De esta forma podríamos observar dinámicamente el desarrollo del priming (desde la primera repetición de valencia hasta la tercera), y el desarrollo de su modulación sobre el efecto Stroop Emocional. De ser cierta nuestra hipótesis, la interferencia mostrada por los participantes con un rasgo elevado de ansiedad debería aumentar al incrementarse el número de repeticiones de la valencia negativa.
De nuevo cada participante recibió un bloque de 24 ensayos de práctica, que era seguido de cinco más con 48 ensayos experimentales cada uno. Se presentaron los mismos estímulos y la secuencia de acontecimientos de cada ensayo fue la misma que en los estudios previos. Sin embargo, ahora la categoría de los estímulos no se seleccionaba al azar, sino que se repetía siempre en cuatro ensayos consecutivos y cambiaba al siguiente. Con estas condiciones, por tanto, cada 48 ensayos aparecían al azar tres secuencias de cuatro ensayos de cadenas de Xs, otros tres de palabras neutras, otros tres de positivas, y otros tres de negativas.
En la Figura 4 se presentan los resultados encontrados en dos grupos, uno caracterizado por sus elevados niveles de ansiedad-rasgo y otro por sus bajas puntuaciones en esta medida. Puede comprobarse que nuestra hipótesis de modulación sólo se confirma parcialmente. Efectivamente, la mayor diferencia entre el efecto Stroop Emocional mostrado por los participantes de alta vs. baja ansiedad-rasgo se produce cuando se repite la valencia en una ocasión (1 repetición). Sin embargo, con las sucesivas repeticiones, no sólo no se incrementa la interferencia, sino que se disminuye hasta perderse en la tercera, donde es incluso menor que en los participantes alta ansiedad que en los de baja. Además, en términos generales, incluso en la primera repetición, el efecto, lejos de ser mayor, es más pequeño que el observado en el estudio descrito con anterioridad, donde la valencia se repetía al azar, y las repeticiones sólo se producían en el 25% de los ensayos (como promedio).
Estos resultados, por tanto, sugieren que el efecto de priming no se ve potenciado de una forma progresiva como consecuencia de la reiteración de ensayos de valencia negativa. De hecho, indican que no estaría presente cuando se repiten las palabras negativas en tres o cuatro ensayos consecutivos. Quizás, lo que ocurre es que nuestros participantes ansiosos aprenden que la valencia se repite en diferentes ocasiones y ponen en juego algunas estrategias de control para que no se resienta la tarea de nombrar el color. Esta regulación no parece ser efectiva o no se utiliza en condiciones de una única repetición.
Figura 4. Representación gráfica del efecto Stroop emocional en individuos de Alta vs. Baja Ansiedad rasgo, en función de la repetición de la valencia emocional. Obsérvese que la mayor diferencia entre el efecto mostrado por los participantes de alta y baja ansiedad se produce cuando se repite la valencia una vez. Sin embargo, con las sucesivas repeticiones, no sólo no se incrementa el efecto, sino que disminuye hasta perderse en la tercera. |
Dada la sutileza del patrón de la modulación del priming sobre el efecto Stroop Emocional -- se incrementa el efecto con una repetición de la valencia, pero la excesiva repetición puede hacerlo desaparecer--, decidimos en nuestro último estudio manipular directamente la proporción de ensayos consecutivos en los que se repetía la valencia. El lector recordará que en nuestros primeros experimentos presentamos aleatoriamente cuatro tipos de estímulos, por lo que en el conjunto de la tarea cabía esperar un 25 % de posibilidades de que apareciese la misma valencia en dos ensayos consecutivos. En esta nueva investigación prescindimos del azar y garantizamos en el procedimiento una condición experimental, equivalente a la de los primeros estudios, en que se repetía la valencia en el 25 % de ellos, y otra en la que esa proporción aumentaba hasta el 50 % de los ensayos. De esta forma, teníamos un control exacto sobre la cantidad de repeticiones que se producían, y por tanto, del contexto de repetición.
Si la modulación del priming sobre el efecto Stroop Emocional es robusta, tal como venimos observando en nuestros estudios, de nuevo cabía esperar que sólo aconteciese el efecto Stroop Emocional cuando se repite la valencia en ensayos consecutivos en participantes con alta ansiedad. Por otro lado, puesto que esta modulación no parece guardar una relación simple y directa, sino que incluso un exceso de repetición de la valencia puede hacer desaparecer el priming, esperábamos encontrar que en el grupo de alta ansiedad en el que la valencia se repetía en el 50% de los ensayos no se obtuviese el efecto Stroop emocional, ni siquiera en los ensayos de valencia repetida.
Cada participante recibió algunos ensayos de práctica y 5 bloques de 36 ensayos en los que aparecía al azar uno de los cuatro tipos de estímulo (en este caso sólo se incluyeron 9 series de Xs, 9 palabras neutras, 9 positivas y 9 negativas) y, dependiendo del porcentaje asignado a cada grupo, la valencia de las palabras se repetía en ensayos consecutivos un 25% ó un 50% de las ocasiones.
En la Figura 5 se presentan los resultados obtenidos en dos grupos de participantes, uno con puntuaciones elevadas y otro bajas en ansiedad-rasgo. En la parte superior se incluyen los datos de los grupos en los que la valencia en ensayos consecutivos coincidió en el 25 % de las ocasiones. En el grupo de alta ansiedad puede observarse un claro efecto Stroop Emocional cuando se repite la valencia, lo cual no ocurre en el de baja ansiedad. Vuelve a encontrarse, por tanto, el efecto Stroop Emocional en condiciones de repetición de valencia en ensayos consecutivos. En la parte inferior de la figura se muestran los de los grupos para los que la valencia se repetía en el 50 % de los ensayos. En este caso, en el grupo de ansiedad alta prácticamente desaparece el efecto Stroop Emocional tanto cuando se repite la valencia como cuando no se repite. De hecho, el efecto que muestran estos participantes es semejante al mostrado por el grupo de baja ansiedad.
Estos resultados, de nuevo, ponen de manifiesto la sutileza de la modulación del priming sobre el efecto Stroop Emocional. A pesar de haber favorecido de manera global las posibilidades de que el priming produzca su acción moduladora, cuando se repite la valencia en el 50 % de ensayos, en vez de haberse potenciado, se ha eliminado. Es posible, como argumentamos en relación con la serie experimental previa, que con una proporción tan elevada de repeticiones de valencia nuestros participantes ansiosos pongan en juego alguna estrategia para inhibir su efecto y para no enlentecer la tarea de nombrar el color.
Figura 5. Representación gráfica del efecto Stroop emocional mostrado por individuos de Alta vs. Baja Ansiedad rasgo, en función de la repetición de la valencia emocional, y del contexto global de repetición: 25% (parte superior de la gráfica) vs. 50% de repeticiones (parte inferior de la gráfica). Obsérvese que de nuevo replicamos el efecto de modulación del priming sobre el Stroop Emocional, pero sólo en el contexto de 25% de repeticiones. En la parte inferior de la gráfica se observa que, cuando se incrementa el número de repeticiones de valencia al 50%, el efecto de Stroop Emocional, lejos de incrementarse, desaparece. |
En las tres series experimentales descritas hemos encontrado que el priming modula el efecto Stroop emocional en alguna de las condiciones experimentales. No obstante, es difícil favorecer esta modulación con manipulaciones específicas, debido quizá a su propia naturaleza, que no sigue una relación directa simple, o a que pueda ser contrarrestada por alguna estrategia de los participantes. Como consecuencia, la modulación se produce cuando se utiliza una presentación aleatoria de la valencia en la tarea Stroop de nombrar color, pero sus condiciones de aparición son claramente restringidas.
Puede que la repetición de ensayos con la misma valencia, en modo de mini-bloques de repetición, no incremente el priming porque existan algunos mecanismos de habituación que lo impidan o porque nuestros participantes ansiosos, tras una reiteración de la misma valencia negativa, puedan protegerse de su efecto y dedicarse a la tarea de nombrar color. Algo parecido puede comentarse en relación con la segunda estrategia que hemos utilizado. Es posible que cuando son muy reiteradas las repeticiones de valencia negativa se ponga en marcha algún mecanismo semejante al de habituación y ello disminuye la receptividad ante ese tipo de información. También puede ocurrir que a los participantes les resulte más fácil defenderse de la amenaza de manera más eficaz por aparecer con más frecuencia. No olvidemos que la interferencia se observa en participantes con puntuaciones elevadas de ansiedad (o ira) y que la literatura sugiere que detectan rápidamente la amenaza, pero de inmediato vuelcan su atención fuera de ella. Sin duda necesitamos realizar investigaciones adicionales para ofrecer información respecto a estas posibilidades.
Por el momento, no tenemos conocimiento preciso de la forma como el priming ejerce su influencia moduladora sobre el efecto Stroop Emocional, y por qué desaparece esa modulación en ciertos contextos de excesiva repetición. Nuestros datos no nos permiten decantarnos por una u otra posibilidad de las señaladas anteriormente. No obstante, la modulación en sí ha quedado demostrada en reiteradas ocasiones, lo que apunta a la robustez de la misma. En cualquier caso, la suposición de que el priming emocional sólo está presente en la administración de la tarea Stroop en formato de bloque no es correcta. También está presente cuando se aleatoriza de ensayo a ensayo la valencia.
Debemos destacar que en nuestras investigaciones hemos replicado los resultados obtenidos por otros investigadores en relación con la ansiedad. Los participantes con ansiedad elevada tardan más en nombrar el color de palabras de valencia negativa que el de las neutras. En los participantes con baja ansiedad no hemos observado diferencias. Esto ha sido así en las tres series de experimentos que hemos descrito.
Sin embargo, en los participantes con depresión elevada, nuestros datos no muestran el efecto stroop emocional. Es posible que lleven razón los teóricos que sugieren que sus sesgos cognitivos son post-atencionales. Si se tiene en cuenta que nuestros participantes con puntuaciones elevadas en depresión no se caracterizaban por valores de ansiedad elevados, y este aspecto no se ha controlado sistemáticamente en numerosas investigaciones, cabe pensar que en aquellos estudios en que se ha encontrado el sesgo puede haber colaborado especialmente este rasgo en su obtención. Aunque sólo hemos descrito los resultados de participantes depresivos en la primera serie, en la segunda tampoco encontramos sesgos en su ejecución.
En relación con la ira, nuestra investigación aporta evidencias de que está asociada a sesgos de atención, posiblemente equivalentes a los observados en la ansiedad. Nuestros participantes con ira-rasgo elevada, en la primera serie, muestran una ejecución en la tarea equivalente a los individuos con ansiedad-rasgo elevada. En otros estudios, con presentación de la valencia en formato de bloque, también hemos encontrado ese sesgo. Esta información es relativamente novedosa en la literatura y creemos que merece la pena considerarla. Algunos teóricos como Berkowitz (1993, 1999) han sugerido que la diferenciación entre el miedo y la ira se produce en etapas cognitivas bastante tardías. Desde su punto de vista, el mismo afecto negativo poco definido podría llevar a una reacción de miedo o a una reacción de ira, dependiendo de las estructuras de información asociativas que se activan para igualar la información entrante y el cambio corporal. Igualmente, Öhman (2000) propone que la diferenciación entre miedo y ansiedad se produce en una etapa tardía de procesamiento; quizás en el momento de selección de respuesta. La ansiedad surgiría cuando no es posible afrontar la amenaza o el peligro huyendo o escapando. Siguiendo su modelo, quizás, algo parecido pueda postularse respecto a la distinción entre miedo e ira. Su diferenciación puede situarse más en torno a los procesos de afrontamiento que de los automatismos tempranos.
En cualquier caso, nos gustaría informar que los efectos asociados a la ira en la primera serie se encuentran de manera semejante y equivalente cuando se incluyen las puntuaciones de ira-rasgo como medida covariante en el análisis de los grupos de ansiedad o las medidas de ansiedad-rasgo como covariante al analizar la ejecución de los grupos de ira.
Para finalizar, queremos enfatizar que el efecto Stroop Emocional, que hemos observado en las diferentes series experimentales descritas, en personas con alta ansiedad-rasgo o con elevada ira-rasgo se ve claramente modulado por procesos de priming emocional que no tienen una influencia simple y mecánica sobre la interferencia, sino más bien sutil y compleja. Ello nos hace pensar que los sesgos atencionales de los que adolecen las personas con alta ansiedad o que son propensas a la ira, aunque parecen ser automáticos, podrían someterse al control del individuo y desaparecer, especialmente en situaciones en las que la información relevante de rasgo se hacen muy saliente. Investigaciones futuras deberán llevarnos a un mejor conocimiento de estos procesos.
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Agradecemos la colaboración en la recogida de datos de estos estudios a Jesús López Megías, Bettina Frese, Ignacio Segura Postigo, Joaquín Martínez Vaquero, María Dolores Pérez Calderón, Carolina Pérez Dueñas, Emilio Carlé Gil, Gloria López de Lerma García Rojo, Carmen Gutiérrez Vicente y Fernado López Moyano. Las investigaciones han sido parcialmente apoyadas por el MEC y el MCyT mediante Proyectos de investigación a los autores (BSO2000-1503 y BSO2002-04308-C02-02). La correspondencia respecto a este trabajo puede dirigirse a cualquiera de los autores, Alberto Acosta (acosta@ugr.es) o Juan Lupiáñez (jlupiane@ugr.es), al Departamento de Psicología Experimental, Facultad de Psicología, Campus de Cartuja, S/N, 18071 – Granada.
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