VOLUMEN: 2 NÚMERO: 1
MEDIDAS PSICOFISIOLÓGICAS Y NIVELES DE ANSIEDAD-RASGO:
UN ESTUDIO DE LA ANSIEDAD EN FUTBOLISTAS

Javier Soriano Recio y Francisco Javier Menéndez Balaña
Departamento de Psicología Básica II
Facultad de Psicología
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Spain







 

INTRODUCCIÓN

    Cualquier aficionado al deporte sabe que el rendimiento de los atletas a lo largo de una competición no es constante. Las variaciones en el rendimiento pueden ser debidas a múltiples factores, siendo muy importantes los aspectos psicológicos. Dentro de éstos, la ansiedad en la competición tiene un marcado protagonismo ya que puede afectar al estado de ánimo y, por tanto, a su rendimiento deportivo. Un claro ejemplo, lo podemos comprobar en deportistas que en entrenamientos realizan unos resultados superiores a los que en competición, debido a las condiciones estresantes del mismo, realizan.

    Los cambios producidos por la ansiedad ante la competición, pueden tener múltiples consecuencias para el deportista (Buceta, 1995). La ansiedad, como respuesta del organismo a los estímulos externos tiene efectos positivos siempre que se mantenga en unos límites "normales"; sin embargo, sí se sobrepasan esos límites, se puede observar un efecto inverso pudiendo provocar diversos problemas, desde un marcado déficit en el rendimiento deportivo, hasta reacciones emocionales graves. Estas variaciones psicológicas de la ansiedad pueden ser producidas tanto por el grado de importancia de la competición como por la existencia de diferencias individuales a la hora de reaccionar ante estas situaciones (Ruiz, 1995).

    Varias aproximaciones teóricas se han propuesto conceptualizar el impacto de la ansiedad en el rendimiento de los atletas de competición. Una de ellas es la teoría del estado/rasgo de la ansiedad de Spielberger. (1966). Este autor predice que las personas con un alto grado de ansiedad-rasgo tendrán, a su vez, un mayor nivel de ansiedad-estado, y por consiguiente, tendrán más riesgos de rendir por debajo de su nivel. Las personas con un alto nivel de ansiedad-rasgo muestran una elevada reactividad del sistema nervioso autónomo, respondiendo a los agentes estresantes con hiperactivación autónoma (taquicardia, sudoración, irregularidad respiratoria, etc), excitación somática (tensión muscular) y variaciones neuroendocrinas (incrementos notables de adrenalina y noradrenalina), afrontando de este modo las reacciones de ansiedad (Chorot y Sandín, 1995). La teoría de Spielberger provocó también el desarrollo de ciertas medidas psicométricas de la ansiedad como estado emocional y de la ansiedad como rasgo de personalidad, así como el desarrollo de teorías que proponían un modelo de interacción persona-ambiente para explicar la relación ansiedad-rendimiento (Hanin, 1980, 1989; Hanin y Spielberger, 1983).

    Las investigaciones sobre la relación ansiedad-rendimiento han sido tan numerosas que han llegado a producir teorías contrapuestas (Krohne, 1980; Schwenkmezger,1980, 1985; Fröhlich, 1983; Laux, 1983; Schwenkmezger y Laux, 1986, Rand, Lens y Decock, 1991; Hackfort y Schwenkmezger, 1993; etc). Tal vez sea debido al hecho de que estemos hablando de conceptos muy diferentes, que engloban cada uno de ellos una gran cantidad de variables, que además están rodeadas por factores y situaciones muy diversos y específicos entre sí. (Highlen y Bennett, 1983; Martens et.al., 1982).

    El objetivo de la presente investigación es tratar de determinar qué diferencias se producen en los deportistas según su grado de ansiedad-rasgo, sobre determinadas variables consideradas importantes para el rendimiento deportivo, averiguando también las posibles relaciones entre ellas.

    Partiendo de la ansiedad como rasgo, queremos comprobar qué influencia tiene sobre:

    - determinadas respuestas psicofisiológicas relacionadas con el rendimiento, como la respiración y la conductancia eléctrica de la piel. Se sabe que en el caso de la respiración, se ha observado que los sujetos con mayores niveles de ansiedad-rasgo presentan un tipo de respiración más irregular y variable, provocando una mayor fatiga y una peor recuperación en su actividad deportiva, influyendo negativamente en su rendimiento. Y en el caso de la conductancia eléctrica de la piel, al ser una respuesta del sistema nervioso autónomo e indicador del nivel de activación general, se ha observado una relación directa entre los mayores niveles de conductancia y los de ansiedad-rasgo. Sin embargo, y como ha sucedido con otras variables estudiadas, los resultados han mostrados, a veces, conclusiones contradictorias.

    - el tiempo de reacción ante una tarea motriz sencilla, como un índice fiable del rendimiento. El tiempo de reacción es fundamental para el rendimiento de todos los deportistas; sin embargo, para determinados deportes parece más evidente que para otros, por ejemplo, todos aquellos en los que la velocidad juega un papel esencial para decidir el ganador (atletismo, natación, fútbol, tenis, etc.). Ha sido, sin duda alguna, la variable dependiente más empleada a lo largo de los años en el estudio del rendimiento deportivo, casi siempre dentro del paradigma del comportamiento motor (Henry y Rogers, 1960; Christina, 1973; Inonata, 1980; Oña, 1995).

    Partiendo de dos grupos de futbolistas, uno con altos niveles de ansiedad-rasgo (Grupo 1) y otro con bajos niveles de ansiedad-rasgo (Grupo 2), vamos a tratar de verificar las siguientes hipótesis:

    1ª.- Los sujetos que componen el Grupo 1 obtendrán tiempos de reacción superiores a los del Grupo 2.

    2ª.- Los sujetos del Grupo 1, obtendrán mayores niveles y mayor variablidad en conductancia eléctrica de la piel, indicando por ello una activación superior que en el grupo 2.

    3ª.- Los sujetos del Grupo 1 mostrarán una mayor variabilidad e irregularidad en la frecuencia respiratoria, con respecto al Grupo 2.

    4ª.- En general para todos los sujetos (Grupo 1 y Grupo 2), cuánto mayor sea su frecuencia respiratoria, mayores serán sus niveles de conductancia.
 
 

MATERIAL Y MÉTODO
 

Sujetos

    Participaron voluntariamente en este estudio cuarenta y seis futbolistas semi-profesionales de la categoría de la Segunda División "B" del grupo primero de la Liga Nacional de fútbol española. Todos ellos con edades comprendidas entre los diecisiete y veintiséis años, con una media de edad de 19 años y una desviación típica de 2,67. De los 46 participantes se formaron dos grupos: un grupo de siete futbolistas (Grupo 1) que obtuvieron las mayores puntuaciones de ansiedad-rasgo en el cuestionario SCAT de Martens, y otro (Grupo 2) formado por otros siete futbolistas que presentaron las menores puntuaciones en el mismo cuestionario.
 

Material

    Se emplearon los siguientes materiales e instrumentos:

    -Cuestionario SCAT de Martens (Martens et.al, 1990), como instrumento fiable y de los más utilizados para determinar el grado de ansiedad de los deportistas (Vealey, 1990; Jones, 1990).

    -Programa TR, para medir los tiempos de reacción tanto auditivos como visuales, elaborado por el Dr. Antonio Crespo León (1989), en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

    -Un polígrafo multicanal, Marca Letica (modelo 4006), utilizándose dos módulos: el módulo de temperatura (TMP 806) que a través de un termistor mide la amplitud y la frecuencia respiratoria, y el módulo de la conductancia eléctrica de la piel (SCC 316) para la medición de los niveles de dicha variable.

    -Dos ordenadores (Marca Olivetti), coordinados entre sí: uno para dispensar los distintos estímulos a través del programa TR y el otro para registrar las medidas fisiológicas a través del programa SMAG-3.
 

Procedimiento

    Antes de comenzar el experimento, se organizó una reunión con los jugadores para explicarles de forma muy general el procedimiento a seguir en esta investigación. Se les comunicó que tendrían que realizar un sencillo cuestionario con preguntas relativas a la práctica deportiva. Se rogó a los jugadores que no quisieran colaborar, se abstuvieran de realizarlo. Después se repartió el cuestionario SCAT de Martens a todos los participantes indicándoles que se trataba de preguntas muy sencillas y fáciles de responder, relativas a la forma de vivir los distintos momentos deportivos. Una vez que todos terminaron, se dio por concluida la reunión, dándoles las gracias por la colaboración. De acuerdo con este cuestionario se seleccionaron los sujetos más adecuados para la investigación, los cuales deberían participar directamente en la fase experimental de este estudio. Una vez corregido el cuestionario, se formaron dos grupos: un Grupo 1, formado por los siete sujetos que puntuaron con altos niveles de ansiedad-rasgo, y el Grupo 2, formado por los siete sujetos que puntuaron con bajos niveles.

    La fase experimental se realizó íntegramente en el laboratorio de Aprendizaje Humano de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Por él pasaron todos los integrantes de los dos grupos en sesiones individualizadas. Cada sujeto era situado en una sala completamente aislada de influencias electromágneticas, térmicas y auditivas, colocándole un "termistor" cerca de los orificios nasales para registrar a través de la temperatura del aire tanto inspirado como espirado, la amplitud y la frecuencia respiratoria, y dos electrodos en los dedos índice y anular de la mano no dominante para el registro de los niveles de conductancia eléctrica de la piel. La misión del sujeto experimental era permanecer delante de una pantalla de ordenador, que se encargaba de dispensar tanto los estímulos visuales como los auditivos, a los que él debía responder lo más rápidamente posible. En las fases de actividad, cada sujeto debía responder a cuatro bloques de treinta estímulos cada uno: dos bloques de 30 estímulos visuales y otros dos bloques de 30 estímulos auditivos, intercalándose fases de descanso de tres minutos entre bloque y bloque. La duración total de cada experimento fue de unos cuarenta minutos aproximadamente.
 

RESULTADOS

    Para el análisis de las distintas variables estudiadas se utilizaron los siguientes criterios:

    -En cuánto a los tiempos de reacción, se tomaron las puntuaciones medias globales que los deportistas de cada grupo obtuvieron en la prueba.

    -En cuánto a la conductancia eléctrica de la piel (CEP), se midieron dos aspectos: por una lado, los valores-promedio de variabilidad en las fases de actividad y de descanso, y por otro lado, los valores promedios en las fases de transición entre los distintos periodos (último minuto de la fase de descanso y primero de la fase de actividad y viceversa).

    -Para la frecuencia respiratoria, se registraron los ciclos respiratorios por minuto (c.r.m.) de los deportistas de ambos grupos, tanto en el periodo de actividad como en el descanso.

    Entre los resultados más importantes que se obtuvieron en este estudio, debemos destacar:

    -Con respecto a la relación ansiedad-rasgo y tiempo de reacción, no se aprecian diferencias estadísticas significativas (W=45, p=0,3825). Ambos grupos muestran tiempos similares, siendo incluso algo mejores los tiempos de reacción del Grupo 1. Por consiguiente, no se confirma la primera hipótesis en la que se relacionaban ambas variables (ver Figura 1).
 
 

FIGURA 1
Comparación de los tiempos de reacción medios de ambos grupos


 






    -Con respecto a la relación ansiedad-rasgo y conductancia eléctrica de la piel, el Grupo 1 muestra mayores niveles globales de variabilidad de la conductancia en los periodos de actividad (W=29; p=0,0012), siendo la diferencia con el Grupo 2, significativa estadísticamente. Sin embargo, y aunque por muy poco, la diferencia no es significativa estadísticamente en los periodos de descanso (W=38; p=0,0728). Por tanto, sí se cumple la segunda hipótesis, aunque solamente para la fases de actividad (ver Figura 2).
 
 

FIGURA 2
Variabilidad de la conductancia eléctrica de la piel en la ocho fases del experimento.
Fases impares (fases de actividad) y Fases pares (fases de descanso)


 






    El Grupo 1 también muestra diferencias estadísticas al analizar los momentos "críticos" de las fases (momentos de transición entre las fases de actividad y descanso, y viceversa), (W=70; p=0,0262) ver Figura 3.
 
 


FIGURA 3
Comparación de la variabilidad de la conductancia eléctrica de la piel entre periodos de transición en ambos grupos


 






    -Con respecto a la relación ansiedad-rasgo y frecuencia respiratoria, no encontramos diferencias significativas en cuánto a la variabilidad de la frecuencia respiratoria entre los dos grupos (W=27; p=0,3194). Ambos grupos mantienen frecuencias similares en la fase de actividad y una recuperación similar en la fase de descanso. Por consiguiente no podemos confirmar la 3ª hipótesis.

    -Con respecto a la relación entre la conductancia eléctrica de la piel y la frecuencia respiratoria, podemos confirmar que en todos los sujetos se producen diferencias significativas, tanto en los periodos de actividad como de descanso (z=-3,2958; p=0,0010), apoyando la 4ª hipótesis que afirmaba que a mayor frecuencia respiratoria, mayor nivel de conductancia (ver Figura 4).
 
 

FIGURA 4
Comparación de los valores globales de conductancia eléctrica de piel y frecuencia respiratoria
en puntuaciones típicas, durante las ocho fases del experimento


 






DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

    Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que la ansiedad-rasgo es una variable a tener en cuenta a la hora de evaluar y detectar posibles déficits del rendimiento deportivo (Wong y Bridges, 1995; Ryska, 1993; Porat, 1989). Sin embargo, no en todas las variables utilizadas en este estudio se ha encontrado una clara relación con la ansiedad, quedando patente la definición de la ansiedad-rasgo como variable compleja que afecta al rendimiento indirectamente a través de otras muchas que deberán ser estudiadas y controladas.

    -En cuanto a la relación entre ansiedad-rasgo y los tiempos de reacción, no se aprecian diferencias significativas entre los deportistas de ambos grupos. Incluso se aprecian mejores tiempos (más rápidos) en el Grupo 1. De acuerdo a trabajos anteriores (Man et al, 1995) una posible explicación a estos resultados se puede deber a que la tarea no parece lo suficientemente estresante como para que, jugadores acostumbrados a jugar partidos importantes regularmente (situaciones potencialmente ansiógenas), puedan tener reacciones de estrés superiores a sus límites normales. En el citado estudio se observó que jugadores que regularmente juegan partidos de competición muestran cada vez respuestas de ansiedad de menor intensidad. Parece claro por ello que en tareas irrelevantes, la ansiedad es un facilitador del rendimiento (Buceta, 1995). Estos resultados son una buena muestra de lo negativo que es para el rendimiento tanto el estar sobre-activado como no llegar a los límites normales.

    -En cuanto a la conductancia eléctrica de la piel, ha demostrado ser una variable claramente relacionada con la ansiedad-rasgo, como numerosas líneas de investigación ya han resaltado (Naveteur y Freixa i Baqué, 1987). En esta investigación hemos encontrado claras diferencias estadísticas significativas en variabilidad e irregularidad de la conductancia entre ambos grupos, observándose en el Grupo 1 una actuación más irregular durante toda la tarea, haciéndose más patente durante los periodos de actividad. También hemos observado claramente cómo se producen diferencias en los momentos de transición de unas fases a otras: de la fase de actividad a descanso, en el Grupo 1 descienden de forma brusca sus niveles de conductancia, y en los periodos de descanso a actividad, se producen grandes aumentos. Por último, también hemos encontrado diferencias en cuanto a los valores globales de CEP. Estos datos confirman resultados anteriores en los que la ansiedad-rasgo provoca diferencias en la actividad electrodermal (Naveteur y Roy, 1990; Naveteur y Freixa i Baqué, 1987; Tremayne y Barry, 1990; y Hoehn-Saric et al. 1991).

    Todas estas puntuaciones parecen indicar la dificultad de los sujetos con altos niveles de ansiedad-rasgo en controlar su propia activación. Reaccionan de forma más brusca ante las situaciones (comienzo o final de una actividad), provocando oscilaciones importantes en la conductancia y niveles superiores a los del otro grupo. Para superar estas alteraciones, se debería trabajar con estos deportistas con niveles altos de activación, para que lleguen a aprender técnicas de control, y por consiguiente, de disminución de su propia activación (Labrador y Crespo, 1990).

    -Por último, se encuentra una clara relación entre la frecuencia respiratoria y la CEP para todos los deportistas que realizaron la prueba, con independencia del grupo en el que se encontraron. Por tanto, se puede señalar que a altos niveles de frecuencia respiratoria, mayores niveles de conductancia. Esta afirmación puede servir de base para confirmar a la respiración como una de las técnicas más importantes para el control de la activación. El empleo entre los deportistas de este tipo de estrategias de autoaplicación, antes, durante y después de una competición, parece, a tenor de los resultados, fundamental.

    La principal conclusión que se obtiene de los datos del presente estudio, es la claridad con la que se ha manifestado la relación entre la CEP y la variable ansiedad-rasgo. Parece, por lo tanto, un camino en el que se ha de seguir investigando, para poder llegar a conclusiones más concretas y que ayuden a mejorar el rendimiento de los deportistas. Por otro lado, se ha podido comprobar la estrecha relación entre la CEP y la frecuencia respiratoria. Esto nos indica que se debe seguir perfeccionando las técnicas y estrategias basadas en la respiración con el fin de disminuir la conductancia, y a su vez, el nivel de activación general.

    Una pregunta queda en el aire, que no hemos podido dar respuesta en esta investigación, ¿influirá la variable ansiedad-rasgo en el tiempo de reacción de los deportistas cuando se trate de tareas más complejas y más estresantes?.



 
 
 

BIBLIOGRAFÍA
 

Apter, M. (1989). Reversal Theory: Motivation, Emotion and Personality. Londres: Routledge.

Buceta, J.M. (1995). Variables psicológicas relacionadas con el rendimiento físico y deportivo. Apuntes para el Master de Psicología de la Actividad Física y Deportiva. (No publicado). Madrid: UNED.

Chorot, P. y Sandín, B. (1995). Alteraciones emocionales. Apuntes para el Master de Psicología de la Actividad Física y Deportiva. (No publicado). Madrid: UNED.

Christina, R.W. (1973). Influence of enforced motor and sensory sets on reaction latency and movement speed. Research Quarterly, 44, 483-487.

Crespo, A. (1989). TR: Programa de Tiempo de Reacción. (Software). Madrid: UNED.

Frölich, W.O. (1983). Perspektiven der Angstforschung. En H. Thomae (ed.): Enzyklopädie der Psychologie: Serie Motivation, 2, 110-320. Göttingen. Germany: Hogrefe.

Hackfort, D. y Schwenkmezger, P. (1983). Anxiety. En R.N. Singer, M. Murphey y L.K. Tennant (eds.): Handbook of research on sport psychology, (pp. 328-364). Nueva York: Macmillan.

Hanin, Y.L. (1980). A study of anxiety in sports. En W.F. Straub (Ed). Sport Psychology: An Analysis of Athlete Behavior. Ithaca, NY: Movement Publications.

Hanin, Y.L. (1989). Interpersonal and intragroup anxiety in sports. En D. Hackfort y C.D. Spielberger (eds.): Anxiety in sports: An International Perspective. Nueva York: Hemisphere.

Hanin, Y.L. y Spielberger, C.D. (1983). The development and validation of the Russian Form of the State-Trait Anxiety Inventory. En C.D. Spielberger y R. Diaz-Guerrero (eds.): Anxiety, 12. Nueva York: Hemisphere.

Henry, F.M. y Rogers, D.E. (1960). Increased response latency for complicated movements and a memory-drum theory of neuromotor reaction. Research Quarterly, 31, 440-447.

Highlen, P.S. y Bennett, B.B. (1983). Elite drivers and wrestlers: A comparasion between open and closed skills athletes. Journal of Sport Psychology, 5, 390-409.

Hoehn-Saric, R.; McLeod, D.R. y Zimmerli, W.D. (1991). Psychophysiological response patterns in panic disorder. Acta Psychiatrica-Scandinava, 83, (1), 4-11.

Inonata, K. (1980). Influence of different preparatory sets on reaction time and arm movement time. Perceptual and Motor Skills, 50, 139-144.

Jones, G. (1990). A cognitive perspective on the processes underlying the relationship between stress and perfomance in sport. En G. Jones y L.Hardy (eds.): Stress an Perfomance in Sport. Chichester: Wiley.

Krohne, H.W. (1980). Angstheorie: Vom mechanistischen zum konitiven Ansatz. Psycholoische Rundschau, 31, 12-29.

Labrador, F.J. y Crespo, M. (1990). Intervención psicológica para el control de la ansiedad en deporte de competición. En J. Gil y J.M. Delgado (eds.): Psicología y Pedagogía de la Actividad Física y el Deporte. Madrid: Siglo XXI.

Laux, L. (1983). Psychologische Stresskonzeptionen. En H. Tomae (Ed), Theoriem und Formen der Motivation: Serie 4, Band I. Enzyklopädie der Psychologie, 453-535. Göttingen. Germany: Hogrefe.

Man, F.; Stuchlíková, I. y Kindlmann, P. (1995). Trait-state anxiety, worry, emotionality and self confidence in top level soccer players. The sport psychologist, 9, 212-224.

Martens, J.; Burton, D.; Vealey, R.S.; Bump, L.A. y Smith, D.E. (1982). Competitive State Annxiety Inventory-2. Symposium conducted at the Annual Conference of the North American Society for Sport and Physical Activity. College Park. Maryland, May.

Martens, J.; Burton, D.; Vealey, R.S.; Bump, L.A. y Smith, D.E. (1990). Development and validation of the Competitive State Anxiety Inventory-2 (CSAI-2). En R. Martens, R.S. Vealey y D. Burton (eds.): Competitive Anxiety in Sport. Champaign, IL: Human Kinetics.

Naveteur, J. y Freixa i Baqué (1987). Individual differences in electrodermal activity as a function of subjects' anxiety. Personality and Individual Differences, 8, 615-626.

Naveteur, J y Roy , J.C. (1990). Electrodermal activity of low and high trait anxiety subjects during a frustrative video game. Journal of Psychophysiology, 4, 221-227.

Oña, A. (1995). Las estrategias atencionales y anticipatorias bajo la respuesta de reacción motora. Revista de Psicología General y Aplicada, 48, 15-26.

Porat, Y.; Lufi, D.; Tenenbaum, G (1989). Psychological components contribute to select young female gymnasts. International Journal of Sport Psychology, 20 (4), 279-286.

Rand, P.; Lens, W. y Decock, B. (1991). Negative motiation is half the story. Scandinavian Journal of Educational Research, 35, 13-30.

Ruiz, J.A. (1995). Psicología de la personalidad y diferencial. Apuntes para el Master de Psicología de la Actividad Física y Deportiva. (No publicado). Madrid: UNED.

Ryska, T.A. (1993). The relationship between trait and precompetitive state anxiety among high school athletes. Perceptual and motor skills, 76, (2), 413-414.

Schwenkmezger, P. (1980). Untersuchungen zur kognitiven Angs-theorie in sportmotorischen Bereich. Zeitschrift für Experimentalle und Angerwandte Psychologie,27, 607-630.

Schwenkmezger, P. (1985). Modelle der Eigenschafts und Zustandsangst. Göttingen, Germany: Hogrefe.

Schwenkmezger, P. y Laux, L. (1986). Trait anxiety, worry and emotionality in athletic competition. En C.D. Spielberger y R. Diaz-Guerrero (eds.): Crosscultural anxiety, 3, 65-67. Washington, DC: Hemisphere.

Spielberger, C.D. (1966). Theory and research on anxiety. En C.D. Spielberger (ed.): Anxiety and Behavior. Nueva York: Academic Press.

Treymane, P. y Barry, R.J. (1990). Repression of anxiety and its effects on psychophysiological responses to stimuli in competitive gymnasts. Journal of sport an exercise psychology, 12, (4), 333-352.

Vealey, R. (1990). Advancements in competitive anxiety research: Use of the sport competition anxiety test and the competitive state anxiety inventory-2. Special issue: Anxiety in sports and exercise. Anxiety research, 2, (4), 243-261.

Wong, E.H.; Bridges, L.J. (1995). A model of motivational orientation for youth sport: some preliminary work. Adolescence, 30, (118), 437-452.
 



 
Volver a la REME