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    El concepto de Flujo es una de las mayores aportaciones al estudio de la motivación intrínseca que se ha producido en los últimos años (aunque sus primeras formulaciones datan de 1975). Hace referencia a experiencias óptimas, a situaciones altamente positivas, a experiencias autotélicas y al disfrutar haciendo alguna actividad, que se convierten en el motor interno o razón para la realización de esas mismas actividades que generan la experiencia del flujo.

    Las principales características fenomenológicas que definen la situación de flujo, son:

• Una situación de reto o desafío.
• Una focalización de la atención en la acción.
• Unas metas claras.
• Una retroalimentación sobre la acción.
• Unos sentimientos de control.
• Y una despreocupación sobre uno mismo.

    Pero son las condiciones de la tarea, en concreto la combinación del nivel de desafío y de las habilidades percibidas, las que configuran los "canales" responsables de las experiencias asociadas a cada actividad. Los distintos niveles de la combinatoria de estas dos variables da lugar a ocho canales experienciales (ver Figura 1), que son:

FIGURA 1

Modelo de canales de la experiencia en función de los desafios y habilidades percibidas

    Así pues, las situaciones caracterizadas por los más altos retos y desafíos, en condiciones en los que la persona crea tener en un alto grado las habilidades necesarias para enfrentarse a tales situaciones, son las que dan lugar a la experiencia óptima, es decir, al flujo. Pero para mantenerse en el tiempo esta experiencia de flujo, es necesario que a medida que se repita la actividad, vaya incrementándose simultáneamente el nivel de desafío y el de las propias habilidades de la persona, ya que en caso contrario se perdería la experiencia óptima. Así, si una vez que se ha alcanzado una meta no se aumenta el desafío, su repetición presentará un bajo nivel de reto manteniéndose una alta habilidad, lo que dará lugar a una experiencia de aburrimiento. O, por contra, si se eleva bruscamente el nivel de desafío sin que se haya incrementado el nivel de las habilidades, estas habilidades serán bajas para el nuevo nivel de exigencias y, consiguientemente, producirán una experiencia de ansiedad. Por último, cuando una situación no produce ningún nivel de reto y, además, la persona cree carecer de habilidades para realizar ese tipo de actividades, se producirá la apatía.

    La obra que nos ocupa no es la primera que se edita en español sobre el Flujo (anteriormente se editó una obra de carácter divulgativo: Csikszentmihalyi, M. (1996). Fluir: Una psicología de la felicidad. Barcelona: Kairós), pero si es la más reciente e importante, por sus aportaciones, de todos los trabajos existentes sobre el Flujo. El libro de divide en cuatro bloques necesariamente desiguales, de entre los cuales creemos que hay que destacar especialmente el último, por lo que aportan los trabajos en el recogidos.

    El primero de los bloques de esta obra, se dedica a revisar la fundamentación teórica del modelo de experiencia óptima. Así comienza con dos capítulos de M. Csikszentmihalyi, uno a modo de presentación histórica y otro sobre las bases psicológicas del flujo. Por su parte, R.G. Mitchell realiza un acercamiento al flujo desde una perspectiva social. Y, por último, F. Massimini, M. Csikszentmihalyi y A.D. Fave lo hacen desde el punto de vista intercultural.

    El segundo bloque recoge trabajos sobre experiencia de flujo en diferentes contextos, tras una breve presentación de los compiladores, en el capítulo seis se estudian las bandas de motoristas japoneses (I. Sato). En el siguiente capítulo se estudian comparativamente mujeres trabajadoras en ocupaciones privilegiadas frente a trabajadoras manuales (M.T. Allison). Seguido por un estudio de personas de la tercera edad emigrados (S. Han). Un trabajo sobre las tareas de escritura en estudiantes (R. Larson). Y el último de estos trabajos se centra en las estrategias que se utilizan para convertir situaciones aburridas o agobiantes en divertidas (R.D. Logan).

    El tercer bloque, de nuevo introducido por los compiladores, estudia determinados ambientes en los cuales el flujo es la propia forma de vida cotidiana. Así el capítulo doce estudia la evolución de tres generaciones de una misma familia alpina (A.D. Fave y F. Massimini). El siguiente capítulo estudia un grupo de personas que han abandonado la vida convencional para dedicarse a navegar en pequeños veleros (J. McBeth). El último capítulo de este bloque, estudia el entorno de la orden de los jesuitas y su cultura (I. Csikszentmihalyi).

    El cuarto y último bloque, que conforma el grueso de la obra, estudia la medición del flujo y su efecto en la vida cotidiana. Se inicia con la obligada introducción por parte de los compiladores, que es este caso tiene un especial interés, ya que se revisa el desarrollo del "Formulario de Muestreo de Experiencia" que es el instrumento básico para el estudio del Flujo y para el conjunto de las aportaciones que se recogen en los siguientes capítulos.

    En el capítulo dieciséis se presenta la reformulación del modelo de flujo realizada por F. Massimini y M. Carli, en cuyos estudios encuentran que las personas manifiestan estados positivos ante los desafíos, cuando las habilidades estaban equilibradas y cuando desafíos y habilidades son superiores a los niveles medios de la prueba, dándose los mayores niveles de concentración. Cuando las habilidades están por encima de la media y los desafíos por debajo (condición de "aburrimiento"), cae la concentración. La concentración baja más cuando los desafíos están por encima de la media y las habilidades por debajo (condición de "ansiedad"). Y, por último, la concentración más baja se produce cuando tanto los desafíos como las habilidades están por debajo de la media (condición de "apatía").

    En el capítulo diecisiete (M. Carli, A.D. Fave y F. Massimini) se realiza una comparación entre las respuestas de los adolescentes de Chicago y de Milán. Los resultados muestran que los sentimientos más positivos para los estudiantes americanos se producen cuando experimentan que sus habilidades son levemente superiores al nivel necesario para cumplir con los desafíos y sus sentimientos más negativos son los del canal de la ansiedad, cuando perciben que los desafíos son superiores a su nivel de habilidades. Los sentimientos más positivos de los estudiantes milaneses se producen en el canal de flujo (desafío alto, nivel alto de habilidades), y muestran los sentimientos más negativos en la región de la apatía (desafío bajo, nivel bajo de habilidades).

    El capítulo dieciocho (J. Lefevre) se centra en un trabajo en el que es la actividad productiva la que mayor parte de la energía psíquica consume. Los datos confirman el modelo de flujo. Así, cuando los desafíos y las habilidades son altos, los sujetos manifiestan la experiencia de mayor calidad. En segundo lugar, cuanto más tiempo dedicaban los trabajadores durante la semana a la condición de flujo, más altos son los niveles de la experiencia global que manifiestan; es decir, se sienten más felices, fuertes, concentrados, satisfechos, etc. En tercer lugar, y quizá más importante por sus consecuencias, las ocasiones de flujo son más frecuentes en el trabajo que en ninguna otra circunstancia, incluidos los entornos de ocio.

    En el capítulo diecinueve J. Nakamura presenta una comparación entre dos grupos de adolescentes con capacidades equiparables. Ambos son excepcionalmente capaces en el área de las matemáticas. Los estudiantes del primer grupo, sin embargo, desarrollan su talento mientras que los estudiantes del segundo grupo no lo hacen. La clave diferenciadora entre los dos grupos es que los estudiantes que trabajan el área sienten flujo con una frecuencia doblemente mayor al estudiar las matemáticas que los estudiantes que no emplean su talento. Los últimos, por el contrario, están en la condición de "ansiedad" con mucha más frecuencia mientras estudian.

    En el capítulo veinte, A. Wells estudia a las madres trabajadoras. Se interesa específicamente por las oportunidades para experimentar flujo que tienen las madres con hijos pequeños que también trabajan, y cómo se relacionan estas oportunidades con su sentido de la auto-estima. Los resultados muestran que las madres que dedican más tiempo al flujo durante el curso del estudio manifiestan mayores niveles de auto-estima parental. La cantidad de tiempo destinado al desafío alto y al alto nivel de habilidad se relacionaba con muchos otros factores, como la edad del hijo más joven, el estatus socioeconómico de la familia y si a la persona le gustaba o no su trabajo.

    En el capítulo veintiuno de K. Rathunde se pretende identificar la existencia de un contexto familiar autotélico que pueda facilitar y motivar la capacidad del niño para derivar experiencias óptimas. La estructura provista por un hogar autotélico permite al niño destinar sus recursos a la tarea que ejecuta sin diversificar la atención hacia problemas relacionados con la estructura misma. Las puntuaciones más bajas de afecto, activación y motivación, el auto-concepto más bajo presentado por los adolescentes procedentes de contextos familiares no autotélicos sugiere que estos adolescentes pueden estar centrados en las reglas y limitaciones representadas por el centro educativo y sus demandas, como las tareas para casa, más que en buscar motivación intrínseca o experiencias de flujo que puedan estar disponibles en tales situaciones obligatorias.

    Por último, el capítulo veintidós del propio M. Csikszentmihalyi analiza las perspectivas futras de la teoría del flujo. Proporcionando un punto de reflexión sobre el conjunto de obra y las conclusiones que se puedes extraer de la misma.