VOLUMEN: 3 NÚMERO: 5-6

LA MOTIVACIÓN:
MECANISMOS DE REGULACIÓN DE LA ACCIÓN

Isaac Garrido Gutiérrez
Universidad Complutense de Madrid (Spain)

 


1. PANORAMA ACTUAL DE LA PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN

    A lo largo de la historia de la psicología se ha producido la confrontación entre diversos aspectos explicativos de la conducta, entre los que se encuentran, "libre voluntad versus determinismo", "anticipación de metas versus mecanicismo" y "el ser humano como sistema auto-regulador versus el hombre máquina". La forma en que se ha resuelto esta confrontación ha ejercido una notable influencia en el desarrollo de la psicología de la motivación.

1.1. LIBRE VOLUNTAD VERSUS DETERMINISMO

    La aproximación mecanicista, a la que se adscribió el conductismo, mantiene una postura determinista, que sostiene que la respuesta está atada al estímulo. Skinner durante varias décadas ha defendido que la conducta está determinada por el condicionamiento pasado y por las condiciones ambientales actuales, afirmando "Esta es la posición conductista: acudir a los antecedentes ambientales para explicar lo que uno hace y, al mismo tiempo, lo que uno siente mientras lo hace" (Skinner, 1988, pág. 172).

    Pero cada día es menor el número de los que defienden que la conducta está determinada, con total exclusión de la libre actuación del sujeto. Actualmente es mayoritaria la consideración de que el sujeto actúa después de un ejercicio de libre voluntad, manifestando aquellos actos que mayor relevancia tienen para su supervivencia, entre un amplio repertorio de alternativas posibles. Con la recuperación del sujeto, excluido en la explicación de la conducta por el conductismo, se comprueba que éste funciona como un agente, como un organismo activo, que no reacciona meramente ante el estímulo. Se recupera, asimismo, la volición, que también fue desterrada de la psicología, a comienzos del siglo XX.

    La filosofía de la ciencia, la filosofía de la psicología, la neurofisiología y la física están contribuyendo notablemente a una adecuada solución al problema "libre voluntad versus determinismo".

    Searle (1984/1985,2000) defiende que el libertarismo psicológico es compatible con el determinismo físico. Si queremos alguna prueba empírica de este hecho, podemos señalar que siempre somos capaces de falsear cualquier predicción que alguien pudiera tomarse la molestia de hacer sobre nuestra conducta.

    La investigación en psicología confirma, de forma que deja poco lugar a la duda, que el sujeto actúa trás un ejercicio de libre voluntad, estructurando un fuerte sentido de resposabilidad personal. Rotter comprueba la existencia de un control percibido (locus of control) y White destaca a la motivación de competencia y efectancia. Brehm, en su teoría de la reactancia, explica que la conducta puede venir determinada por una tendencia a defender la libertad del sujeto. De Charms confirma la existencia de causación personal en el desarrollo de la conducta. Steiner presenta la teoría de la libertad percibida. Seligman investiga la indefensión aprendida, proceso que se produce cuando el sujeto percibe que su conducta no incide en las contingencias externas y no va seguida de los resultados esperados. Deci y Ryan destacan a la autodeterminación, como una necesidad psicológica básica. Nuttin da relevancia a la acción personalizada. Bandura confirma la relevancia en la explicación de la conducta del constructo auto-eficacia.

1.2. ANTICIPACIÓN DE METAS VERSUS MECANICISMO

    La capacidad de anticipación y de previsión de las metas, está relacionada con un aspecto rechazado por el mecanicismo (la explicación de la acción desde el futuro), vinculado con el antiguo problema del teleologismo.

    Entre otras capacidades básicas, el ser humano posee la capacidad de simbolización y de previsión o anticipación (Bandura, 1986/1987), lo que le posibilita preveer las consecuencias de los diversos sucesos y cursos de acción, antes de que la conducta se produzca. El ser humano no sólo reacciona a los estímulos, sino que los interpreta: "Además de respondiente y operante la conducta del hombre es pensante: los hombres actuamos en vista y en razón de, además de a causa de..., respondemos a nuestra representación de la realidad, no a su presencia, porque ésta se halla mediada siempre por la absorción de una experiencia previa" (Pinillos, 1985, pág. 469).

    Un aspecto importante en relación con la anticipación es que los procesos cognitivos son independientes de la secuencia temporal que necesariamente regula los eventos físicos o sociales. Esto posibilita resolver el viejo problema planteado por la doctrina de la teleología en psicología: ¿ Cómo los eventos presentes son determinados por sus efectos finales, o eventos futuros ?. Lo que formulado de una forma más concreta, se traduce en ¿cómo el futuro puede determinar el presente?. La situación de antecedente y consecuente es fija e irreversible, respecto a los fenómenos físicos. Que la causa precede al efecto (prioridad del tiempo) es esencial en la lógica causal de Hume (1739/1923), que está en la base de la metodología experimental.

    Pero el problema del teleologismo puede resolverse sin forzar la lógica causal de Hume (1739/1923). El futuro tiene lugar en el presente, a través de la representación cognitiva de los objetos y eventos. La conducta necesariamente siempre tiene lugar en el presente. Desde la lógica de la posición mecanicista, la conducta (efecto) es producida de forma automática por el estímulo (causa), después de que éste se ha presentado. Desde la lógica que subyace a la anticipación, la conducta (efecto) es determinada por la representación actual, presente (causa) de un evento, objeto o situación, más o menos próximo o lejano en el tiempo.

    No es la meta, sino su anticipación, la que causa la conducta, activándola y dirigiéndola. Solamente la meta anticipada existe psicologicamente y es capaz de ejercer su efecto motivacional. Debido a la anticipación, dos sujetos, en un mismo momento, pueden emitir diferentes respuestas, ante una misma situación estimular, o un sujeto puede emitir diferentes respuestas, ante la misma situación estimular, en dos momentos diferentes. Pero se ha de reconocer la función de la memoria, pues ésto ocurre en un sujeto que tiene asumidas diversas experiencias previas, que pueden influir en la representación cognitiva de la realidad.

    De esta forma, explicando la conducta a través de la vivencia presente del futuro, no se considera al futuro como un agente indeterminado, en el sentido teleológico, sino como un agente concreto, como metas anticipadas, en las que juega una importante función la experiencia.

1.3. EL SER HUMANO COMO SISTEMA

    AUTO-REGULADOR Y EL HOMBRE MAQUINA

    El funcionamiento del ser humano como auto-regulado, está vinculado con la causación personal (de Charms, 1968), la competencia (White, 1959; Deci y Ryan, 1985), la auto-determinación (Deci y Ryan, 1985) y la auto-eficacia (Bandura, 1986/1987). Todos ellos, procesos de gran relevancia en la investigación psicológica actual (Garrido, 1990).

    Las conductas intencionales pueden ser auto-determinadas, iniciadas y reguladas por la elección del sujeto, o controladas, iniciadas por la presión y la coacción de fuerzas intrapsíquicas y ambientales.

    La consideración de que el ser humano funciona como un sistema auto-regulador, está estrechamente relacionada con la capacidad de manifestar conductas tendentes a la consecución de metas, previamente anticipadas, después de un ejercicio de libre voluntad. Pero ha habido que esperar un largo tiempo hasta que se ha admitido que el ser humano es capaz de regular su funcionamiento y actuación.

    Haciendo un breve análisis de las posiciones que se han adoptado, desde mediados del siglo XVII, hasta mediados del siglo XX, hemos de comenzar destacando que Descartes negó la capacidad de auto-regulación a los animales, afirmando que las conductas de los animales, dado que carecían de mente, estaban determinadas por causas físicas. Descartes aportó la imagen de que el animal era una máquina. Un paso decisivo hacia atrás, lo dió, cien años después, Julian Offray de la Mettrie, médico francés (natural de Bretaña), que en 1748 publicó "L`homme machine". De La Mettrie creía en la continuidad entre los animales y el hombre, y estando de acuerdo con la consideración que Descarte tenía de los animales como máquinas, la extendió al hombre, manifestando una consideración totalmente fisiológica de la mente humana. Otro hito importante lo marcó Ivan Sechenov, quien en su obra "Los reflejos cerebrales", publicada en 1863, defendió el estudio fisiológico de la mente. Jacques Loeb, profesor de Watson, negó la existencia de estados mentales y Watson rechazó la función de los procesos mentales en la explicación de la conducta.

    El declive del conductismo, a mediados del siglo XX y el retroceso de las posiciones determinista y mecanicista facilitó el cambio, obteniéndose, desde este momento, suficiente evidencia sobre las funciones auto-reguladoras del ser humano.

 

2. MECANISMOS DE FUNCIONAMIENTO DE LOS ORGANISMOS COMO SISTEMAS AUTO-REGULADORES

    En consonancia con el tratamiento que actualmente da la psicología a la libre voluntad y a la anticipación de metas, que acabamos de presentar, podemos afirmar que los sistemas auto-reguladores tienen dos mecanismos básicos para el funcionamiento y el mantenimiento de los patrones de organización: Procesos de retroacción negativa (feedback negativo) y procesos de proacción anticipadora (feedforward).

    Los procesos de retroacción negativa posibilitan eliminar las discrepancias resultantes de la alteración de un patrón de estado estable existente, prevenir aquellas discrepancias que excedan ciertos límites. Esto se consigue comparando el estado desajustado, con el estado deseado y utilizando los resultados de esta evaluación para activar o inhibir algún sistema de control y la actividad que se necesita para el adecuado funcionamiento del organismo (figura 1).

Figura 1
Proceso de retroacción negativa (feedback)

    Los procesos de proacción anticipadora funcionan de forma parecida a los procesos de retroacción negativa, diferenciándose en el hecho de que el estado alterado, que está siendo comparado con el estado preferido, es una representación cognitiva de un resultado anticipado, no una percepción de un estado actual deseado. La discrepancia que se está intentando reducir no existe todavía. Este tipo de procesos posibilita tomar decisiones proactivas, basadas en predicciones sobre el futuro (figura 2).

Figura 2
Proceso de proacción anticipadora (feedforward)

    Un sistema auto-regulador integra tanto, procesos de retroacción (feedback), como de proacción (feedforward). Los procesos de retroacción posibilitan al sistema reaccionar después de que se han producido los eventos. Pero para adaptarse, de forma eficiente, a un ambiente variable, un sistema debe ser capaz de anticipar lo que es probable que ocurra en el futuro. La mayor parte de la conducta humana es anticipadora, por naturaleza. Los procesos de proacción posibilitan las acciones anticipadoras y proporcionan un método de control, en el que la información sobre las alteraciones esperadas, o posibles, o sobre las consecuencias del funcionamiento, se emplea para generar una actividad tendente a preparar al sistema de acción para afrontar tales alteraciones, para prevenirlas, o para producir otros resultados deseados.

    Cuando en un sistema funcionan ambos procesos, es posible integrar la información sobre eventos pasados, sobre el presente y sobre los proyectos futuros, para mantener su estado estable actual, o para modificar su estado presente, en atención a su situación futura.

    Ambos mecanismos sólo se encuentran en los seres vivos. En las máquinas o servomecanismos, como el ordenador, sólo operan principios de control de retroacción negativos (feedback negativo).

    El interés por la causalidad, como mecanismo de funcionamiento de los organismos, lo han manifestado, entre otros, los filósofos, los físicos, los neurofisiólogos y los psicólogos experimentales.

    Hume (1739/1923) presentó una hipótesis asociacionista-mecanicista del aprendizaje de las relaciones causa-efecto, afirmando que la idea de causalidad se debe derivar de alguna relación entre los objetos. Propone la relación de contigüidad, la de prioridad en el tiempo y la de conexión necesaria, siendo esta última forma de relación "de mucho mayor importancia que ninguna de las dos mencionadas anteriormente" (pág.71).

    De los dos mecanismos básicos que poseen los sistemas auto-reguladores, la discusión se ha centrado en el mecanismo de proacción (que está en la base de la anticipación y de previsión de las metas), por la vinculación que puede tener con el teleologismo. La pregunta fundamental es cómo el futuro puede determinar el presente (aspecto que hemos analizado en el apartado "Anticipación de metas versus mecanicismo").

    Searle (1990) defiende que las explicaciones teleológicas válidas son especies de explicaciones en términos de causación intencional, no habiendo ninguna operación misteriosa de adelante hacia atrás, poniendo de manifiesto que "En la revolución científica del siglo XVII el rechazo de la teleología en física fue un paso liberador. De nuevo en la gran revolución darwiniana del siglo XIX el rechazo de una explicación teleológica del origen de las especies fue un paso liberador. En el siglo XX ha habido una irresistible tentación de completar el cuadro rechazando la teleología en las ciencias humanas, pero irónicamente el movimiento liberador del pasado ha llegado a ser represivo y contraproducente en el presente. ¿Por qué?. Porque es un hecho claro acerca de los seres humanos, que éstos tienen deseos, metas, intenciones, propósitos, objetos y planes y que desempeñan una función causal en la producción de sus conductas. Aquellas ciencias humanas en las que estos hechos son simplemente dados por supuesto, como la economía, han tenido un mayor progreso que aquellas ramas, como la psicología conductista, que se han basado en un intento de rechazar estos hechos" (pág. 279).

    En la física actual, Penrose (1989/1991), físico y matemático, se ha interesado, entre otros aspectos relacionados con los procesos mentales, por la causalidad, por la relación de la conducta con el tiempo.

    Las conjeturas filosóficas y las fundamentadas argumentaciones de la física, respecto a la relación del tiempo con la acción, respecto a la causación, vienen corroboradas por las investigaciones neurofisiológicas, que ponen de manifiesto la existencia en el cerebro de estructuras que mediatizan la anticipación y la predicción. Pribram (1976) comprueba la existencia de mecanismos hipocámpicos y cerebelares que "pueden posibilitar rápidos cálculos sobre probables estados futuros, a partir de extrapolaciones de las circunstancias presentes y de las inmediatamente pasadas. El resto del sistema puede cambiar sus operaciones para lograr que ocurra ese específico estado futuro estimado, o para posibilitarlo. Después se producen nuevos cálculos y se repite el proceso, registrando y extrapolando continuamente los cambios que se producen, o su no ocurrencia" (pág. 87-88).

    Esta consideración de Pribram (1976) está muy próxima a la alcanzada por Luria (1973/1979) y por Anojin (1973/1987) en sus investigaciones neuropsicológicas y neurofisiológicas.

    El cerebro es un complejísimo sistema auto-regulador, constituyendo las zonas frontales un componente esencial del mecanismo "aceptor de la acción" de Anojin y el bloque de la programación, regulación y control de la actividad.

    En la investigación en psicología experimental, en la década de 1930, apareció una confrontación interesante entre una explicación de la conducta de tipo cognitivo, propuesta por Tolman, que sostenía que las expectativas (el conocimiento de estados de meta futuros y los medios para alcanzarlos) puedían determinar la conducta actual (presente) y una explicación asociacionista defendida por Hull, que consideraba al enlace E - R como la unidad causal básica.

    Tolman (1932) cuestionó que el aprendizaje fuera unicamente la impresión de conexiones estáticas E - R, estando implicada la formación de mapas cognitivos representados internamente, que mediatizan las expectativas medios - fin, expectativas sobre "qué conduce a qué".

    A principios de la década de 1930, Hull, para el que la posición de Tolman constituía un reto, comenzó a desarrollar una teoría E - R , en claro enfrentamiento a Tolman. En un primer momento, Hull propuso el mecanismo de las respuestas fraccionadas anticipatorias de meta (rm - em), como análogo de las expectativas. Hull se preguntó cómo puede la expectativa de alcanzar la meta influir en la conducta presente, es decir, cómo pueden los eventos futuros influir en los eventos presentes y se planteó la posibilidad de conceptualizar las expectativas dentro de la teoría E - R.

    A Hull le ayudó a encontrar la respuesta la investigación de Pavlov, sobre condicionamiento clásico, que había comprobado que estímulos previamente neutros, pueden adquirir una función de señal de eventos inminentes. Algo que parece ser análogo al conocimiento sobre el futuro, puede ser contemplado en conductas como la salivación. Esta es una preparación anticipatoria de la actual respuesta de meta (ingesta), aunque el actual objeto-meta (alimento) no esté presente. En consecuencia, no hay respuesta de meta, ni estado de meta (saciación).

    Hull (1931) sostuvo que el estímulo de meta (em), puede servir como la base de lo que Tolman denominó expectativa de meta, incidiendo en que "las reacciones anticipatorias de meta son la sustancia física de las ideas propositivas" (pág. 505).

    Heckhausen (1991) presenta las diferencias entre el modelo asociacionista - mecanicista de Hull (1931) y el modelo cognitivo de la motivación, defendido por Tolman (1932), destacando el cambio completo en la conceptualización del proceso motivacional, un cambio del empuje a la atracción (from push to pull). La noción de que la conducta orientada a la meta es ciegamente empujada desde atrás por algún impulso general, es rechazada y con ella los inflexibles enlaces E - R, formados lentamente a través de la reducción del impulso. En su lugar, la conducta orientada a la meta parece ser atraida por estados de meta anticipatorios, que elicitan respuestas instrumentales que pueden ser rapidamente manifestadas, dado que su manifestación se basa en expectativas acción-consecuencia y no en enlaces E-R.

2.1. MECANISMOS DE RETROACCIÓN (FEEDBACK) Y MOTIVACIÓN

    En la base del funcionamiento de los mecanismos de retroacción de los organismos, se encuentran diversos procesos motivacionales, entre ellos la regulación homeostática fisiológica, la regulación de la activación y la homeostasis cognitiva.

    HOMEOSTASIS FISIOLÓGICA Y EXPLICACIÓN DE LA ACCIÓN

    El germen de la idea de homeostasis se encuentra en las investigaciones realizadas a mediados del siglo XIX por el fisiólogo francés Claude Bernard, a quien se considera el padre de la medicina experimental. Si la idea de homeostasis se debe a Bernard, el concepto fue propuesto por el fisiólogo americano Walter B. Cannon, quien estudió el papel regulador del sistema nervioso autónomo en la autorregulación de diversos procesos fisiológicos. El concepto homeostasis (derivado de dos palabras griegas homeo y stasis - similar posición - ) fue empleado por Cannon (1915) para referirse a las condiciones constantes o estados estables que se mantienen en el organismo a través de procesos fisiológicos coordinados. De acuerdo con la definición dada por Cannon, homeostasis es un concepto funcional. La definición hace referencia a una meta o a un resultado a conseguir, el estado estable.

    La mayoría de los investigadores que estudian la homeostasis están interesados por los mecanismos que posibilitan el mantenimiento de los estados estables. Casi todos ellos asumen que estos mecanismos se conforman a un modelo de feedback negativo, o regeneración negativa, que implica que si se produce una desviación en una dirección, hay una reacción en dirección opuesta. Son sistemas autorreguladores de regeneración negativa, que sirven para mantener la constancia del medio ambiente interno de los seres vivos. La pérdida de un estado estable crea las condiciones que influyen en el retorno a ese estado, de la misma forma que para regular y mantener constante la temperatura, en una vivienda actual, un termostato controla a una estufa, que produce aire caliente y a un condicionador de aire, que produce aire frío.

    La idea básica de la homeostasis es que se consigue el estado estable, a través de mecanismos reguladores, que corrigen las desviaciones respecto a un estado estable previo. Los estados estables se defienden cuando se detectan las desviaciones producidas en la cantidad controlada y se corrigen a través de mecanismos compensatorios que se oponen al cambio.

    El modelo homeostático explica la acción en el nivel de actividad física, tanto en su aspecto fisiológico, como en el motor o comportamental, suscitando conductas, entre las que se encuentran la respiración, la ingesta de sustancias alimenticias y de líquidos, la regulación de temperatura, la evitación de situaciones estimulares potencialmente peligrosas, que posibilitan la adaptación del organismo ante los cambios externos y que son indispensables para la supervivencia.

    La aportación teórica de Lewin (1952) puede ser considerada como un puente entre las primeras teorías motivacionales, basadas en el modelo homeostático de reducción de la tensión, basadas en mecanismos retroactivos (teorías de Freud, de Hull y de los etólogos) y las teorías actuales en motivación humana, basadas en mecanismos proactivos. Lewin retiene de aquellas el hedonismo y la homeostasis, pero realiza un avance importante, proyectando su teoría hacia una orientación cognitiva, que viene indicada por el interés por las necesidades psicológicas, más que por las necesidades biológicas.

    MODELOS DE ACTIVACIÓN Y EXPLICACIÓN DE LA ACCIÓN

    Cuando la atención de los estudiosos de la conducta pasó del organismo al medio externo, buscando en él factores explicativos de la acción, se dieron cuenta de la importancia de los estímulos.

    Con la vuelta al estímulo, se presentan nuevos modelos explicativos de la acción, complementarios al modelo homeostático, entre los que se encuentra la motivación de activación. El acercamiento al estímulo realizado por investigadores de formación psicofisiológica o neurofisiológica fue muy diferente al adoptado por los psicólogos de orientación experimental. Si éstos se centraron en el componente de incentivo de los estímulos, aquellos analizaron la incidencia de la estimulación en los procesos motivacionales, desde una consideración fisicalista, parecida a la que mantenían los defensores del impulso.

    La explicación de la conducta dada a través del concepto de activación se basa en los siguientes aspectos:

- La conducta está motivada a la consecución de un estado de activación adecuado, que una vez conseguido motiva conductas tendentes a su mantenimiento, de forma que cuando su nivel desciende, el organismo actúa para incrementarlo y cuando aumenta, actúa para disminuirlo (mecanismo retroactivo).

- Existen diferencias intra e inter sujetos respecto al nivel de activación.

- La fuente de activación puede encontrarse tanto dentro (estimulación interna), como fuera del sujeto (estimulación externa).

    El constructo de activación se asienta sobre una base física, formada por estructuras del cerebro, descubiertas por Moruzzi y Magoun (1949) y denominadas por Lindsley sistema activador reticular (SAR), debido a su apariencia de retícula o redecilla. El SAR es el mecanismo básico de activación en el cerebro, que distribuye inputs sensoriales inespecíficos a diversas zonas del cerebro, a través del sistema activador reticular ascendente (SARA), alertando y preparando a la corteza cerebral para el procesamiento de los inputs específicos y para atender al ambiente. Al mismo tiempo, del SAR parten impulsos a las neuronas motoras de la médula a través del sistema activador reticular descendente, que permiten mantener el tono muscular durante largos períodos de tiempo.

    HOMEOSTASIS COGNITIVA Y ACCIÓN

    Las teorías de la consistencia cognitiva mantienen una concepción homeostática de la conducta, desde una perspectiva cognitiva. La inconsistencia entre pensamientos, creencias y actitudes constituye un estado de tensión, que se traduce fundamentalmente en un malestar, en una incomodidad psicológica. (Festinger, 1957/1975, pág. 15), que activa diversos tipos de conducta tendentes a eliminar o reducir la inconsistencia. Esta, al igual que el impulso, es un factor motivacional, que desencadena conductas tendentes a su eliminación, dado que existe en el sujeto una tendencia a la coherencia, a la consistencia entre sus procesos cognitivos.

    Heider (1958) con su teoría del equilibrio, propone la que puede considerarse como primera teoría de la consistencia, afirmando que cuando el sujeto experimenta una falta de equilibrio, surge un sentimiento de tensión y una tendencia a cambiar una o varias de las posibles relaciones entre él, la persona percibida y un acontecimiento, idea o cosa percibida, para restablecer el equilibrio.

    Festinger(1957/1975) ha presentado una de las teorías que ha ejercido una mayor influencia, la teoría de la disonancia cognitiva, en la que se plantea qué ocurre cuando existe un conflicto entre cogniciones, concluyendo que el sujeto está impulsado a actuar para eliminar la inconformidad y el malestar, para conseguir la consonancia. La disonancia es "Una condición antecedente que nos lleva hacia una actividad dirigida a la reducción de la disonancia; de la misma manera que el hambre nos lleva a una serie de actos que se orientan a quitar el hambre. Esta motivación es muy distinta de la que los psicólogos están acostumbrados, pero (...) no es menos poderosa " (Festinger, 1957/1975, pág. 16).

2.2. MECANISMOS DE PROACCIÓN (FEEDFORWARD) Y MOTIVACIÓN

    Frese y Sabini (1985) sostienen que la acción está relacionada con un resultado anticipado (la meta), con una intención que implica esfuerzo (acto de voluntad) y con un plan para alcanzar la meta (contenido orientado al objeto).

    La conducta puede estar determinada por fuentes externas de estimulación y por procesos cognitivos. La mayoría de las influencias externas afectan a la conducta mediante procesos cognitivos intermediarios. Gran parte de la conducta humana se dirige y mantiene durante largos períodos de tiempo en ausencia de inductores externos inmediatos. En estos casos, las guías y los incentivos para la acción se basan en actividades cognitivas (Bandura, 1986/1987).

    La intención desempeña un papel relevante en la auto-regulación de la conducta, a través de dos fuentes de motivación de base cognitiva, dependientes de mecanismos de representación cognitiva. Una de ellas actúa anticipatoriamente. Mediante la previsión y la capacidad para presentar mentalmente las consecuencias futuras, el sujeto puede generar motivadores de pautas de acción que actúen como instrumento para el logro de los resultados que desea. Los eventos futuros no pueden ser causas de la motivación actual, ni de la acción presente, lo consiguen a través de la representación cognitiva.

    La otra fuente de motivación se basa en el establecimiento de metas y las respuestas autoevaluativas a la propia conducta (Bandura, 1986/1987). La meta es el objeto de una acción y está relacionada con un estado futuro valorado por el sujeto. La meta integra aspectos cognitivos y afectivos, desempeñando una importante función en la activación y organización de la acción.

    Las teorías de expectancia-valencia se han estructurado en relación con una forma de motivación cognitiva, que se basa en mecanismos de proacción (feedforward), en las expectativas de resultados.

    TEORÍAS DE LA EXPECTANCIA – VALENCIA Y ACCIÓN

    Los antecedentes de este tipo de teorías se encuentran en Tolman (1932, 1959) y en Lewin (1938). El supuesto básico de las teorías de la expectancia-valencia (E x V) es que la fuerza motivacional para decidir la conducta a llevar a cabo entre diversas alternativas, es una función multiplicativa de la posibilidad subjetiva (percibida) de que esa conducta permitirá lograr ciertos resultados y del valor o importancia que el sujeto conceda a esos resultados. El sujeto relaciona las acciones con sus expectativas previas, con el atractivo o la aversión anticipadas (percibidas) de las consecuencias esperadas, dado que la anticipación de metas es un poderoso determinante de la conducta.

    El sujeto se motiva y guía sus acciones anticipatoriamente a través de los resultados que espera deriven del curso de acción adoptado. Dentro del ámbito del modelo de la expectancia - valencia, se han propuesto diversas teorías para explicar esta forma de motivación. Rotter (1954) incorpora una expectancia generalizada de que los resultados controlan las acciones futuras. Atkinson (1957) incorpora el motivo de logro. Fishbein y Azjen (1975), en su teoría de la acción razonada, destacan las presiones sociales percibidas, a manifestar una determinada conducta y la tendencia a someterse.


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