VOLUMEN: 5 NÚMERO: 11-12

VARIABLES MOTIVACIONALES Y EMOCIONALES IMPLICADAS EN EL SÍNDROME DE BURNOUD EN EL CONTEXTO DEPROTIVO

 

Garcés de Los Fayos Ruiz, Enrique J.
Vives Benedicto, Laura
Universidad de Murcia (Spain)
 

 


INTRODUCCIÓN: BURNOUT EN EL CONTEXTO DEPORTIVO

    El estudio del síndrome de burnout en el contexto deportivo ha sido escaso (Garcés de Los Fayos y Jara, 2002), como ya pudimos comprobar en un estudio anterior (Garcés de Los Fayos, Teruel y García Montalvo, 1993); sin embargo, desde hace dos décadas (Flippin, 1981) se han ido desarrollando diferentes líneas de investigación que inciden en los diferentes tópicos que afectan a la comprensión del mismo. Una de las líneas que han preocupado sistemáticamente era la de conocer qué variables emocionales y motivacionales están influyendo en la aparición y desarrollo del burnout en los diferentes protagonistas del deporte. En este trabajo realizamos una descripción exhaustiva de las variables que han sido objeto de estudio, así como también nos acercamos a unos indicadores básicos a desarrollar en cualquier actuación preventiva del síndrome. Comenzamos por conceptualizar el burnout en el ámbito deportivo, desde el enfoque de tres de los protagonistas principales del mismo: entrenador, árbitro y deportista.

 

Burnout en entrenadores

    Dentro del estudio sobre burnout deportivo en general, las investigaciones del burnout en entrenadores han merecido significativamente más atención que en deportistas. Quizás esto sea debido a que se ha percibido a este profesional como uno más de los que, por sus continuas interacciones humanas, está sujeto a un mayor riesgo de padecer el síndrome. De hecho, Fejgin, Ephraty y Ben-Sira (1995) señalan haber encontrado aspectos deportivos muy similares a los que predicen el burnout en entrenadores, en profesores de educación física, situando en un plano semejante ambas profesiones. Por otra parte, los instrumentos de medida (concretamente el Maslach Burnout Inventory -MBI-) no exigen una adaptación especial a esta profesión, lo que facilita su estudio, de ahí que Cantón, Pallarés, Mayor y Tortosa (1990) planteen que el burnout deportivo se ha investigado más en entrenadores que en deportistas, porque para estos últimos es más difícil la adaptación de los instrumentos existentes para la medida del síndrome.

    Hay que destacar, además, que un acercamiento al entrenador con burnout no es sólo interesante en sí mismo, sino que debemos contextualizarlo como la figura determinante en el progreso del deportista, por lo que su análisis adquiere una doble dimensión. Parece plausible pensar que un técnico con burnout difícilmente podrá enseñar al deportista cómo progresar física y técnicamente, ni cómo afrontar con eficacia los problemas que van surgiendo en la dinámica deportiva cotidiana. Creemos, por tanto, que si bien es difícil que un entrenador con burnout propicie en un deportista el síndrome, sí parece probable que un deportista que padezca burnout pueda superarlo si parte de sus estrategias de afrontamiento (basadas en el apoyo que puede aportarle el entrenador) se disipan al estar el entrenador afectado por el síndrome.

    Capel (1986a y b), una de las primeras autoras en investigar el síndrome en entrenadores, utiliza el MBI en una muestra de entrenadores, obteniendo una frecuencia de burnout baja; en concreto aparecen puntuaciones medias en reducida realización personal y bajas en agotamiento emocional y despersonalización. La autora, que parte de la asunción de variables personales y organizacionales en el origen del burnout, incide en la necesidad de investigar el alto índice de abandonos en entrenadores como posible consecuencia de la existencia de burnout (Capel, Sisley y Desertrain, 1987; Sisley, Capel y Desertrain, 1987). Estos resultados están en la misma línea que los aparecidos en otros trabajos (Malone y Rotella, 1981; Caccese y Mayerberg, 1984; Wilson y Bird, 1984). Sin embargo, Caccese y Mayerberg (1984) señalan que si bien la frecuencia de burnout es baja, ésta aumenta en entrenadores jóvenes y mujeres entrenadoras.

    Dale y Weinberg (1990) entienden que los estresores laborales que se han descrito para explicar la aparición del burnout en el contexto organizacional, no son muy diferentes a los encontrados en entrenadores y deportistas en el deporte competitivo. Otro trabajo relevante en el estudio del burnout en entrenadores es el de Vealey, Udri, Zimmerman y Soliday (1992). Los autores partiendo del modelo teórico de Smith (1986) presentan resultados diferentes a los que se habían planteado hasta ese momento. En concreto:

- Un número sustancial de entrenadores está en el rango moderado o alto del burnout, resultados coincidentes con los informados por Kelley (1990).

- Son las entrenadoras las que presentan mayor frecuencia de burnout en comparación con los entrenadores.

- Las percepciones del rol de entrenador que cada individuo tiene pueden predisponer al síndrome.

    En otro trabajo, Pastore y Judd (1993), en la misma línea de los resultados obtenidos por Caccese y Mayerberg (1984) y Dale y Weinberg (1989), encuentran que las entrenadoras presentan niveles más altos de burnout que los entrenadores, afianzándose lo planteado en investigaciones anteriores. Por último Kelley y Gill (1993), que también parten del modelo teórico de Smith (1986), utilizando el MBI, obtienen niveles moderados o altos de burnout en entrenadores.

    Para finalizar, y en cuanto a la definición de burnout de la que parten los diferentes autores, se sigue el planteamiento que Maslach y Jackson (1981) habían realizado para el ámbito organizacional; es decir, el síndrome se conceptualiza como tridimensional, siendo estas dimensiones agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal.

 

Burnout en árbitros

    Como hemos visto en el apartado anterior, así como podemos apreciar en el siguiente, el estudio de burnout parece encajar adecuadamente en entrenadores y deportistas, en el sentido de ser dos grupos de alto riesgo de padecer este problema. Siguiendo a Garcés de Los Fayos, Elbal y Reyes (1999), algunos estudios, aunque escasos, han puesto de manifiesto el riesgo del colectivo arbitral. Concretamente, Weinberg y Richardson (1990) describen la sintomatología característica del burnout en esta población como "dificultad para concentrarse, actitud negativa hacia el trabajo, la familia y la vida en general, y todas aquellas situaciones en las que el árbitro o juez no puede controlar sus habilidades psicológicas" Hay que tener en cuenta que el árbitro o juez presenta una responsabilidad extrema, ya que de sus decisiones puede depender ganar un partido, una medalla o lograr una determinada puntuación. Esto le exige estar muy atento y concentrado a todos los lances de la competición, teniendo en cuenta que son muy variados los estímulos que puede percibir, lo cual condiciona aún más dichas decisiones.

    Por otra parte, el árbitro ha de asumir la presión social a la que le someten deportistas, entrenadores, prensa o directivos, entre otros, lo que da lugar a un posible aumento de las variables que influyen en la aparición del burnout. Si además observamos que es muy frecuente la incomprensión por parte de personas significativas del contexto del árbitro, los potenciales "amortiguadores" del burnout desaparecen, generando una "debilidad psicológica" que sitúa esta profesión en el grupo de colectivos predispuestos a padecer burnout. Otros autores que también han intentado conceptualizar el burnout en árbitros han sido Taylor y Daniel (1988) y Taylor, Daniel, Leith y Burke (1990), que no sólo han precisado algunos componentes explicativos del síndrome (como veremos en el siguiente apartado), sino que han demandado la necesidad de un nuevo significado que rompa la falta de consenso acerca de la definición del constructo.

    En relación precisamente a dicha definición, en el trabajo de Garcés de Los Fayos, Elbal y Reyes (1999), se sigue un planteamiento similar al de los entrenadores; es decir, adaptar el MBI a esta población; concretamente en dicho estudio aparece un porcentaje de árbitros del 10.31% con este síndrome, porcentaje altamente significativo. En este trabajo se concluye en el sentido de que son las variables más relacionadas con el contexto árbitral-laboral y con la percepción que el árbitro tiene del mismo las que más facilitan la aparición del burnout, siendo poco significativas variables tales como los propios protagonistas del deporte (entrenador, deportista, directivo, entre otros), aspecto que se analiza en el siguiente apartado.

 

Burnout en deportistas

    Como venimos describiendo el análisis del burnout parece significativo en entrenadores, puesto que no deja de ser una profesión en la que se dan las circunstancias proclives para poder considerarla de alto riesgo de padecimiento del síndrome, como también ocurre en árbitros y jueces deportivos que, desde otra perspectiva, también se percibe como otra profesión de riesgo para sufrir el síndrome.

    Sin embargo, no es tan fácil hacer un traslado similar cuando nos referimos a los deportistas; aunque, de acuerdo con la afirmación de Pines et al (1981) según la cual "trágicamente el burnout impacta precisamente en aquellos individuos que son más idealistas y entusiastas" (p. 3), creemos que el deportista, por la dinámica especial que vive en su contexto de "trabajo", reúne con especialmente las dos características que señalaban estos autores: idealismo y entusiasmo y, por lo tanto, deben estar más predispuestos a padecer el síndrome. Hay que tener presente que el planteamiento que asumimos se refiere a la posibilidad de la aparición de burnout en cualquier deportista que practique su deporte con una cierta intensidad competitiva, por tanto no será el grado de profesionalidad del mismo el que determine la presencia o ausencia del síndrome, sino las circunstancias deportivas, posibles generadoras de estrés, que le rodeen en su práctica deportiva habitual: intensidad de la competición independientemente del nivel deportivo; percepción de presiones estresantes en el contexto deportivo; actitudes propias, de entrenador y/o familiares, entre otros, en relación al deporte; cantidad e intensidad de las competiciones deportivas que realiza; etc. Entre las anteriores variables recordemos el papel relevante que el entrenador puede desempeñar en la aparición del síndrome. De hecho, Smith (1986) señala que los entrenadores autócratas pueden generar en el deportista tendencia al abandono e, incluso, abandono real del deporte.

    Este mismo autor, plantea que hay que ser prudentes a la hora de extrapolar el constructo burnout desde las profesiones de servicios humanos al contexto deportivo, ya que los estresores en cada profesión varían considerablemente. Partiendo de esta premisa, conscientes de que el estudio sobre burnout en deportistas es muy escaso en comparación con las líneas de investigación que se han planteado en otras profesiones (Garcés de Los Fayos, Teruel y García Montalvo, 1993), podemos hipotetizar la presencia de burnout en deportistas, aunque hay que tener en cuenta que no siempre hablamos de deportistas profesionales y, por tanto, se debe ser cauteloso a la hora de comparar el estudio del burnout en el ámbito deportivo en relación al contexto organizacional. Sin embargo, esto no evita que Feigley (1984), uno de los primeros autores en estudiar burnout en deportistas, estableciera que las circunstancias que dan lugar al estrés laboral y las que aparecen en el estrés deportivo muestren paralelismos constatables, con lo que no es un riesgo asumir que similares eventos estresantes en la organización o en el deporte pueden conducir a burnout. De hecho el autor entiende que el síndrome es el mayor problema que tienen que afrontar muchos deportistas de alto nivel y sus entrenadores. En este sentido, el burnout sería un "fuego interno" que consume la motivación de los deportistas. Posteriormente, en esta misma línea de pensamiento, otros autores han seguido estas premisas (González de Rivera, Monterrey y De las Cuevas, 1989; Hahn, 1992; May, 1992; Knaus, 1985).

    Si bien el estudio del síndrome en deportistas no ha sido muy amplio, sí tiene cierta trayectoria en el tiempo, ya que podemos citar como primera referencia la del trabajo de Flippin (1981); también Feigley (1984) establece que el burnout se puede apreciar en deportistas desde los 10 años, son niños que están muy presionados porque se les supone unas habilidades que les van a conducir a estrellas del deporte. Otras referencias en este sentido las encontramos en Smith (1986); Cantón, Pallarés, Mayor y Tortosa (1990); Pallarés, Cantón y Mayor (1990); Cohn (1990); Davies y Armstrong (1991); De Diego y Sagredo (1992); o Coakley (1992).

    La importancia que el burnout tiene en los deportistas y las consecuencias que pueden tener en sus vidas, nos hace plantearnos que quizás el síndrome puede ser tan relevante en el contexto deportivo como organizacional, sin embargo el fenómeno ha sido muy poco estudiado porque como indica Cantón et al (1990) no existen instrumentos de medida del burnout apropiados para deportistas, aunque en trabajos anteriores hemos seguido los mismos planteamientos que con entrenadores y árbitros, es decir adaptar el MBI a esta población (Garcés de Los Fayos 1994 y 1999).

    Por último, y en lo referente a la definición de burnout en deportistas, en un intento de aunar conceptualmente el estudio del síndrome en el contexto deportivo, se ha seguido la definición de Maslach y Jackson (1981); concretamente Fender (1989) lo define como "una reacción a los estresores de la competición deportiva y se caracterizaría por agotamiento emocional, actitud impersonal hacia los sujetos de su entorno deportivo y disminución del rendimiento deportivo".

 

VARIABLES PREDICTORAS EMOCIONALES Y MOTIVACIONALES EN EL CONTEXTO DEPORTIVO

    Uno de los aspectos básicos en la investigación del burnout en el contexto deportivo es el estudio de aquellas variables que, de alguna manera, desencadenan el síndrome o inciden en su proceso, incrementando o disminuyendo su impacto. De hecho se da la circunstancia paradójica de que el ejercicio físico, que se había creído que disminuía la incidencia del burnout, según Smith y Nelson (1983) encuentran que este ejercicio físico como "relajante" de las presiones del contexto laboral no produce el efecto beneficioso esperado, por lo tanto si mantenemos el argumento de estos autores podríamos concluir que actividad física y bienestar físico y psicológico no son siempre términos paralelos, lo que acentúa el hecho de que tampoco la actividad física y el deporte son ajenos al síndrome.

    El planteamiento de los autores ha sido el de analizar qué variables pueden estar mediando en el síndrome desde perspectivas más teóricas (entrevistas a deportistas, observaciones de fluctuaciones en el rendimiento de éstos, escalas específicas para la obtención de datos relativos a este tema, etc...). Las variables que vamos a analizar no agotan todas las posibilidades, pero sí son todas las que se han ofrecido en los diferentes estudios científicos analizados desde el origen del interés por este síndrome (Flippin, 1981). En la Tabla 1 se pueden ver las distintas variables consideradas.

Tabla 1
Variables predictoras del burnout en el contexto deportivo.

Población deportiva

Variables

Deportista

Entrenador

 

Altas demandas competitivas

 

Aburrimiento

 

Falta de habilidades

 

Negativas estrategias de afrontamiento

 

No adecuación expectativas originales-logros

 

Intereses mercenarios de los padres

 

Estilo de vida externo

 

Falta de apoyo

 

Excesivas demandas de energía y tiempo

 

Monotonía del entrenamiento

 

Sentimientos de estar apartado

 

Carencia de refuerzos positivos

Entrenador

Conflicto de rol

 

Sexo

 

Poca experiencia

 

Personalidad Tipo A

 

Liderazgo orientado a las personas

 

Ansiedad rasgo

 

Bajo apoyo social

 

Intenso contacto con deportistas

 

Locus de control externo

 

Ambigüedad de rol

Árbitro

Interacción con los compañeros

 

Presión de los deportistas

 

Presión del público

 

Relación con los directivos arbitrales

 

Patrón de personalidad ansiógeno

 

Percepción de poco apoyo social

 

Deportistas:

Entrenador. Ya vimos anteriormente que el entrenador, como figura fundamental en el desarrollo del deportista, produce una influencia en él de suficiente importancia como para generar unas determinadas actitudes ante el deporte, así como para producirle emociones y sentimientos de carácter positivo o negativo. Se ha destacado que las dificultades que el deportista encuentra con el entrenador podrían originar burnout. De hecho, el carácter autocrático del entrenador da lugar a eventos estresantes muy significativos.

Altas demandas competitivas. Cuando los deportistas se ven sometidos a unas exigencias muy altas, que la mayoría de las veces se confunden con la presión de obtener determinados resultados, por parte de dirigentes, entrenadores o familiares, entre otros, aumentan las posibilidades de sufrir el síndrome. Se ha referido también la influencia que consecuencias competitivas como las anteriores, fruto de la participación deportiva, podrían ocasionar burnout.

Aburrimiento. Si el deportista percibe que la práctica deportiva habitual no le recompensa personalmente y no logra satisfacer las necesidades originales que buscaba en el deporte, es fácil que se aburra con su actividad y empiece a generar sentimientos hacia el deporte que le conduzcan al burnout. La monotonía percibida sería otro de los aspectos destacables en estos deportistas.

Falta de habilidades. Cuando el sujeto tiene el convencimiento de ser incapaz de conseguir alcanzar los logros planteados por falta de habilidades suficientes, estaremos ante un motivo suficientemente importante como para predisponer al burnout. Si esto se acompaña de comentarios al respecto por parte de las figuras relevantes del deportista (entrenador o familiares) puede suponer un efecto acumulativo en la probabilidad de padecer el síndrome.

Estrategias de afrontamiento. Si bien no se ha estudiado esta variable en profundidad, parece que la utilización de estrategias de afrontamiento poco adaptativas pueden derivar en la aparición del síndrome.

No adaptación de las expectativas originales con lo logros finales obtenidos. Se apunta que los deportistas que no consiguen alcanzar las metas que se propusieron al principio de su práctica deportiva, dan lugar a sentimientos de frustración y desesperanza que pueden predisponer al padecimiento del problema.

Intereses mercenarios de los padres. En algunas ocasiones cuando un joven deportista se inicia en el deporte, los padres comienzan a ver en él la futura estrella que alcanzará el éxito y, consecuentemente, el dinero que actualmente se asocia a la élite deportiva. Esto conlleva un interés desmesurado y obsesivo de aquéllos por la "adecuada" evolución del joven que puede generar en él. Así, unas presiones intensas y duraderas de este tipo podrían ocasionar el síndrome.

Estilo de vida externo. La vida que el deportista desarrolla fuera del contexto deportivo (fiestas, actos sociales variados, sesiones publicitarias...) marca en el individuo una forma de actuar bastante diferenciada de la que desarrolla en el ámbito del deporte (normas, planificaciones, sesiones intensivas...) que le obliga a excesos que impactan de forma negativa en su estilo de vida habitual, por tanto puede producir una "quiebra psicológica" que predisponga al burnout.

Falta de apoyo en su grupo de referencia. Si familiares o amigos, principalmente, no apoyan a la persona en su práctica deportiva, puede sentirse "abandonado" y, como ocurre en el contexto laboral, estar más predispuesto al burnout.

Excesivas demandas de energía y tiempo. En muchas ocasiones a los deportistas se les exige una disposición de tiempo y energía hacia el deporte que practica que puede sobrepasar los límites del individuo y ocasionar burnout.

Monotonía del entrenamiento. Un entrenamiento falto de alicientes y excesivamente mecanizado provoca en el individuo un aburrimiento conducente a la apatía que puede desembocar en el problema que nos ocupa.

Sentimientos de estar apartado. Cuando el deportista percibe que ha dejado de ser importante en el equipo, que no se cuenta con él, que su opinión no se tiene tan en cuenta como la de otros, ... se empieza a originar en la persona sentimientos de ser apartado del contexto deportivo y puede ocasionarse burnout.

Carencia de refuerzos positivos. Los ambientes deportivos que se caracterizan por la ausencia de refuerzos positivos por los logros conseguidos, si además se acompañan de sistemas normativos muy aversivos, pueden generar en el deportista un sentimiento de frustración constante conducente al padecimiento del burnout.

 

Entrenadores:

Conflicto de rol. Un aspecto profesional que suele quemar mucho a los entrenadores es cuando en la organización deportiva aparece conflicto de rol en su puesto de trabajo; este conflicto aparece como precursor del síndrome, sobre todo, si dicho conflicto se da con otras personas que no están directamente relacionadas con el puesto, por ejemplo con un directivo.

Sexo. Ya vimos que las mujeres entrenadoras son más proclives a padecer burnout; parece evidente que el hecho de que la mayoría de disciplinas deportivas sigan un modelo claramente "masculino" permite la existencia de presiones que les puede afectar con más virulencia.

Falta de experiencia. La experiencia en cualquier situación profesional suele ser una buena estrategia de afrontamiento a la hora de afrontar los diferentes problemas que se puedan dar; en el contexto deportivo parece que los entrenadores más inexpertos son más proclives a padecer el síndrome debido a esta razón.

Personalidad Tipo A. Este patrón de personalidad, como ya se ha estudiado en muchos otros contextos es el menos ideal para afrontar situaciones estresantes que puedan conducir a síndromes como el que nos ocupa; en este sentido, de nuevo se confirma que los entrenadores con patrón de personalidad tipo A tienden a padecer más burnout.

Liderazgo orientado a las personas. Cuando los entrenadores utilizan sus habilidades de dirección basándose mucho en el contacto personal con los deportistas, las probabilidades de que aparezca el síndrome aumentan, si lo comparamos con los que son capaces de establecer cierta "distancia" emocional.

Ansiedad rasgo. La ansiedad como patrón de personalidad se ha mostrado como un "facilitador" en la aparición del burnout, de tal suerte que los entrenadores con este rasgo lo sufren en mayor medida que los que no lo presentan.

Bajo apoyo social. Cuando el entorno familiar, social, profesional y/o de amistades no apoya la labor que el entrenador realiza (por incomprensión o cualquier otro motivo), aumenta la probabilidad de que éste sufra el síndrome.

Intenso contacto con los deportistas. Como vimos, el burnout aparece básicamente en aquellas profesiones donde el trabajador (entrenador) mantiene un contacto intenso con sus clientes (deportistas); por esta razón, aquellos entrenadores que mantienen mayor intensidad en dicho contacto también tienen mayores posibilidades de desarrollar burnout.

Locus de control externo. Cuando el entrenador considera que sus actuaciones dependen en gran medida de factores externos a su control, se muestra más receptivo a padecer las influencias del síndrome.

Ambigüedad de rol. Por último, cuando en el puesto que desempeña el entrenador en una determinada entidad deportiva, comienzan a aparecer situaciones que dan lugar a generar ambigüedad en dicho puesto de trabajo, aumentan también los estresores causantes del burnout.

 

Árbitros:

Interacción con los compañeros. Como ocurre en el desarrollo de otro tipo de trabajo, cuando en el árbitro se dan interacciones intensas y/o negativas con compañeros de trabajo aumenta la probabilidad de aparición del burnout

Presión de los deportistas. Las personas que más pueden influir en el desarrollo directo del trabajo del árbitro son los futbolistas con los que comparte el espacio físico de dicho trabajo; cuando las interacciones con éstos son muy intensas y negativas puede aparecer burnout.

Presión del público. La singularidad del trabajo del árbitro es la observación minuciosa de su trabajo por parte de una gran multitud de personas; cuando esta multitud no está de acuerdo con el trabajo desarrollado y comienza a presionar personal y profesionalmente al árbitro, éste pasa a aumentar sus posibilidades de sufrir el síndrome.

Relación con los directivos arbitrales. Los directivos arbitrales son, como ocurre en multitud de empresas, los responsables de que un árbitro tenga mayores facilidades para desarrollar su trabajo o, por el contrario, mayores dificultades para dicho desarrollo; cuando la relación del árbitro con sus directivos no es adecuada puede aparecer burnout.

Patrón de personalidad ansiógeno. Como pasaba con el entrenador, un árbitro que muestre un patrón de personalidad tendente a la ansiedad, presenta también mayores posibilidades de padecer burnout.

Percepción de poco apoyo social. Finalmente, la falta de apoyo en la comprensión del trabajo del árbitro, por parte de familiares, amigos, y/o colegio arbitral predispone de manera significativa a padecer el síndrome.

 

CONCLUSIONES: ALGUNOS INDICADORES BÁSICOS PARA LA PREVENCIÓN

    Para finalizar, y de acuerdo al análisis de las variables emocionales y motivacionales realizado, a continuación vamos a describir brevemente algunos indicadores a tener en cuenta en el diseño de cualquier programa de prevención en el contexto deportivo, independientemente de que se trate de deportista, entrenador o árbitro. Como indicadores que son procuran mostrar las líneas estratégicas a seguir en dichos programas; los matices específicos dependerán en cada caso concreto del colectivo y la realidad existente en dicho colectivo, tanto desde el punto de vista personal, como profesional y social de la entidad deportiva en la que se encuentran encuadrados.

    Partimos de algunos de los trabajos analizados en esta misma exposición por parte de los autores que han reflexionado acerca de las estrategias a seguir para prevenir el burnout en el contexto deportivo, o bien para intervenir en la solución del mismo cuando éste se presenta. El síndrome, como ya vimos, puede generar consecuencias tan aversivas que su prevención y tratamiento se ha convertido en una preocupación a resolver. Los trabajos que analizamos surgen desde diferentes planteamientos teóricos. A continuación agrupamos las diversas estrategias planteadas por Feigley (1984), Loehr (1990), Henschen (1991), Rotella et al (1991); Coakley (1992), De Diego y Sagredo (1992), Hahn (1992), Loehr y Festa (1994):

Estructurar de manera más racional el "trabajo" deportivo. Habrá que tender a organizar las sesiones de trabajo de forma que se evite el aburrimiento, de tal forma que se programen tiempos libres para los protagonistas del deporte, permitiendo a éstos realizar algunas elecciones sobre cómo deben efectuarse dichos trabajos (diferencialmente si pensamos en deportista, entrenador o árbitro), y controlar las consecuencias de los mismos para no dar lugar a los estresores que ayudan en la aparición del síndrome.

Planificar periodos de práctica mental, a modo de entrenamiento psicológico, intentando "programar psicológicamente" la actitud del deportista, entrenador o árbitro, estableciendo unos objetivos reales y acordes a las características propias de cada persona. Así mismo, la relajación, las autoinstrucciones y el uso de la imaginación permitirán manejar mejor la tensión relacionada con la competición deportiva.

Procurar que los deportistas, entrenadores y árbitros estén muy motivados con su práctica, sean independientes y se dirijan a sí mismos en su actividad, con un trabajo y disciplina en consonancia con las tareas a realizar. Crear un clima de compañerismo, con apoyo suficiente por parte de los responsables deportivos que permita una estabilidad emocional a cada uno de los protagonistas del deporte, así como una potenciación de la asertividad propia para tratar los posibles conflictos que surgen en la dinámica deportiva habitual. Sería interesante también, identificar las personas más susceptibles e incrementar su conciencia acerca de las influencias ambientales que están en la base de la falta de motivación.

Frenar a tiempo la espiral de saturación que conduce al abandono, anticipando la sensación general de encontrarse "quemado" con el deporte, mediante el entrenamiento mental de estrategias para controlar situaciones difíciles, el fomento del disfrute personal a través del deporte y la facilitación de la propia maduración psicológica.

Modificar la estructura social del deporte competitivo que es excesivamente controladora con las interacciones personales que se dan en el contexto deportivo, muy estricta con sus normas de funcionamiento, no potenciadora de las habilidades de los deportistas, entrenadores y árbitros para valorar críticamente por qué realizan su "trabajo" deportivo y, por último, carente de una cierta sensibilidad a la hora de programar competiciones demasiado exigentes física y psicológicamente, tanto para los deportistas, como para los responsables de dirigirlos (entrenadores), y los responsables de aplicar las normas de la competición (árbitros).

Aumentar la edad mínima exigida para hacer deporte (deportistas) y participar en competiciones profesionales (deportistas, entrenadores y árbitros), evitando el impacto que las presiones de estos eventos pueden ocasionar en los más jóvenes. Así mismo, habría que mejorar la formación de los futuros deportistas, entrenadores y árbitros profesionales para que reúnan características de personalidad más maduras que les permitan afrontar adecuadamente dichas presiones.

Ser conscientes de aquellos eventos estresantes que externos al deporte están influyendo en los deportistas, entrenadores y árbitros, y evitar la quiebra que se produce cuando se desequilibran los niveles de estrés y los periodos de recuperación necesarios en toda persona y, por último, propiciar la diversión como mecanismo de estabilidad emocional.

    Como puede comprobarse del anterior listado, se han barajado las diversas fuentes posibles provocadoras del estrés conducentes al burnout, tanto desde la perspectiva personal (percepciones, emociones, conductas...), como desde la perspectiva organizacional (entrenamiento, normas, influencia familiar, etc...), pero siempre desde un planteamiento teórico, que nos obliga a operativizar al máximo cuáles serían las estrategias concretas que habría que poner en marcha para prevenir la incidencia del síndrome, o el tratamiento directo del mismo si fuera necesario en cada uno de los colectivos (deportistas, entrenadores y árbitros).

 



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

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