VOLUMEN: 4 NÚMERO:
8-9
CULTURA, INTELIGENCIA EMOCIONAL PERCIBIDA Y AJUSTE EMOCIONAL: UN ESTUDIO PRELIMINAR
Pablo Fernández-Berrocal
Peter Salovey
Aldo Vera
Natalia Ramos
Natalio Extremera
Universidad de Málaga (Spain)
Universidad de Yale (EE.UU.)
Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile (Chile)
Universidad de Málaga (Spain)
Esta investigación fue financiada por el proyecto PB98-0020-C03-03 del MEC.
El estudio de la Inteligencia Emocional ha recibido en los últimos diez años un empuje notable tanto desde un punto de vista cualitativo, en cuanto al grado de elaboración teórica que ha alcanzado, como desde una perspectiva cuantitativa a tenor del número de publicaciones científicas que ha suscitado.
En la literatura científica existen dos grandes modelos de inteligencia emocional: los modelos mixtos y el modelo de habilidad. Los modelos mixtos combinan dimensiones de personalidad como el optimismo y la capacidad de automotivación con habilidades emocionales (Goleman, 1995; Bar-On, 1997, Goleman, 1998). En cambio, el modelo de habilidad se centra exclusivamente en el procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades relacionadas con dicho procesamiento. Desde esta teoría, la inteligencia emocional se define como la habilidad de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás (Mayer y Salovey, 1997; Mayer, Caruso y Salovey, 1999).
Estos autores distinguen cuatro dimensiones que abarcan de los procesos más simples a otros de mayor complejidad de procesamiento:
Percepción, valoración y expresión de la emoción. Conlleva la identificación de nuestras emociones y las de otras personas, junto con la capacidad de expresar correctamente nuestros sentimientos y necesidades correspondientes.
La emoción como facilitadora del pensamiento. Las emociones nos permiten atender a la información relevante, facilitan la toma de decisiones, así como el cambio de perspectiva y, en ocasiones, determinan la forma en la que nos enfrentamos a los problemas.
Comprensión y análisis de las emociones. La capacidad para etiquetar las distintas emociones, entender las relaciones existentes entre las mismas y las diferentes situaciones a las que obedecen, así como la comprensión de emociones complejas y de la transición de unos estados emocionales a otros.
Regulación de las emociones promoviendo el crecimiento emocional e intelectual. La habilidad para estar abierto tanto a los estados emocionales positivos como a los negativos como única vía para su entendimiento y la destreza para regular las emociones propias y las de los demás sin minimizarlas o extremarlas.
La evaluación de la inteligencia emocional desde este modelo ha generado diferentes instrumentos, aunque están en desarrollo medidas directas de habilidad como el MSCEIT y el MEIS, los más empleados hasta el momento han sido los de autoinforme. Uno de los más utilizados ha sido el Trait Meta-Mood Scale (TMMS) que evalúa lo que Salovey y Mayer denominan Inteligencia Emocional Percibida (IEP), es decir, el metaconocimiento que las personas tienen sobre sus habilidades emocionales (Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995; Goldman, Kraemer y Salovey, 1996; Salovey, Woolery y Mayer, 2001; Salovey, Stroud, Woolery y Epel, en prensa). En concreto, sus creencias sobre sus propias capacidades de atención, claridad y reparación emocional intrapersonal. Los estudios que se han llevado a cabo en varios países siguiendo el modelo de Salovey y Mayer han utilizado el TMMS como indicador de la IEP, examinando cómo las personas han intentado comprender, afrontar y superar de forma adecuada diferentes situaciones estresantes, ya sean de laboratorio o reales (Fernández-Berrocal, Alcaide y Ramos, 1999; Fernández -Berrocal, Ramos y Orozco, 1999; Goldman, et al., 1996; Salovey, Bedell, Detweiler y Mayer, 1999; 2000; Salovey, et al., 1995; Salovey, et al., en prensa).
Las investigaciones sobre la IEP han mostrado interesantes relaciones con respecto a medidas de bienestar como la depresión, la ansiedad, la salud física y mental. Las personas con desajuste emocional presentan un perfil caracterizado por una alta atención a sus emociones, baja claridad emocional y la creencia de no poder modificar sus estados emocionales (para una revisión ver Salovey, 2001). También hay evidencias que sugieren que la inteligencia emocional permitiría elaborar e integrar de manera correcta los pensamientos intrusivos y rumiativos que acompañan habitualmente a los sucesos altamente estresantes, así como a aquellos otros que obedecen a un estrés normal y están presentes en población no clínica (Fernández -Berrocal, Ramos y Extremera, 2001).
El efecto moderador de la cultura
La cultura influye en el ajuste emocional de los individuos y en su percepción de bienestar subjetivo de diferentes maneras. Dos grandes variables culturales que se han tenido en cuenta en su estudio han sido las dimensiones de Hofstade, Individualismo-Colectivismo y Masculinidad-Feminidad.
Como ya se ha expuesto en otros artículos de este monográfico, las culturas individualistas enfatizan las necesidades propias del individuo y dan por ello más importancia al mundo emocional de la persona. Algunos autores han señalado que esta relevancia de lo emocional en las culturas individualistas se conecta con la percepción de la calidad de vida. Esto es, la calidad de vida subjetiva sería un balance entre las emociones negativas y positivas del individuo. Las culturas individualistas tendrían niveles más elevados de percepción de bienestar subjetivo que las culturas colectivistas (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999; Suh, Diener, Oishi y Triandis, 1998). En cambio, en las culturas colectivistas se daría mayor prioridad a la cohesión con los demás y las necesidades individuales quedarían subordinadas a las prioridades del grupo. En este sentido, las culturas colectivistas prestarían menos atención al mundo de las emociones personales.
No obstante, este efecto no es siempre inequívoco. Un estudio transcultural comparando a diferentes países en la dimensión Masculinidad-Feminidad encontró que esta dimensión fue más importante que la dimensión Individualismo-Colectivismo para explicar la variable experiencia emocional. Las naciones femeninas (en esta investigación Chile y España) tuvieron mayor intensidad y expresividad emocional que las naciones masculinas estudiadas (Bélgica y México) (Paez, y Vergara, 1995). Por otra parte, las culturas femeninas muestran también niveles mayores de bienestar subjetivo (Basabe, Paez, Valencia, Rimé, Pennebaker, Diener y González, 2000).
Los estudios que han analizado la influencia de las dimensiones culturales sobre la personalidad y la percepción de bienestar subjetivo han encontrado que la variable cultura modera los efectos de estas variables individuales. Por ejemplo, la extraversión y el neuroticismo se relacionan más fuertemente con bienestar subjetivo en las culturas individualistas que en las culturas colectivistas (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999).
El interés de este estudio se centra en explorar cómo interacciona la Inteligencia Emocional Percibida (IEP) con las dimensiones culturales y qué peso específico tiene cada una de estas variables sobre el ajuste emocional de las personas. En concreto, las hipótesis de nuestro estudio predicen en consonancia con los resultados previos obtenidos en otras investigaciones que la dimensión cultural moderará la relación existente entre IEP y ajuste emocional en el sentido de que:
La IEP se relacionará con más intensidad con el Ajuste Emocional en las culturas individualistas que en las colectivistas.
La IEP se relacionará con más intensidad con el Ajuste Emocional en las culturas femeninas que en las masculinas.
MÉTODO
Descripción de las muestras
Este estudio presenta datos recogidos de tres naciones que representan diferentes culturas: España (Europa), Chile (Latinoamérica) y Estados Unidos de América (Norte de América). La Tabla 1 muestra las diferencias culturales entre estas tres naciones acordes a las cuatro dimensiones propuestas por Hofstede. En nuestro estudio sólo analizaremos las dimensiones Individualismo-Colectivismo y Masculinidad-Femenidad. Según estas dimensiones, España sería una nación Individualista y a la vez Femenina, Chile sería una nación Colectivista y Femenina y, en cambio, Estados Unidos sería una nación Individualista y Masculina.
Tabla 1. Localización de las muestras de las diferentes naciones en las dimensiones culturales de Hofstede.
Muestras Nacionales |
Puntuaciones en la dimensión Individualismo- Colectivismo |
Clasificación |
Puntuaciones en la dimensión Masculinidad-Feminidad |
Clasificación |
Chile |
23 |
Colectivista |
28 |
Femenina |
USA |
91 |
Individualista |
62 |
Masculina |
España |
51 |
Individualista |
42 |
Femenina |
Participantes
Para cada una de las naciones obtuvimos los datos a partir de una única localización (ver Tabla 2). En la Tabla 2 también se ofrece información del número de participantes, su edad y sexo para cada muestra Los participantes fueron estudiantes universitarios y colaboraron de forma voluntaria en España y en Chile, en cambio los participantes de Estados Unidos recibieron créditos para sus cursos por su colaboración.
Tabla 2. Variables demográficas
Muestras Nacionales |
N |
Porcentaje de mujeres |
Edad Media (DS) |
Chile (Santiago de Chile) |
94 |
57 |
22 (1.91) |
USA (New Haven) |
58 |
53 |
19.12 (1.21) |
España (Málaga) |
125 |
46 |
18.4 (.92) |
Total |
277 |
51 |
19.84 (1.3) |
Materiales y procedimiento
Los participantes completaron una encuesta compuesta de diferentes medidas. La encuesta estaba compuesta de unas breves cuestiones demográficas, seguida de una prueba de Inteligencia Emocional Percibida (TMMS) y unos cuestionarios de Ajuste Emocional (diferentes medidas de ansiedad y depresión).
Inteligencia Emocional Percibida.
Trait Meta-Mood Scale (TMMS). Medida de autoinforme de inteligencia emocional percibida con un total de 48 ítems. Consta de tres subescalas que evalúan tres aspectos fundamentales de la inteligencia emocional intrapersonal: Atención a los sentimientos de 21 ítems, Claridad en los sentimientos de 15 ítems y Reparación emocional de 12 ítems. Esta prueba ha mostrado adecuados índices de consistencia interna y validez convergente en diferentes muestras (Atención, alfa=.86; Claridad, alfa=.87; y Reparación, alfa=.82; Salovey et al., 1995; Salovey et al., en prensa). Los participantes respondían sobre una escala Likert de 5 puntos (1= Nada de acuerdo a 5= Totalmente de acuerdo) el grado de acuerdo con respecto a los ítems presentados (ej., No presto mucha atención a los sentimientos). Para las muestras de Chile y España se utilizó una versión en castellano con los siguientes índices de consistencia interna: Atención (alfa=.87), Claridad (alfa=.81) y Reparación (alfa=.76) (Fernández-Berrocal, Alcaide, Domínguez, Fernández-McNally, Ramos y Ravira, 1998).
Ajuste Emocional. Para la evaluación del Ajuste Emocional se utilizó como indicadores el BDI, BAI, STAI-E y ESDAS. Se obtuvo un indicador global ponderado por nación que fue escalado proporcionalmente y posteriormente tipificado (M=0, DS=1). Una puntuación >0 indica mal ajuste emocional y una puntuación <0 señala buen ajuste emocional.
Beck Depression Inventory (BDI). Medida que evalúa la intensidad del síndrome depresivo con un total de 21 ítems. En esta versión el sujeto toma como punto de referencia a la hora de contestar el cuestionario no sólo el momento actual, sino también la semana anterior (Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979).
Beck Anxiety Inventory (BAI). Evalúa fundamentalmente aspectos físicos relacionados con la ansiedad, instrumento compuesto de 21 ítem. Esta medida ha mostrado tener una alta consistencia interna (Beck, Brown, Epstein y Steer, 1988). Cada ítem recibirá un valor de 0 a 3, dependiendo de la respuesta dada, siendo la puntuación 0 equivalente a la respuesta "En absoluto" y la puntuación 3 a "Severamente".
State-Trait Anxiety Inventory (STAI-S). Escala Estado del Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo de Spielberger, Gorsuch y Lushene (1994). Es una medida de autoinforme de ansiedad-estado que permite valorar las respuestas cognitivas de ansiedad en el momento presente. La escala está compuesta de 20 ítems y la consistencia interna varía de .83 a .92. Una mayor puntuación en esta escala se relaciona con un mayor número de respuestas de ansiedad en el individuo en el momento de la evaluación.
Escala de síntomas depresivos, por ansiedad y somatoformes (ESDAS). Esta escala fue sólo utilizada en la muestra de Chile. Este instrumento fue elaborado por Alvarado (1990) y explora el nivel de sintomatología depresiva, por ansiedad y somatoforme con relación al último mes. Esta consta de 35 ítems, de los cuales 13 pertenecen a la subescala de síntomas depresivos, 12 a la subescala de síntomas por ansiedad y 12 a la de síntomas somatoformes. Los Alfa de Cronbach fueron de .93 para síntomas depresivos, .92 para síntomas por ansiedad y .87 para síntomas somatoformes.
RESULTADOS
Análisis descriptivos
Examinamos en primer lugar las diferencias transculturales entre las muestras de los tres países. No obstante, estas diferencias entre estas muestras deben ser interpretadas con precaución puesto que el sistema de elección de las muestras no ha sido representativo (Church, 2000).
Diferentes análisis de varianza (ANOVAs) fueron llevados a cabo para comprobar las diferencias entre países. Como se muestra en la Tabla 3, para las cuatro variables medidas se encontraron diferencias globales. Las diferencias culturales entre los países explica el 18% de la varianza en Atención, el 8% de la varianza en Claridad, el 9% de la varianza en Reparación y el 13% de la varianza en Ajuste Emocional.
Tabla 3. Diferencias de medias entre las diferentes naciones para las variables del estudio
Variable |
Chile Media (DS) |
USA Media (DS) |
España Media (DS) |
F (2, 264) |
Atención 1 |
3.69 (.44)a |
3.87 (.61)b |
3.31 (.45)ab |
30.48*** |
Claridad |
3.41 (.53)a |
3.28 (.55)b |
3.07 (.49)ab |
11.66*** |
Reparación |
3.47 (.57)a |
3.68 (.94)b |
3.18 (.52)ab |
12.56*** |
Ajuste Emocional 2 |
-.53 (.72)ab |
.25 (.76)a |
.24 (1.11)b |
19.80*** |
Las escalas del TMMS tenían un rango del 1 (nunca) al 5 (muy frecuentemente).1
El test Tukey posthoc (alfa=.05) fue usado para identificar todas las diferencias significativas entre las medias. La muestra de españoles presenta los niveles de IEP más bajos como queda reflejado en sus puntuaciones en Atención, Claridad y Reparación. Entre las puntuaciones de la muestra de Chile y la de USA no existieron diferencias en su IEP. Sólo para Atención se encontró una tendencia, puntuando más alto la muestra de USA (p=.08). La muestra de Chile presenta los mejores índices de Ajuste Emocional. Entre las puntuaciones de la muestra de España y la de USA no existieron diferencias para Ajuste Emocional.
Los siguientes análisis exploran las relaciones existentes entre la IEP y el Ajuste Emocional. Para ello se realizaron unas correlaciones entre dichas variables sin tener en cuenta el aspecto cultural (es decir, el país de origen de la muestra). Las correlaciones mostraron una fuerte asociación entre la IEP y el Ajuste Emocional, en concreto, las personas con mayores puntuaciones en Claridad y Reparación obtuvieron mejores puntuaciones en Ajuste Emocional (ver Tabla 4).
Tabla 4. Correlaciones entre Inteligencia Emocional Percibida y Ajuste Emocional para la muestra total
Variable |
1 |
2 |
3 |
1. Atención |
|||
2. Claridad |
.14* |
||
3. Reparación |
.17* |
.38** |
|
4. Ajuste Emocional |
-.09 |
-.41** |
-.40** |
**p<.01. *p<.05.Nota.
Los efectos moderadores de la cultura
Nuestra hipótesis central era que los aspectos culturales pueden moderar la relación existente entre la IEP y el Ajuste Emocional. Es decir, que las culturas individualistas y las culturas femeninas intensificaran la asociación existente entre IEP y Ajuste Emocional. Comprobamos esta hipótesis utilizando análisis de regresión jerárquico para análisis de moderación (Aiken y West, 1991).
Primero, analizamos los efectos moderadores de la variable cultural Individualismo-Colectivismo. La variable dependiente fue Ajuste Emocional. En la primera ecuación se introdujo como predictores Atención, Claridad, Reparación, Individualismo-Colectivismo (IC; USA, España=1; Chile=0), sexo (hombres=0, mujeres=1) como predictores. En esta primera fase, Claridad, Reparación, IC y Sexo fueron predictores adecuados del Ajuste Emocional. Los resultados indicaron, tal como se esperaba, que las personas con más Claridad y Reparación tienen mejor Ajuste Emocional, que las culturas colectivistas puntúan mejor en Ajuste Emocional y que los hombres tienen un mejor Ajuste Emocional (ver Tabla 5). En la segunda fase, se introdujeron los productos de Atención x IC, Claridad x IC y Reparación x IC, así como los productos de Sexo con Atención, Claridad, Reparación y IC. Los resultados no apoyan la hipótesis de que la variable IC funciona como un moderador. Las interacciones con la variable Sexo tampoco fueron significativas.
Tabla 5. Resultados del análisis de regresión prediciendo Ajuste Emocional con Inteligencia Emocional Percibida, Individualismo-Colectivismo y Sexo.
Variable |
Total R2 |
Incremento en R2 |
Beta |
Reparación |
.16 |
.16 |
-.29 |
Claridad |
.23 |
.07 |
-.21 |
Atención |
.23 |
.00# |
.01# |
Individualismo-Colectivismo |
.30 |
.07 |
.28 |
Sexo |
.34 |
.04 |
.20 |
. Ajuste emocional fue la variable predicha.Nota
En segundo lugar, analizamos los efectos moderadores de la variable cultural Masculinidad-Femenidad. La variable dependiente fue de nuevo Ajuste Emocional. En la primera ecuación se introdujo como predictores Atención, Claridad, Reparación, Masculino-Femenino (MF; USA=1; Chile, España=0), sexo (hombres=0, mujeres=1) como predictores. En esta primera fase, Claridad, Reparación, MF y Sexo fueron de nuevo predictores adecuados del Ajuste Emocional. Es decir, las persona con más Claridad y Reparación tienen mejor Ajuste Emocional y los hombres tienen un mejor Ajuste Emocional. Para MF los resultados indican que las personas en las culturas femeninas tienen puntuaciones más altas en ajuste emocional (ver Tabla 6). En la segunda fase, se introdujeron los productos de Atención x MF, Claridad x MF y Reparación x MF, así como los productos de Sexo con Atención, Claridad, Reparación y MF. Los resultados apoyan la hipótesis de que la variable MF funciona como un moderador, en concreto, se produjo una interacción significativa entre Claridad x MF (B=.20, p<.001) y Reparación x MF (B=.22, p<.01), aunque no desaparecieron los efectos principales de las dos variables relacionadas.
Si representamos estas interacciones nos encontramos con los resultados que se presentan en las Figuras 1 y 2. Para la interacción Claridad x MF se observa un efecto amplificador en las culturas Femeninas de la Claridad Emocional. Por una parte, las personas con baja Claridad pertenecientes a una cultura femenina muestran puntuaciones más bajas en Ajuste Emocional que una persona con baja Claridad pertenecientes a una cultura masculina. Por otra, las personas con alta Claridad en una cultura femenina muestran puntuaciones más elevadas en Ajuste Emocional que una persona con alta Claridad en una cultura masculina (ver Figura 1). Este mismo efecto se produce para la interacción entre Reparación x MF (ver Figura 2).
Las interacciones con la variable Sexo tampoco fueron esta vez significativa.
Tabla 6. Resultados del análisis de regresión prediciendo Ajuste Emocional con Inteligencia Emocional Percibida, Masculinidad-Feminidad y Sexo.
Variable |
Total R2 |
Incremento en R2 |
Beta |
Reparación |
.16 |
.16 |
-.49 |
Claridad |
.23 |
.07 |
-.30 |
Atención |
.23 |
.00# |
.07# |
Masculinidad-Feminidad (MF) |
.28 |
.05 |
.18 |
Sexo |
.31 |
.03 |
.19 |
Reparación x MF |
.35 |
.04 |
.22** |
Claridad x MF |
.38 |
.03** |
.18** |
. Ajuste emocional fue la variable predicha.Nota
Figura 1. Representación de las relaciones entre Claridad y Ajuste Emocional teniendo en cuenta la dimensión cultural Masculinidad
Figura 2. Representación de las relaciones entre Reparación y Ajuste Emocional teniendo en cuenta la dimensión cultural Masculinidad
DISCUSIÓN
En este estudio transcultural, el Ajuste Emocional se asocia primordialmente con la IEP (un 23% de la varianza) y con dimensiones culturales (aproximadamente un 7%). En concreto, las personas con mayores puntuaciones en Claridad y Reparación percibida presentan indicadores de Ajuste Emocional mejores tal como ocurre en estudios previos (Fernández-Berrocal, Ramos y Extremera, 2001; Salovey, et al., 1999; Salovey, et al., 1995; Salovey, et al., en prensa). Es decir, la relación entre estas dos variables permanece estable en las dos dimensiones culturales estudiadas para las diferentes muestras nacionales. Que las personas se crean y se perciban como muy hábiles en cuanto a su capacidad de comprensión emocional y en cuanto a su destreza para regular sus estados emocionales, es un buen indicador de su equilibrio emocional y de su capacidad de adaptación en muchas culturas.
El patrón encontrado para la variable sexo de que las mujeres tienen peores indicadores de Ajuste Emocional necesita ser explorado con más detalle, puesto que trabajos previos han demostrado la necesidad de controlar variables tan influyentes como los niveles de pensamientos rumiativos de las personas (Fernández -Berrocal, Ramos y Extremera, 2001; Nolen-Hoeksema, 1991).
Las culturas individualistas de nuestro estudio tienen peores indicadores de ajuste emocional, lo cual coincide con los resultados de otras investigaciones que señalan que en este tipo de culturas se intensifica la expresión y vivencia de emociones negativas (Fernández, Carrera, Sánchez, Paez y Candía, 2000). Será necesario explorar en futuros trabajos, si la tendencia de una mayor puntuación en Atención a las emociones encontrada en la muestra de USA se vincula o no con desajuste emocional y con salud mental de forma más intensa en las culturas individualistas.
Por otra parte, en las culturas colectivistas las redes naturales de apoyo social sirven como un amortiguador del malestar emocional permitiendo que las situaciones estresantes y problemáticas para las personas sean menos perjudiciales (Basabe et al., 2000).
Al contrario de lo que esperábamos, la dimensión Individualismo-Colectivismo no moderó la relación entre IEP y Ajuste Emocional. En otros estudios, esta dimensión sí moderó los efectos de otras variables individuales como la extraversión sobre aspectos de satisfacción subjetiva (Diener y Suh, 1999). Será necesario replicar este tipo de estudios con muestras de naciones más heterogéneas de las utilizadas aquí en la dimensión Individualismo-Colectivismo.
La dimensión Masculinidad-Feminidad sí moderó la relación entre IEP y Ajuste Emocional tal como se pronóstico. Por una parte, la masculinidad cultural se asocia con mayores índices de ansiedad y depresión, lo cual coincide con otros estudios en los que la feminidad cultural se asocia a bajos niveles de neuroticismo y a una frecuencia menor de emociones negativas (Lynn y Martin, 1995). Por otra, las personas de las culturas femeninas vieron acentuadas las relaciones entre IEP y Ajuste Emocional. Un efecto potenciador que se relaciona con la mayor intensidad emocional asociada a las culturas femeninas.
Las limitaciones de este estudio preliminar son obvias ya que la muestra es bastante limitada tanto por su número como por su representatividad. Para evitar explicaciones alternativas, las medidas utilizadas deben ser ampliadas a otras variables como rumiación, medidas de habilidad de Inteligencia Emocional e incluir medidas directas de las dimensiones de Hofstede.
No obstante, los resultados de este estudio son bastante interesantes y abren una vía de investigación prometedora en cuanto nos acerca a las relaciones de interacción entre las habilidades de los individuos para atender, comprender y regular las emociones y la importancia y tratamiento que la cultura hace de ellas. Además de situar un tema como la Inteligencia Emocional en sus referentes culturales y los determinantes interpersonales de su aplicación.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Aiken, L.S. y West, S.G. (1991). Multiple regression: Testing and interpreting interactions. Newbury Park CA: Sage.
Alvarado, R. (1990). Validación de escalas para medir trastornos depresivos, por ansiedad y somatoformes. Cuadernos de trabajo nº 2, Universidad Diego Portales, Escuela de Psicología.
Bar-On, R. (1997). The Emotional Quotient Inventory (EQ-i): A test of emotional intelligence. Toronto: Multi-Health Systems.
Basabe, N., Paez, D., Valencia, J., Rimé, B., Pennebaker, J., Diener, E., y González, J. (2000). Sociocultural factors predicting subjective experience of emotion: a collective level analysis. Psicothema, 12, 55-69.
Beck, A.T., Brown, G., Epstein, N. y Steer, R.A. (1988). An inventory for measuring clinical anxiety: psychometric properties. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 56, 893-897.
Beck, A.T., Rush, A.J., Shaw, B.F. y Emery, G. (1979). Cognitive therapy of depression. New York: Guilford.
Church, A.T. (2000). Culture and personality: Toward an integrated cultural trait psychology. Journal of Personality, 68, 651-703.
Diener, E., Suh, E.M., Lucas, R.E., y Smith, H.L. (1999). Subjective well-being: Three decades of progress. Psychological Bulletin, 125, 276-302.
Fernández, I, Carrera, P., Sánchez, F., Paez, D. y Candia, L. (2000). Differences between cultures in emotional verbal and nonverbal reactions. Psicothema, 12,83-92.
Fernández-Berrocal, P., Alcaide, R., y Ramos, N. (1999). The influence of emotional intelligence on the emotional adjustment in high-school students. Bulletin of Kharkov State University N439 "Personality and Transformational Processes in the Society. Psychological and Pedagogical Problems of the Modern Education", 1-2, 119-123.
Fernández-Berrocal, P., Alcaide, R., Domínguez, E., Fernández-McNally, C., Ramos, N. S., y Ravira, M. (1998). Adaptación al castellano de la escala rasgo de metaconocimiento sobre estados emocionales de Salovey et al.: datos preliminares. Libro de Actas del V Congreso de Evaluación Psicológica. Málaga.
Fernández-Berrocal, P., Ramos, N., y Orozco, F. (1999). La influencia de la inteligencia emocional en la sintomatología depresiva durante el embarazo. Toko-Ginecología Práctica, 59, 1-5.
Fernández-Berrocal, P., Ramos, N., y Extremera, N. (2001). Inteligencia emocional, supresión crónica de pensamientos y ajuste psicológico. Boletín de Psicología, 70, 79-95.
Goldman, S. L., Kraemer, D. T., y Salovey, P. (1996). Beliefs about mood moderate the relationship of stress to illness and symptom reporting. Journal of Psychosomatic Research, 41, 115-128.
Goleman, D. (1995). Emotional intelligence. New York: Bantam.
Goleman, D. (1998). Working with emotional intelligence. New York: Bantam.
Lynn, R. y Martin, T. (1997). Gender differences in extraversion, neuroticism, and psychoticism in 37 nations. Journal of Social Psychology, 137, 369-373.
Mayer, J. D. y Salovey, P. (1997). What is emotional intelligence? En P. Salovey y D. Sluyter (Eds). Emotional Development and Emotional Intelligence: Implications for Educators (pp. 3-31). New York: Basic Books.
Mayer, J., Caruso, D. y Salovey, P. (1999). Emotional intelligence meets traditional standards for an intelligence. Intelligence, 27, 267-298.
Nolen-Hoeksema, S. (1991). Responses to depression and their effects on the duration of depressive episodes. Journal of Abnormal Psychology, 100, 569-582.
Paez, D. y Vergara, A. (1995). Culture differences in emotional knowledge. En J.A. Russell, J.M. Fernández-Dols, A.S.R. Manstead, & J.C. Wellenkamp (Eds.) Everyday conceptions of emotion. Dordrecht: Kluwer Academic Press.
Salovey, P. (2001). Applied emotional intelligence: Regulating emotions to become healthy, wealthy, and wise. Emotional intelligence and intimate relatoinships. En J. Ciarrochi, J. P. Forgas, y J. D. Mayer (Eds.) Emotional Intelligence and Everyday Life. New York: Psychology Press. Pp.168-184.
Salovey, P., Bedell, B., Detweiler, J. B., y Mayer, J. D. (1999). Coping intelligently: Emotional intelligence and the coping process. En C. R. Snyder (Eds), Coping: The psychology of what works. New York: Oxford University Press. Pp.141-164.
Salovey, P., Bedell, B., Detweiler, J.B., y Mayer, J. D. (2000). Current directions in emotional intelligence research. En M. Lewis y J. M. Haviland-Jones (Eds.), Handbook of Emotions (2nd ed.). New York: Guilford Press. Pp. 504-520.
Salovey, P., Mayer, J. D., Goldman, S. L., Turvey, C., y Palfai, T. P. (1995). Emotional attention, clarity, and repair: Exploring emotional intelligence using the Trait Meta-Mood Scale. En J. W. Pennebaker (Ed .), Emotion, Disclosure, & Health. Washington: American Psychological Association. Pp. 125-151.
Salovey, P., Stroud, L., Woolery, A., y Epel, E. (in press). Perceived emotional intelligence, stress reactivity and symptom reports: Furthers explorations using the Trait Meta-Mood Scale. Psychology and Health.
Salovey, P., Woolery, A., y Mayer, J. D. (2001). Emotional intelligence: Conceptualization and measurement. En G.J.O. Fletcher & M. S. Clark (Eds). Blackwell Handbook of Social Psychology: Interpersonal Processes. Malden, MA: Blackwell Publishers. Pp.279-307.
Suh, M., Diener, E., Oishi, S., y Triandis, H.C. (1998). The shifting basis of life satisfaction judgments across cultures: Emotions versus norms. Journal of Personality and Social Psychology, 74, 482-493.
Spielberger, C.D., Gorsuch, R.L. y Lushene, R.E. (1994). Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo. Madrid: TEA.
Volver a la Reme |