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Recensión de:
"Emociones y adaptación"
F. Plamero y E.G. Fernández-Abascal. Barcelona: Ariel, 1998

por:

Jordi Fernández-Castro
Universidad Autónoma de Barcelona

    ¿Para que sirven las emociones? Daniel Goleman el autor del archifamoso libro Inteligencia Emocional, explica que la respuesta a esta pregunta ha cambiado en los últimos veinte años; para explicar esta evolución echa mano de dos personajes de la popular serie Star Trek: Spok y Data. Hace veinte años, Spok era una personaje atractivo y central en la serie, era un extraterrestre que pertenecía a una raza que no conocía las emociones, eran lógicos y fríos, totalmente racionales y despreciaban el defecto de los humanos de sufrir estados emocionales. Actualmente, Data ha sustituido a Spok en las nuevas versiones de la serie, Data es un androide, un ser artificial capaz de funcionar como un ser humano en todo excepto en que no puede sentir emociones, ni interpretarlas, pero se siente imperfecto y desea emocionarse, busca continuamente las emociones, porque anhela la perfección. Hace veinte años, se pensaba que las emociones servían para dificultar la vida humana con sus interrupciones y sus arrebatos, actualmente se cree que las emociones son un ingrediente imprescindible de la felicidad aunque sea a costa de estar sometido a sus veleidades.

    Francesc Palmero y Enrique G. Fernández-Abascal en la introducción al libro dejan muy claro que si las personas tenemos emociones es porque son útiles y adaptativas Es más el papel adaptativo de las emociones no se restringe a simples reacciones para sobrevivir, sino que las emociones constituyen un complejo proceso responsable de mantener la capacidad de resistencia biológica y psicológica y con hondas repercusiones en la salud y en el bienestar.

    Sin embargo, hay ocasiones en que las emociones juegan un papel desadaptativo y contribuyen a menoscabar la salud y el ajuste de las personas. ¿Hasta qué punto la ansiedad y el estrés proporcionan la activación necesaria para hacer frente a las exigencias del medio y hasta qué punto desorganizan y hacen sufrir a quien los experimentan? La complejidad de la respuesta a esta cuestión obliga a tratarla de manera concreta y pausada; por ello en este libro se trata de manera diferenciada y específica las adicciones, los trastornos alimentarios, la enfermedad coronaria, el cáncer y los trastornos psicofisiológicos. Es habitual que en los manuales que tratan estos trastornos haya algún apartado en que se trata su relación con las emociones, la originalidad del presente libro es que se enfoca cada uno de estos temas específicamente desde el punto de vista de como las emociones influyen positiva o negativamente en los trastornos y viceversa. Por esta razón estamos ante un libro que llena un vacío y ofrece una visión nueva sobre temas conocidos.

    El libro comienza con una necesaria introducción teórica al concepto de emoción (Capítulo 1: Procesos emocionales por F. Palmero y E.G. Fernández-Abascal) incluyendo la historia, la definición, el análisis conceptual y los sistemas de medida acabando con el análisis de la relación de algunas emociones concretas (ansiedad, tristeza, ira y hostilidad y estrés) con la salud. Es un capítulo extraordinariamente documentado y que condensa en unas páginas los principios esenciales que debe dominar quien quiera adentrarse en el estudio de las emociones.

    El segundo capítulo trata de la salud (Capítulo 2: Salud y Psicología de la Salud por R. Ballester), su lectura me evocó una escena relatada por un colega acerca de un paciente que al comunicársele que debía ser sometido sin dilación a una intervención quirúrgica reaccionó violentamente, negándose en redondo a permanecer en el centro ni un segundo más, no hacía más que chillar: ¡No estoy enfermo! ¡No me duele nada!. Efectivamente no tenía dolores y los síntomas que manifestaba no pasaban de ser molestos, sin embargo, los análisis no dejaban ningún resquicio, había que operar, pero eso era incomprensible para el paciente y seguía insistiendo: ¡No estoy enfermo! ¡No me duele nada!. ¡No estoy enfermo!. La enfermedad no es únicamente dolor y la salud no es únicamente ausencia de enfermedad sino un proceso complejo de adaptación en el que confluyen factores biológicos, psicológicos y sociales que en este capítulo está perfectamente expuesto. Justamente esta óptica amplia que contempla la salud como un concepto de múltiples facetas, sitúa a las emociones en un lugar central en los se debe entender hoy en día como salud.

    En el capítulo siguiente, sin embargo, el lector puede llevarse un pequeño chasco (Capítulo 3: Ansiedad y adicciones por E. Echeburúa, K. Salaberría y J. Fernández-Montalvo) puesto que se expone el modelo clásico de relación entre ansiedad y adicciones, ciertas sustancias proporciona una reducción a corto plazo de la ansiedad y, a la vez, su aumento a largo plazo con lo que se cierra un círculo fatídico en el que la ansiedad motiva una conducta que a la larga la mantiene. Después de introducir el libro con novedades conceptuales y la confianza en el valor adaptativo de las emociones vuelve a aparecer la emoción como defecto. ¡El doctor Spok no sería nunca un adicto! , parece que se insista desde estas páginas ¿No podría ser que ciertas emociones protegiesen a las personas ante las adicciones? ¿No puede ser necesaria cierta reconducción emocional para permitir la rehabilitación de las personas dorogodepencdientes? estas preguntas no son contestadas en este capítulo.

    Una sensación parecida empieza ha surgir en el siguiente capítulo (Capítulo 4: Ansiedad y trastornos de alimentación por C. Saldaña e Isabel Tomás) puesto que expone como las emociones negativas juegan un papel determinante en el mantenimiento de los trastornos; aunque pronto aparece un examen rico de las variantes de estas emociones negativas: ansiedad, depresión, sentido de culpa, miedo a ganar peso, ideas obsesivas, que amplía el simple concepto de una única e indiferenciada emoción negativa patogénica y permite analizar más pormenorizadamente los cambios emocionales a lo largo del inicio y el mantenimiento de estos trastornos. Éste es un capítulo muy documentado y claro acerca de la evaluación, diagnóstico y tratamiento de estos trastornos y el lector puede situar perfectamente el papel –negativo- de las emociones en su análisis.

    El quinto capítulo (Capítulo 5: Ira y hostilidad en la enfermedad coronaria por R.H. Rosenman y F. Palmero) rompe con la línea de enfatizar cómo las emociones negativas perjudican a la salud y olvidar su papel adaptativo. Aparece algo sumamente interesante la diferenciación entre cualidades emocionales y su influencia en la salud. Después de exponer la aparición del Patrón de Conducta tipo A como factor de riesgo de la enfermedad coronaria, plantea como factor tóxico más específico el complejo ira–hostilidad que está incluido aunque no totalmente en dicho Patrón. Además también se discute el papel como factor tóxico de la competitividad. Seguidamente, se dedica a analizar el papel protector del Apoyo Social ante la enfermedad, quizás mediante la facilitación de emociones positivas. Realmente en este capítulo se dan una gran cantidad de explicaciones tanto de los efectos negativos, como de los positivos de las emociones en la enfermedad cardíaca, en definitiva de su papel adaptativo.

    El proceso de afrontar el cáncer es quizás el caso más paradigmático del papel adaptativo de las emociones puesto que las emociones del enfermo pueden ser desde el principal aliado de la enfermedad, a la más feroz arma contra ella. En el capítulo en que se examina este tema (Capítulo 5: Tristeza y Depresión en el Cáncer por M. A. Olivares y J.A. Cruzado) se expone muy bien el origen y las características del estado emocional de los enfermos de cáncer. El capítulo se ciñe al análisis de la tristeza, la elección no extraña puesto que es la emoción más frecuente y más peligrosa para este tipo de enfermos, pero no se deja de echar de menos un poco más de atención a otras emociones como la esperanza y el espíritu de lucha que pueden ser tan saludables.

    Finalmente, en el capítulo dedicado a la úlceras (Capítulo 6: Estrés y trastornos psicofisiológicos por F.J. Labrador y M. Crespo) aparece una buena panorámica de los entresijos de las influencias emocionales sobre la salud, en este capítulo se explica perfectamente como reacciones y sistemas fisiológicos adaptativos y necesarios para la supervivencia y el bienestar en ciertas ocasiones pueden producir efectos dañinos en otras. También se ve claramente como la conexión entre las emociones, en concreto las asociadas al estrés, y las enfermedades físicas no se da a través de una única vía de comunicación entre cerebro y el resto del organismos sino que, por el contrario, se ponen en marcha diversos ejes de acción tanto neurales como neuroendocrinos que interactúan entre ellos y que explican la variedad y complejidad de los efectos físicos del estrés.

    En resumen, este es un libro que aporta algo nuevo a un tema de siempre. La sospecha de profundas relaciones ente las emociones y la salud se confirma con un cúmulo de datos y análisis científicos. Plantea nuevos interrogantes y nuevos horizontes de investigación que, a buen seguro, serán la llave que abrirá la puerta al conocimiento necesario para poder intervenir en las emociones humanas con el objetivo de mejorar la salud.

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