VOLUMEN: 4 NÚMERO: 8-9

PROTOTIPOS EMOCIONALES DESDE UNA PERSPECTIVA CULTURAL

Itziar Fernández
Pilar Carrera
Flor Sánchez
Darío Paéz

Universidad Nacional de Educación a Distancia (Spain)
Universidad Autónoma de Madrid (Spain)
Universidad Autónoma de Madrid (Spain)
Universidad de
l País Vasco (Spain)

El presente trabajo se ha realizado gracias a la beca UPV 109.231–G 56/98 del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad del País Vasco.


    Si pensamos en las emociones desde una perspectiva psicosocial no nos costará mucho ponernos de acuerdo con Parkinson (1995) y defender que la función principal de las emociones es "social". Esta afirmación nos lleva en primer lugar a reflexionar sobre el concepto mismo de emoción y en segundo a una definición de lo que entendemos por social. Las emociones vistas desde una perspectiva interpersonal son paréntesis afectivos causados principalmente por las acciones u omisiones de otras personas, nos "alegramos" cuando alguien nos felicita, nos "enfadamos" cuando alguien nos niega la ayuda que le pedimos, nos "entristecemos" cuando alguien querido nos deja, etc. Pero los otros no son únicamente causas de nuestros cambios afectivos sino que también reciben las consecuencias de los mismos, nos emocionamos para los demás, para que puedan "leer" nuestras intenciones y esta lectura sea útil tanto para nosotros como para los demás pues de ella derivará la coordinación necesaria para alcanzar tanto metas individuales como colectivas. La conducta intencional o no, tanto verbal como no verbal permite comunicar la relevancia de las circunstancias que estamos viviendo, y esa comunicación a una audiencia, real o imaginada (Fridlund, 1991), es una llamada de atención para informar a los demás de que lo que está ocurriendo no nos deja pasivos. El concepto de "pasión" es precisamente consustancial al de "emoción" (Averill y More, 1983), las emociones subrayan la máxima prioridad de los hechos que están sucediendo a la persona. Las emociones por tanto no parecen ajustarse a un perfil intrapsíquico que margine sus orígenes y funciones sociales, las emociones se constituyen por y para el contexto social (Averill, 1980).

    El entorno social parece modelar no sólo la expresión de las emociones sino la misma experiencia emocional. Si bien lo primero parece no cuestionarse, numerosos trabajos con perspectiva transcultural muestran como los grupos, las organizaciones e instituciones potencian o inhiben la expresión de emociones (ver p.e. la noción de "display rule" en Ekman, 1972); la vivencia emocional parece más difícil de ser sometida a controles externos. Sin embargo no considerar también la existencia de "feeling rules" (ver Hochschild, 1983) es entender la experiencia emocional como una reacción individual solipsista y a su expresión un mero teatro. La aculturación o proceso de socialización puede entenderse desde una perspectiva psicosocial que respete la mutua influencia entre la persona y el ambiente físico–social, y desde esa concepción interactiva podemos entender por ejemplo porqué los asistentes sociales no arrastran una continua depresión al trabajar en situaciones límite, de hecho cuando no consiguen controlar no sólo la expresión sino más fundamentalmente la experiencia emocional negativa necesitan tratamiento específico (p.e. síndrome burn–out). Sin embargo ese control no significa que esas personas sean insensibles o que falseen sus sentimientos, el auto–control es aprendido para ese contexto y ese aprendizaje no impide que en otras circunstancias las emociones esperadas se manifiesten.

    La cultura entendida no como algo externo al individuo que se le impone, sino como un conjunto de situaciones e interpretaciones compartidas por un colectivo, donde las personas son "causa y efecto" y donde además debemos introducir la dimensión temporal dado que cambia intra e intergeneracionalmente. La cultura no sólo proporciona esquemas de interpretación de las situaciones que vive el sujeto, también crea esas situaciones, así por ejemplo una madre china vivirá con angustia y preocupación extrema la separación de su hijo pequeño e intentará por todos los medios que esto no ocurra, dado que los niños chinos pequeños forman parte indivisible del adulto (Bond, 1991), sin embargo una madre occidental muy posiblemente experimente satisfacción al observar los progresos de independencia de su pequeño y muy probablemente sea ella misma la que se aleje para animarle a explorar en solitario.

    La aproximación cultural a las emociones que vamos a seguir en este trabajo es un intento de buscar principios de explicación generales que nos ayuden a comprender mejor las diferencias y comunalidades entre culturas, una perspectiva "ethic" que respetando las especificidades también las explique, nos moveremos en lo que Shweder y Sullivan (1993) denominan "universalismo sin uniformidad". La cultura y las dimensiones generales que la definen constituirán en nuestro trabajo los diferentes niveles de comparación. No dudamos que confundir cultura con nacionalidad puede ser un error, pero las dificultades para definir el concepto "cultura" nos llevan a optar por lo que Smith y Bond (1993) denominan "culturas nacionales", definición que considera a la cultura como un sistema relativamente organizado de significados compartidos, algo parecido a una "programación colectiva de la mente" (ver Smith, 2001). Esta definición nos permitirá medir qué sucesos cambian el tono afectivo de los miembros de una nación, qué emociones se asocian a esos sucesos y qué reacciones cognitivas, afectivas y conductuales son más probables, una opción que incluye no sólo las experiencias personales (versión autobiográfica) de los sujetos sino también los atributos generalmente compartidos por un grupo cultural (versión semántica).

    La alternativa de análisis de los datos recogidos individualmente es su agregación en dimensiones que nos permiten subsumir las diferencias individuales (de personas y naciones) en tendencias colectivas, una perspectiva apta para comparar culturas y que no tiene porqué ser incompatible con posteriores análisis particularistas; podemos utilizar el nivel cultural de análisis como guía para estudios individuales, a medida que haya mayor homogeneidad en un grupo cultural, más semejantes serán ambas aproximaciones, lo que no implica la posibilidad de encontrar diferencias intracultura que nos hagan replantear las hipótesis.

    Siguiendo el ya clásico trabajo de Hofstede (1991, 2001) vamos a organizar las diferentes naciones en función de su nivel de individualismo–colectivismo, masculinidad–feminidad y distancia jerárquica. La dimensión individualismo–colectivismo hace referencia a la dicotomía yo–otros, las puntuaciones individualistas significan focalización sobre uno mismo, sobre las propias experiencias y conductas y una mayor preocupación por alcanzar logros personales; las bajas puntuaciones se traducen en el rasgo colectivista que indica un mayor interés por los demás, especialmente en la familia y grupos de referencia cercanos y una clara primacía de los intereses colectivos sobre los personales. La dimensión de distancia jerárquica tiene que ver con la aceptación de las diferencias de status, a mayor distancia mayor conformidad con las jerarquías y mayor respeto por el orden establecido. Las bajas puntuaciones en distancia jerárquica suponen rasgos igualitarios y una peor aceptación de las diferencias de poder. La dimensión masculinidad–feminidad trata de ver en qué medida se dan diferencias en los prototipos de género. Se contraponen valores masculinos de carácter más instrumental, como alcance de metas personales, preocupación por el éxito material, etc.; frente a un rol femenino más expresivo donde priman las conductas de apoyo y la búsqueda de la armonía interpersonal.

    En general parece que las culturas individualistas, femeninas y de baja distancia jerárquica tienen mayor libertad de expresión verbal y no verbal de las emociones. En estas culturas las personas se sienten libres para expresar sus sentimientos, para que los demás reconozcan su particularidad y conozcan sus planes e intenciones (self independiente), incluso cuando, como en el caso de la ira, puedan suponer posiciones encontradas. Esta mayor tendencia a vivir y comunicar emociones en las culturas individualistas se ve reforzada cuando el nivel de desarrollo socio–económico es mayor (Basabe y cols., 1999). En las culturas femeninas parece no sólo vivenciarse y expresarse más intensamente las emociones no competitivas sino que también, especialmente en países con self interdependiente y sin grandes diferencias en roles sexuales como los Estados Unidos, emociones como la ira se expresa abiertamente sin miedo al rechazo social (Páez y Vergara, 1995; Fernández y Vergara, 1998). Algunos estudios han encontrado que las mujeres en general expresan más las emociones de alegría e ira, los varones con un rol más instrumental deben controlar más sus expresiones (Pennebaker y cols., 1996; Basabe y cols., 1999). En culturas con alta distancia jerárquica se suelen comunicar aquellas emociones que ayuden a diferenciar el status y las relaciones verticales, la comunicación incluso de emociones positivas podría entenderse como una falta de respeto, de manera que las reglas de expresión tienden a moderar su expresión (tanto de emociones positivas como negativas), por el contrario las personas en sociedades de baja distancia jerárquica son animadas a expresar sus sentimientos libremente (Hofstede, 1991; Portter y Samovar, 1998).

    En este trabajo hemos recogido nuevos datos sobre la actualidad de estas dimensiones recogiendo información individual sobre actitudes individualistas–colectivistas (Triandis y cols. ,1988), la imagen de sí mismo independiente–interdependiente (Singelis, 1994) y el perfil de roles sexuales (Bem, 1974). Estos datos nos van a permitir establecer en que medida nuestras muestras son típicas culturalmente. Los efectos de esas diferencias y semejanzas culturales los contrastamos en tres emociones básicas (alegría, enfado y tristeza) que siguiendo la perspectiva de prototipos (ver Fehr y Russell, 1984; Shaver, Schwartz, Kirson y O´Connor, 1987) definiremos a través de atributos fisiológicos, tendencias de acción (verbales y no verbales) y experiencia subjetiva.

MÉTODO

Muestra

    Participaron en este trabajo 5.328 estudiantes universitarios de Ciencias Humanas pertenecientes a 29 países de Europa, Asia, Africa y América. La media de edad fue de 21.92 años (Sx=4.22), con un rango de variación de 17 a 30 años. La muestra la formaban un 42.8% de varones y un 57.2% de mujeres.

Instrumento de evaluación y procedimiento

    Todos los participantes respondieron a un cuestionario que incluía preguntas sobre variables socio–demográficas (edad, sexo, país, nivel de educación, e información sobre su experiencia y la de sus familiares cercanos visitando y conociendo otros países). La segunda parte del autoinforme recogía información sobre los prototipos emocionales de alegría, tristeza y enojo (Páez y Vergara, 1995; Fernández y cols, 2000) incluyendo preguntas con formato de escala Likert de cuatro puntos sobre reacciones verbales, no verbales, intensidad de la experiencia emocional y reacciones psicofisiológicas. Por último se incluyeron tres escalas actualizadas sobre actitudes individualistas–colectivistas (Triandis y cols., 1988); imagen de sí mismo independiente–interdependiente (Singelis, 1994) y el inventario de roles sexuales de Bem (1974). Estas últimas escalas se analizaron transculturalmente para conocer su estabilidad conceptual, funcional y métrica, indicando los resultados su plena validez (ver Fernández, 2001). El cuestionario se adaptó al idioma de los participantes utilizando versiones traducidas de español, inglés, alemán, portugués, chino, francés y persa, asegurando la equivalencia lingüística de la traducción.

RESULTADOS

    Las puntuaciones de cada país en los indicadores actuales sobre individualismo–colectivismo en la escala de Triandis y cols. (1988), independencia–interdependencia de Singelis (1994) y roles sexuales de Bem (1974) aparecen en la tabla 1 respectivamente con la denominación "auto–suficiencia con éxito"; "auto–concepto interdependiente" y dos columnas para los roles sexuales, el masculino definido como "instrumentalidad" y el femenino como "expresividad". El resto de dimensiones postuladas por Triandis y su equipo (1988) y la imagen de sí independiente de Singelis (1994) no se confirmaron transculturalmente con nuestros datos de manera que no las incluimos en los siguientes análisis que presentamos.

Tabla 1. Indicadores psicológicos por nación

   

Auto–suficiencia con éxito

Auto–concepto interdependiente

Masculinidad/

instrumentalidad

Feminidad/

expresividad

Naciones

N

Media*

D. T.

Media*

D. T.

Media**

D. T.

Media**

D. T.

Alemania

108

2,08 0,45 2,85 0,39 3,83 0,92 5,35 0,85
Argentina

223

1,87 0,59 2,98 0,48 4,02 1,12 5,33 0,97
Bélgica

87

1,93 0,59 2,80 0,41 4,16 1,00 5,30 0,88
Bolivia

110

2,88 0,58 3,03 0,41 4,42 0,99 5,45 0,92
Brasil

488

2,22 0,60 3,08 0,43 4,37 1,06 5,53 0,98
Colombia

126

2,50 0,64 2,83 0,59 4,10 1,04 5,22 1,13
Chile

136

2,01 0,59 2,84 0,43 4,40 1,04 5,25 0,98
China

135

2,68 0,59 2,80 0,52 3,76 0,83 4,83 0,91
EE.UU.

102

2,12 0,62 2,88 0,46 4,81 1,04 5,30 1,08
El Líbano

119

3,01 0,63 2,94 0,56 4,34 1,15 5,48 1,16
El Salvador

106

2,76 0,67 3,22 0,50 3,80 1,34 5,45 1,25
España

1262

1,97 0,56 3,00 0,45 3,68 1,10 5,20 0,96
Francia

188

2,40 0,65 2,76 0,43 4,22 1,09 5,23 0,98
Ghana

29

2,91 0,49 2,71 0,36 3,66 0,87 4,02 1,22
Grecia

117

2,30 0,63 2,92 0,47 3,81 1,14 5,46 1,31
Guatemala

42

2,78 0,68 2,96 0,44 4,42 1,21 5,50 1,01
Irán

80

2,59 0,61 2,78 0,56 3,97 0,98 5,14 1,15
Italia

117

2,28 0,71 2,73 0,58 4,35 1,38 5,49 1,00
México

168

2,94 0,65 2,59 0,52 4,36 1,22 5,17 1,03
Nigeria

37

3,01 0,61 3,00 0,49 3,72 1,00 4,97 1,54
Panamá

77

2,72 0,65 2,84 0,44 4,74 1,27 5,56 1,13
Perú

114

2,86 0,70 2,93 0,53 4,31 1,05 5,33 1,10
Portugal

262

2,23 0,55 3,06 0,44 4,10 1,00 5,32 0,91
Rusia

264

2,76 0,60 2,78 0,51 4,25 1,00 4,91 1,08
Singapur

119

2,21 0,60 3,01 0,41 4,18 0,93 4,94 0,89
Suiza

174

2,01 0,52 2,80 0,46 3,66 1,08 5,39 0,89
Taiwán

22

2,42 0,63 2,74 0,53 3,81 0,66 4,74 1,00
Turquía

105

2,77 0,63 2,61 0,48 4,22 0,91 5,53 0,86
Venezuela

217

2,78 0,59 2,85 0,53 4,06 1,17 5,45 1,00

Notas: * rango de variación de 1 a 4 (de "muy en desacuerdo" a "muy de acuerdo").
** rango de variación de 1 a 7 (de "nunca" a "siempre").
D. T.: Desviación típica.

    

    La tabla 2 recoge las medias por país para cada uno de los escenarios emocionales utilizados (alegría, tristeza, enojo) agrupados en reacciones expresivas verbales (p.e. en alegría "estar comunicativo, hablar mucho", en tristeza "hablar poco", en enojo "chillar, levantar la voz"), reacciones físicas no verbales (p.e. en alegría "saltar de alegría", en tristeza "inactivo, apático", en enojo "sentir calor") e intensidad de la experiencia emocional (1 "poco intenso" y 10 "muy intenso").

Tabla 2. Puntuaciones medias por nación para la expresión verbal, reacción física e intensidad emocional

  Expresión de alegría Físicas de alegría Intensidad de alegría Expresión de tristeza Físicas de tristeza Intensidad de tristeza Expresión de enojo Físicas de enojo Intensidad de enojo
Naciones

Media

Media

Media

Media

Media

Media

Media

Media

Media

Alemania

3,35

3,05

8,78

3,14

3,15

8,86

2,35

2,68

8,20

Argentina

3,45

2,95

9,24

3,01

3,13

9,10

2,40

2,80

8,59

Bélgica

3,25

2,85

8,59

2,80

2,68

8,96

2,74

2,86

8,19

Bolivia

3,42

3,12

9,14

2,80

2,63

8,81

2,46

2,40

8,29

Brasil

3,51

3,27

8,99

3,03

2,80

8,30

2,43

2,76

7,53

Colombia

3,52

3,20

8,95

3,21

3,29

8,61

2,68

3,29

8,37

Chile

3,50

3,09

9,01

3,10

3,28

8,98

2,78

3,10

8,33

China

2,91

2,53

8,23

2,84

2,71

8,16

2,11

2,61

7,77

EE.UU.

3,52

3,18

8,25

3,24

3,09

8,23

2,83

3,02

7,90

El Líbano

3,24

3,01

8,46

2,99

2,89

8,43

2,36

2,59

7,79

El Salvador

3,35

2,96

9,38

2,91

2,71

8,65

2,29

2,55

8,15

España

3,51

3,02

8,83

3,13

3,18

8,97

2,67

2,92

8,38

Francia

3,43

3,12

8,79

3,02

3,08

9,02

2,77

3,03

8,40

Ghana

2,73

2,76

6,77

2,64

2,71

6,18

2,54

2,60

5,91

Grecia

3,53

2,99

8,58

3,18

2,95

8,87

2,87

2,96

8,30

Guatemala

3,31

2,89

9,07

2,46

2,53

9,14

2,28

2,51

8,60

Irán

3,19

3,00

7,18

3,14

2,80

7,66

2,56

2,83

6,78

Italia

3,35

2,91

9,18

2,89

2,75

8,75

2,15

2,64

8,43

México

3,36

2,90

9,45

2,78

2,79

8,86

2,45

2,59

8,25

Nigeria

3,31

3,02

8,47

2,94

2,85

7,44

2,77

2,75

7,16

Panamá

3,54

2,99

9,51

2,96

2,79

8,55

2,55

2,64

8,29

Perú

3,38

3,05

9,12

2,80

2,80

8,28

2,38

2,65

7,97

Portugal

3,43

3,08

8,74

3,17

3,14

8,79

2,67

2,98

8,41

Rusia

3,38

3,20

8,77

3,03

3,10

8,02

2,62

2,63

7,92

Singapur

3,49

3,04

7,84

3,25

3,09

8,05

2,97

2,81

7,47

Suiza

3,53

3,13

9,01

3,05

3,04

9,18

2,63

2,90

8,50

Taiwán

3,07

2,84

8,00

2,79

2,68

7,59

2,20

2,64

8,37

Turquía

3,43

3,10

8,49

3,18

3,10

8,73

2,69

3,06

8,22

Venezuela

3,47

3,15

9,20

2,96

2,79

8,65

2,47

2,80

8,09

Media Total

3,43

3,05

8,83

3,04

3,00

8,68

2,57

2,83

8,14

Notas: Expresión verbal y respuestas físicas con un rango de variación de 1 a 4 (de "nada típico" a "muy típico").
Intensidad emocional con un rango de variación de 1 a 10 (de "poco intenso" a "muy intenso").

 

    Las correlaciones entre los indicadores psicológicos y las reacciones emocionales para cada emoción aparecen en la tabla 3.

Tabla 3. Correlaciones entre los indicadores psicológicos y la vivencia emocional (n=5.224)

  Auto–suficiencia con éxito Auto–concepto interdependiente Masculinidad/

instrumentalidad

Feminidad/

expresividad

Expresión de alegría

-.10*

.16*

.05*

.24*

Físicas de alegría

-.01

.13*

.10*

.21*

Intensidad de alegría

.00

.10*

.03

.20*

Expresión de tristeza

-.09*

.09*

-.04*

.09*

Físicas de tristeza

-.15*

.05*

-.05*

.04*

Intensidad de tristeza

-.10*

.08*

-.01

.12*

Expresión de enojo

-.01

.01

.08*

.00

Físicas de enojo

-.10*

.05*

.02

.06*

Intensidad de enojo

-.05*

.03

.05*

.09*

* p<.01 (significación bilateral)

    Las correlaciones significativas indican que cuanto mayores son las puntuaciones en individualismo (auto–suficiencia con éxito) menor expresión verbal de alegría y tristeza, menores síntomas físicos de tristeza y enojo y una menor intensidad en la vivencia emocional de tristeza y enojo. Cuanto mayores son las puntuaciones en self interdependiente mayor expresión verbal de alegría y tristeza, mayores síntomas físicos de alegría, tristeza y enojo y una mayor intensidad en la vivencia de alegría y tristeza. Estos resultados asocian los indicadores de colectivismo con mayor expresión y vivencia emocional especialmente de las emociones que fomentan la armonía social (alegría y tristeza), mientras que las culturas más individualistas controlarían menos la expresión de emociones de confrontación como el enojo.

    Los países más masculinos obtuvieron puntuaciones más altas en la expresión verbal de alegría y enojo y menores en tristeza, más síntomas físicos de alegría y menores en tristeza, junto con una intensidad emocional mayor en enojo. Los países femeninos sistemáticamente expresan verbalmente con mayor libertad todas las emociones, tienen mayores síntomas físicos de alegría y tristeza (emociones que contribuyen a la armonía social) y también mayores niveles de intensidad emocional. La emoción de enojo en países femeninos se expresa verbalmente en menor medida.

    El siguiente análisis pretendía relacionar los indicadores culturales de la investigación de Hofstede (2001) (individualismo–colectivismo, masculinidad–feminidad, y distancia jerárquica) con la medida de las variables psicológicas (actitudes individualistas, imagen de sí mismo interdependiente, y auto–concepto instrumental y expresivo) y los prototipos emocionales (expresión verbal, expresión física e intensidad de la vivencia). Se ordenaron los distintos países teniendo en cuenta los percentiles 25 y 75 de los datos de Hofstede (2001). Esto nos llevó a organizar la muestra de 29 países en bajos, intermedios y altos en individualismo; masculinidad y distancia jerárquica, obteniendo la siguiente distribución:

    Los países con puntuaciones bajas en individualismo son Bolivia, Colombia, Chile, China, El Salvador, Ghana, Guatemala, México, Nigeria, Panamá, Perú, Portugal, Singapur, Taiwán y Venezuela. Las puntuaciones intermedias corresponden a los siguientes países: Argentina, Brasil, El Líbano, España, Grecia, Irán, Rusia y Turquía. Finalmente, las naciones con puntuaciones altas son Alemania, Bélgica, EE.UU., Francia, Italia y Suiza.

    Los países con puntuaciones bajas en masculinidad son Chile, El Salvador, España, Guatemala, Perú, Portugal y Rusia. Las puntuaciones intermedias corresponden a los siguientes países: Bolivia, Brasil, El Líbano, Francia, Ghana, Irán, Nigeria, Panamá, Singapur, Taiwán y Turquía. Finalmente, las naciones con puntuaciones altas son Alemania, Argentina, Bélgica, Colombia, China, EE.UU., Grecia, Italia, México, Suiza y Venezuela.

    Los países con puntuaciones bajas en distancia jerárquica son Alemania, Argentina, EE.UU., España e Italia. Las puntuaciones intermedias corresponden a los siguientes países: Bélgica, Bolivia, Colombia, Chile, El Salvador, Francia, Grecia, Irán, Perú, Portugal, Taiwán y Turquía. Finalmente, las naciones con puntuaciones altas son Brasil, China, El Líbano, Ghana, Guatemala, México, Nigeria, Panamá, Rusia, Singapur, Suiza y Venezuela.

    Los análisis de varianza realizados muestran las siguientes significaciones para las variables psicológicas y los prototipos emocionales (ver tablas 4,5 y 6).

Tabla 4. Actitudes, Auto–conceptos y vivencia emocional en función de la dimensión de individualismo–colectivismo categorizada en tres niveles, desviaciones típicas en cursiva.

 

Niveles del individualismo cultural

 
 

Bajo

Medio

Alto

F(2,5148)

Auto–suficiencia con éxito

2,57

0,68

2,18

0,66

2,17

0,62

165,87***

Auto–concepto interdependiente

2,90

0,51

2,97

0,47

2,79

0,46

37,26***

Masculinidad/instrumentalidad

4,16

1,10

3,94

1,11

4,12

1,17

19,57***

Feminidad/expresividad

5,23

1,06

5,28

1,01

5,32

0,93

1,77

Vivencia emocional de alegría              
Expresión de alegría

3,42

0,52

3,49

0,46

3,47

0,51

10,64***

Físicas de alegría

3,05

0,55

3,09

0,50

3,11

0,52

4,15*

Intensidad de alegría

8,90

1,48

8,82

1,44

8,83

1,37

1,26

Vivencia emocional de tristeza              
Expresión de tristeza

3,04

0,72

3,12

0,63

3,08

0,66

6,04***

Físicas de tristeza

2,98

0,77

3,08

0,71

3,08

0,74

8,99***

Intensidad de tristeza

8,60

1,77

8,72

1,73

8,91

1,45

7,47***

Vivencia emocional de enojo              
Expresión de enojo

2,58

0,76

2,61

0,70

2,63

0,70

1,29

Físicas de enojo

2,83

0,71

2,87

0,64

2,92

0,63

3,72*

Intensidad de enojo

8,14

1,87

8,17

1,78

8,32

1,67

2,51

MANOVA: * p<.05 y *** p<.001

 

    En cuanto a la confirmación del perfil individualista como actitud auto–suficiente, auto–concepto independiente y en general masculinidad, nos encontramos que son los países menos individualistas los que presentan mayores índices de competitividad (auto–suficiencia con éxito), tal vez porque presentan bajos índices socio–económicos y necesitan competir para sobrevivir, sin embargo los más bajos en individualismo si se definen de manera interdependiente, atienden a sus grupos para definir su identidad, también aparecen los países individualistas como menos instrumentales y más expresivos, lo que puede indicar la mayor homogeneidad entre roles sexuales, especialmente en población joven y universitaria.

    Con respecto a los prototipos emocionales y su relación con el grado de individualismo (ver tabla 4) observamos como a mayor individualismo encontramos mayor expresión verbal, física y vivencia emocional de todas las emociones. Curiosamente no es significativa la intensidad y expresión verbal de enojo, una hipótesis repetida en la literatura.

Tabla 5. Actitudes, Auto–conceptos y vivencia emocional en función de la dimensión de masculinidad–feminidad categorizada en tres niveles, desviaciones típicas en cursiva.

 

Niveles de masculinidad cultural

 
 

Bajo

Medio

Alto

F(2,5138)

Auto–suficiencia con éxito

2,18

0,66

2,48

0,67

2,32

0,70

69,07***

Auto–concepto interdependiente

2,98

0,47

2,93

0,47

2,83

0,51

37,80***

Masculinidad/instrumentalidad

3,88

1,12

4,29

1,06

4,05

1,14

46,75***

Feminidad/expresividad

5,20

1,01

5,37

1,02

5,29

1,01

10,40***

Vivencia emocional de alegría              
Expresión de alegría

3,50

0,46

3,44

0,50

3,44

0,52

6,54***

Físicas de alegría

3,07

0,50

3,15

0,55

3,04

0,53

12,81***

Intensidad de alegría

8,87

1,33

8,68

1,63

8,95

1,42

10,98***

Vivencia emocional de tristeza              
Expresión de tristeza

3,12

0,63

3,05

0,69

3,07

0,68

4,07*

Físicas de tristeza

3,14

0,69

2,91

0,76

3,03

0,76

37,95***

Intensidad de tristeza

8,80

1,64

8,42

1,90

8,84

1,59

22,97***

Vivencia emocional de enojo              
Expresión de enojo

2,66

0,69

2,56

0,72

2,56

0,74

10,61***

Físicas de enojo

2,89

0,63

2,79

0,69

2,88

0,66

9,32***

Intensidad de enojo

8,29

1,64

7,81

2,07

8,33

1,73

32,41***

MANOVA: * p<.05 y *** p<.001

    Los países de mayor índice de masculinidad en el trabajo de Hofstede (ver tabla 5) se confirman como de mayor nivel de auto–suficiencia con éxito, menor auto–concepto interdependiente y mayor instrumentalidad aunque también presentan mayor expresividad.

    Los países más masculinos presentan mayor vivencia en intensidad en los tres prototipos emocionales aunque sin embargo tienen menores puntuaciones en expresión verbal y física de las mismas. Parece por tanto que las naciones masculinas reprimen la comunicación de emociones aunque sigan experimentándolas intensamente, hay una ruptura entre lo sentido y lo comunicado. Experimentan las emociones con mayor fuerza que en los países femeninos pero reprimen los síntomas de expresión.

Tabla 6. Actitudes, Auto–conceptos y vivencia emocional en función de la dimensión de distancia jerárquica categorizada en tres niveles, desviaciones típicas en cursiva.

 

Niveles de distancia jerárquica

 
 

Bajo

Medio

Alto

F(2,5124)

Auto–suficiencia con éxito

1,99

0,58

2,43

0,67

2,53

0,68

315,43***

Auto–concepto interdependiente

2,96

0,46

2,90

0,50

2,89

0,50

11,07***

Masculinidad/instrumentalidad

3,81

1,14

4,16

1,07

4,18

1,11

54,35***

Feminidad/expresividad

5,23

0,97

5,33

1,03

5,27

1,05

3,15*

Vivencia emocional de alegría              
Expresión de alegría

3,51

0,46

3,46

0,49

3,43

0,52

10,09***

Físicas de alegría

3,04

0,48

3,10

0,54

3,12

0,55

12,26***

Intensidad de alegría

8,87

1,30

8,79

1,43

8,86

1,59

1,13

Vivencia emocional de tristeza              
Expresión de tristeza

3,14

0,62

3,09

0,67

3,04

0,71

8,78***

Físicas de tristeza

3,15

0,68

3,05

0,73

2,93

0,77

37,12***

Intensidad de tristeza

8,93

1,49

8,76

1,59

8,43

1,96

34,97***

Vivencia emocional de enojo              
Expresión de enojo

2,62

0,69

2,66

0,73

2,54

0,73

9,15***

Físicas de enojo

2,90

0,61

2,95

0,68

2,75

0,68

36,81***

Intensidad de enojo

8,38

1,52

8,25

1,71

7,91

2,08

28,89***

MANOVA: * p<.05 y *** p<.001

    Los países con más alta distancia jerárquica (ver tabla 6), en los que la jerarquía vertical es más relevante aparecen en nuestros datos como más auto–suficientes con éxito, auto–concepto más independiente, más instrumentales y ligeramente más femeninos.

    A mayor distancia jerárquica nos encontramos menor expresividad verbal y física de todas las emociones, salvo síntomas físicos de alegría y menor intensidad en la vivencia emocional de también todas las emociones, Parece por tanto que estas naciones de alta distancia jerárquica reprimen y controlan no sólo la comunicación de emociones sino su misma experiencia. No la expresan porque han aprendido a no experimentarlas subjetivamente, algo diferente a los países masculinos que las sienten intensamente pero no las expresan.

DISCUSIÓN

    Una primera aproximación a estos resultados nos muestra el importante papel que juegan las dimensiones culturales en la explicación de las diferentes formas de vivir y comunicar las emociones. No obstante, conocer que hay diferencias conductuales y subjetivas entre naciones no permite conocer los porqués de las mismas.

    Al comparar nuestras puntuaciones con la clasificación de Hofstede encontramos que los perfiles individualistas se asocian con auto–suficiencia, auto–concepto independiente y masculinidad. Inesperadamente, encontramos que la preocupación por el éxito y el valor de la competición también aparecen en las naciones colectivistas, especialmente en aquellas donde las condiciones económicas y la calidad de vida son más difíciles de conseguir; probablemente los rasgos colectivistas en estas naciones con dificultades socio–económicas se reduzcan a las relaciones comunales más cercanas a la persona, como la familia, y no se apliquen al resto de los grupos sociales con los que se tiene que competir para sobrevivir. Es también en las culturas con más bajos niveles de individualismo donde parece darse una dominancia de roles expresivos y una definición del self interdependiente, de nuevo es posible que este rasgo se enfatice especialmente entre familiares y amigos cercanos.

    Las correlaciones entre las dimensiones culturales evaluadas en nuestro estudio señalan como a medida que las personas se consideran más auto–suficientes expresan en menor medida las emociones de alegría y tristeza, emociones con un papel especialmente relevante en las metas colectivas de apoyo mutuo y consolidación de lazos interpersonales. Sin embargo cuanto mayor es la auto–suficiencia, emociones como el enojo –mediadora en la consecución de logros personales y en la defensa frente a competidores– se sienten con menor intensidad, de manera que la persona no se ve entorpecida para conseguir sus fines y tampoco inhibe su comunicación, lo cual posibilita que los demás puedan conocer la clara intención de no ceder hasta lograr el éxito.

    La definición interdependiente de sí mismo parece ser afín a las emociones de alegría y tristeza, emociones prototípicas de la armonía social, mientras que se reduce la expresión y experiencia del enojo aunque no los síntomas asociados a él.

    La masculinidad parece asociarse fundamentalmente al enojo, especialmente en su expresión y en su vivencia subjetiva, una emoción claramente asociada a la consecución de metas, a la instrumentalidad y que no se expresa tan libremente en los países más femeninos, donde la alegría y la tristeza parecen ser socialmente más adecuadas. La "dureza" emocional probablemente sea una estrategia en las culturas masculinas para aumentar las distancias entre roles de manera que no pueda haber duda de las diferencias varones–mujeres. Aunque los países masculinos viven intensamente algunas emociones de significado no instrumental como la alegría y la tristeza, se reprime su comunicación para evitar el solapamiento de roles sexuales.

    En conclusión, los resultados obtenidos en este estudio presentan una vez más a la experiencia y expresión emocional como estrategias adaptativas al contexto social y cultural de las personas, abundando en el carácter funcional de las emociones.


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